La primera annotación es, que por este nombre, exercicios spirituales, se entiende todo modo de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras spirituales operaciones, según que adelante se dirá. Porque así como el pasear, caminar y correr son exercicios corporales; por la mesma manera, todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman exercicios spirituales.
No el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gusta de las cosas internamente.
San Ignacio con sus Ejercicios en el Hospital de Antezana
Pocos libros no artísticos han tenido tanta influencia en el arte como estas breves instrucciones para realizar ejercicios espirituales que redacta San Ignacio de Loyola en 1526 o 27.
La potencia que adquiere la Compañía de Jesús, sus numerosas fundaciones y el carácter casi de libro de cabecera que tendrá el libro para la sociedad católica de su momento harán que sus páginas sean un referente para mútiples pintores de la Contrarreforma barroca.
Pero además de temas completos, tal y como dice Gállego, San Ignacio en sus Ejercicios "sigue la tendencia de materializar las ideas puras, es decir, abstractas. Siente la necesidad de encarnarlas", potenciando el carácter aparentemente realista (aunque escondiendo en él múltiples ideas simbólicas) que caracterizará al barroco español.
Y es que San Ignacio comprende (tal vez por experiencia personal) que es necesario apelar a los sentidos para hacernos ver y sentir los más profundos arcanos religiosos. Es, en palabras de Santiago Sebastián, "una sensibilización de la imagen"
Con ello se aleja radicalmente del simbolismo y alegoría típica del misticismo de un San Juan de la Cruz (que, como bien demuestra la obra del Greco, se adecua mejor al espíritu manierista que al barroco) y, "gracias a la composición de lugar, veremos, oiremos, oleremos, gustaremos y palparemos el objeto de nuestra meditación" (Gállego).
Estos ejercicios se componen como un método rápido (4 semanas) de examen de conciencia y acercamiento a lo divino.
En cada una de los distintos ejercicios se realizan tres preámbulos.
Veámoslos en sus propias palabras
Primer preámbulo es composición viendo el lugar. Aquí es de notar, que en la contemplación o meditación visible, así como contemplar a Christo nuestro Señor, el qual es visible, la composición será ver con la vista de la imaginación el lugar corpóreo, donde se halla la cosa que quiero contemplar (...)
es ver el lugar: será aquí considerar el camino desde monte Sión al valle de Josaphar, y ansimismo el huerto, si ancho, si largo, si de una manera, si de otra.
Esta composición de lugar es toda una reflexión estética que iluminará a los pintores, reafirmándolos en el carácter teatral, profundamente sensitivo, que ha de tener la nueva obra de arte contrarreformista-barroca.
Observad este pequeño texto dedicado al infierno:
El primer puncto será ver con la vista de la imaginación los grandes fuegos, y las ánimas como en cuerpos ígneos. El 2º: oír con las orejas llantos, alaridos, voces, blasfemias contra Christo nuestro Señor y contra todos sus santos. El 3º: oler con el olfato humo, piedra azufre, sentina y cosas pútridas. El 4º: gustar con el gusto cosas amargas, así como lágrimas, tristeza y el verme27 de la consciencia. El 5º: tocar con el tacto, es a saber, cómo los fuegos tocan y abrasan las ánimas.
Ánimas del Purgatorio según Alonso Cano
Tras este primer preámbulo se une a lo sentitivo lo imaginativo, dándole un verdadero carácter iconográfico a la imagen, a la unirla con una intención piadosa. Son sus composiciones Imaginativas y tercer preámbulo
San Ignacio lo relata así:
2º preámbulo. En la invisible, como es aquí de los pecados, la composición será ver con la vista imaginativa y considerar mi ánima ser encarcerada en este cuerpo corruptible y todo el compósito en este valle como desterrado; entre brutos animales.
3º preámbulo es demandar lo que quiero, lo qual es propio de demandar en la passión, dolor con Christo doloroso, quebranto con Christo quebrantado, lágrimas, pena interna de tanta pena que Christo passó por mí.
Caravaggio. Cena de Emaús
Tras ello se produce el Coloquio que, como ocurría con los cuadros de Caravaggio (que será los grandes herederos de estos ejercicios), permite una identificación del fiel con el personaje religioso.
Un rasgo casi teatral que tanto inspirará a los grandes artistas barrocos
El coloquio se hace propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su Señor; quándo pidiendo alguna gracia, quándo culpándose por algún mal hecho, quándo comunicando sus cosas, y queriendo consejo en ellas; y decir un Pater noster.
En este sentido de identificación el santo jesuita llega incluso más lejos, uniendo vida y religión en los actos cotidianos (el Dios que anda entre las cacerolas de Santa Teresa)
Mientras la persona come, considere como que vee a Christo nuestro Señor comer con sus apóstoles, y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla; y procure de imitarle. De manera que la principal parte del entendimiento se occupe en la consideración de nuestro Señor, y la menor en la sustentación corporal, porque assí tome mayor concierto y orden de cómo se debe haber y gobernar.
A través de este método San Ignacio reparte las semanas a los pecados, la vida de Cristo, la Pasión y, la cuarta, a la Ascensión y Resurrección, haciendo pasar al fiel por todo tipo de situaciones (desde el infierno a la Gloria).
Un camino en el que se mezcla sentidos, imaginación y voluntad
Junto a todo ello los Ejercicios abundan en todo tipo de cuestiones prácticas (gradación de los ejercicios según el temperamento, madurez e inteligencia del fiel, formas de oración y penitencia, tan cercanas a la Devotio moderna e, incluso, al mundo erasmistas) y doctrinales (tan cercanas a Trento)
Alabar reliquias de sanctos, haciendo veneración a ellas, y oración a ellos: alabando estaciones, peregrinaciones, indulgencias, perdonanzas, cruzadas y candelas encendidas en las iglesias. Alabar ornamentos y edificios de iglesias; assimismo imágines, y venerarlas según que representan.