Cuenta Vasari que los últimos años de Parmagianino se sucedieron en su ciudad natal , enloquecido por la práctica de la alquimia.
La crítica actual le da poca relevancia a esta afirmación y prefiere hablar de los constantes problemas con sus patronos que le terminaran llevando al arresto y más tarde, al exilio voluntario.
Estos problemas se derivaron de esta obra en la iglesia della Steccata para la que había firmado la cuenca del ábside (nunca realizada) y el arco triunfal del presbiterio.
El pintor se encontró con problemas añadidos, como la presencia de casetones físicos que le dejaban escasos espacios planos. Esto debió estimularle aún más vistos los asombrosos resultados conseguidos en donde lo real y lo ficticio (un rasgo tan típicamente manierista) se confunden, dejando al espectador ante la duda final. ¿qué es lo real?
El tema pedido era el de las Vírgenes necias y prudentes, parábola que utiliza Jesús para hablar del comportamiento del cristiano, que siempre ha de estar preparado para la llegada de la muerte, cebando sus lámparas con aceite para poder encenderlas en cualquier momento (como hacen las de la zona izquierda)
Cada uno de los grupos ocupa el arranque del ábside, entremezclándose con los casetones, repitiéndose el esquema, con una figura central suavemente ondulada y dos en posturas forzadas (serpentinatas) a sus lados.
Todo el conjunto tiene mucho más de ballet cortesano que de doctrina cristiana, desde la belleza lánguida de las Vírgenes, sus posturas a las exquisitas vestiduras tornasoladas y metalizadas
Completando el conjunto aparecen grisallas que hacen ecos de las figuras del extremo contrario y toda una multitud de objetos esparcidos entre los casetones que (tal vez ahora sí) se conecten con el mundo de la alquimia.
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