En septiembre de 1981 el gobierno había decretado máxima discreción, pese a que había un centenar de personas al tanto de que el cuadro regresaba al fin a España.
Apenas dos meses antes había desaparecido una camioneta en pleno centro de Nueva York con unos cuarenta grabados de Picasso, así que cómo no estar nerviosos. Por no hablar de que también se temía un secuestro con finalidades propagandísticas.
El cuadro, junto con sesenta y tres dibujos y bocetos, atravesó Manhattan sin incidentes y voló custodiado por ocho inspectores, ocho geos, seis miembros de la Brigada de Escoltas y seis efectivos de la Brigada de Información en un Jumbo con 316 pasajeros que desconocían que las pinturas, con un peso total de cuatro toneladas, iban en la bodega.
En Barajas fue SIT la que se hizo cargo de las operaciones. El avión llegó con unos tres cuartos de hora de retraso. Cuando aterrizó y se detuvo, fue rodeado por diez jeeps de la Guardia Civil y cien agentes, más veinte inspectores de policía, sin contar los guardias civiles apostados en los tejados de la terminal. A la caravana por la autopista, la avenida de América, María de Molina, Serrano y finalmente Alfonso XII, se sumaron aún unos veinte motoristas. Fue un trayecto fulgurante por las calles de la ciudad.
Pasaron todavía varias semanas hasta que el cuadro quedó definitivamente colgado tras el famoso cristal antibalas, en tres piezas, a siete metros de la pintura.
Obra Maestra (Juan Tallón)
TODOS NUESTROS POST SOBRE EL GUERNICA