Tema y Personajes: Se trata de una pintura de tipo religiosa y política que nos muestra a Teodora rodeada de su séquito personal de mayor confianza, con dos eunucos a su derecha y dos mujeres a su izquierda, sosteniendo una gran copa en el centro de la pintura, que ofrece a Dios por su gesto y posición en el templo (oblatio imperial), mientras que en el lado derecho tenemos al resto de los integrantes de su servicio pero, en este caso, de menor confianza o cercanía.
Por todo esto, y la distribución por alturas según el poder en el mosaico, observamos de su función aúlica, pues la posición de la obra en la iglesia y lo ya comentado refuerza la posición política de Teodora en una sociedad teocéntrica y cesaropapista, siendo así ejemplo de poder, más cercano a la divinidad que a lo terrenal.
Soporte y técnica: El mosaico se sitúa en la propia pared de la iglesia, que se erige como su sustento, y cuenta con opus vermiculatum para los contornos de los integrantes de la obra, pues se aprecian unas marcadas líneas en torno a las figuras del mosaico, y opus teselatum para el resto de elementos.
Composición
A nivel compositivo nos encontramos con una obra tremendamente estática, con personajes y elementos que, a excepción de la fuente, con un fuerte componente simbólico, denotan una clara falta de movimiento heredada del arte paleocristiano, que, como el resto de rasgos observables en la obra y comentados más adelante, constituyen los elementos más comunes del arte bizantino.
Cabe destacar también la importancia de las figuras geométricas que pueblan la obra; con lo que observaremos la presencia de la fuente o la forma que hay en torno a la cabeza de Teodora, ambas circunferencias y símbolo de perfección. Finalmente veremos la simetría que puebla a cada personaje y elemento del mosaico, que refleja de forma directa el orden y la perfección que deseaba transmitir el arte bizantino, además de que en la construcción de cada elemento observamos un esquematismo perfecto, por lo que cada detalle se forma a través de líneas horizontales y verticales, ejemplo, de nuevo, de su orden, su perfección geométrica y su preferencia por la quietud y la tranquilidad en la que no hay choques de estilo, sino elementos de igual forma que se unifican en torno a un todo que busca la armonía.
Línea y Color: En este apartado observamos un fuerte predominio de la línea sobre el color. Los personajes aparecen de una forma totalmente bidimensional y con un contorno muy destacado que los diferencian del fondo de la propia obra, del que podemos comentar su color dorado, símbolo de Dios, de valor y lujo, que elevan aún más a la obra. De la misma forma los colores son en su totalidad planos, pues se desea expresar la bidimensionalidad ya mencionada a pesar de contar con pequeños detalles, como el traje de Teodora, en el que encontramos pequeños cambios de color que indican desdobles y pliegues; sin dejar atrás este vestido observamos su tonalidad púrpura, pues el manto de este color estaba reservado para aquellos en el poder, símbolo de este en Bizancio.
Luz: La luz carece de importancia pues no existen rasgos de volumetría destacables con lo ya mencionado anteriormente (bidimensionalidad y estatismo).
Espacio
El espacio carece de importancia por el estatismo y la bidimensionalidad de personajes y entorno; hablaremos por ello de lo destacado anteriormente, el color dorado, símbolo de Dios y por ello poder religioso presente de forma muy clara en el fondo que enmarca a Teodora y el resto de personajes de la obra, y de elementos que nos cuentan algo más sobre la propia obra: los pies danzantes que nos muestran los juegos de poder y la importancia de determinados personajes, que pisan a aquellos sobre los que se encuentran a nivel político, y que recalca una vez más la bidimensionalidad de la obra, o su estructura jerarquizada, en la que observamos a Teodora en una posición vertical más alta que al resto de personajes poseyendo una posición de mayor importancia.
Observamos también perspectiva abatida en la fuente que encontramos a la izquierda, pues como firme reflejo de su estilo artístico la realidad se muestra deformada, el interés no está en mostrar lo real sino una imagen con elementos simbólicos que manden un mensaje al espectador, y que sea así más comprensible.
Figuras
Las figuras poseen características con herencia directamente paleocristiana o, retrotrayéndonos algo más, egipcia; además de lo mencionado por su jerarquía o la circunferencia que rodea la cabeza de Teodora elevando su poder a la divinidad, observamos características físicas muy notables. Los pies danzantes mencionado anteriormente suponen una de las características más fácilmente observables de la obra, la isocefalia, característica por la que todos los rostros son muy similares, además de un marcado hieratismo, que denota la importancia primordial de la obra, mirar al otro mundo y ser testigos de aquello que hay más allá, que se escapa de lo puramente terrenal..
COMENTARIO
Nos encontramos ante una obra bizantina, con los rasgos ya mencionados, heredados del directamente anterior arte paleocristiano que van en busca de una representación idealizada, más centrada en el mensaje religioso y didáctico que en la forma, y que acercan a los personajes de sus obras a un estatus que se eleva del mundo terrenal a las figuras de poder y las acerca más a la divinidad que al mundo de los hombres, por ello su cercanía, con un ofrecimiento, a Dios, y su posición elevada que obliga al espectador a mirar encima de sí mismo, directamente al cielo. (Aquí puedes ver más ejemplos)
A nivel político el Imperio Bizantino tuvo una gran expansión durante el reinado de Justiniano, y una de sus muestras la podemos encontrar aquí: los mosaicos de Teodora y Justiniano muestran dos figuras que están por encima del resto, siendo una representación perfecta del cesaropapismo, por la que el propio emperador contaba con el poder político y religioso, unificándolos en sí mismo y aumentando su poder a cotas que se escapaban de lo sencillamente terrenal. (Ni Teodora ni Justiniano pisaron jamás Rávena pero resultaba importante que su imagen se propagase para mandar el mensaje de su tremendo poder, dándoles a conocer como líderes a pesar de que esa tierra fuese extraña para ellos, como ya había realizado Augusto en tiempos romanos)
El mosaico de Teodora se encuentra a la derecha. Ambos emperadores ofrecen presentes al Pantócrator del ábside
Con lo ya comentado a través de diversos elementos , todo lo que observamos en el mosaico nos habla sobre el poder político y religioso de Teodora y el Imperio (los mantos púrpuras, la jerarquización, el hieratismo, etc...). De esta forma la significación ideológica de los elementos de la obra cobra una importancia capital, rehuyendo de los cánones de perfección griegos y adentrándose en un esquematismo funcional, que aboga por un impacto más simbólico que directamente visual.
Esta obra nos sirve también para ver el progreso del mosaico a lo largo de la historia. Con Teodora veremos un mosaico que busca una funcionalidad por encima del arte por el arte griego, que ante todo necesita ser comprensible y ostentosa para una multitud, por lo que la relación entre arte y política es estrecha
Aún más, y distanciándose así también del arte romano, la inclusión y fuerza de la religión toma aquí un papel fundamental, pues es importante recalcar que el emperador ostenta también el poder religioso (cesaropapismo), y así el objetivo buscado es el de la comprensión por parte del pueblo, de asombro y reverencia ante un poder que encuentra sus fundamentos en otro mundo. (De aquí el esquematismo o la composición tan característicos: una necesidad de enseñanza y ostentación de un mensaje por encima de la propia obra).
Frente al de Teodora
Estos cambios tan severos los podemos ver al comparar con obras anteriores (Roma), como el Mosaico de Issos. Observaremos un choque frontal de estilos, en donde se sustituye sustituiremos perfección visual, más rica en detalles y fondo, que buscará el asombro del espectador por su tremendo detallismo, representando una acción con un fuerte componente narrativo, por la funcionalidad didáctica del mosaico de Teodora, mucho más calmado, solemne y estático.
Este cambio del arte más clásico por un marcado componente de funcionalidad se ve desde el propio románico, en el que ya se verá una alteración que irá en torno a una austeridad muy marcada, que buscará en mucha mayor medida deformar la realidad para mandar un mensaje con un alto componente simbólico en su iconografía que, con diversas técnicas (hieratismo, esquematismo, etc...) tratará de representa la realidad divina, pues el reino de Dios es otro y aquí no vemos la verdad, tan sólo un espejismo.
Raúl Naharro. 2º Bach. IES Lo Olivos en Mejorada
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