EL JARRÓN DE LAS GACELAS. La exquisitez de la loza dorada nazarí

El Islam siempre ha dado una gran importancia a la cerámica polícroma (utilizándola tanto con objetos suntuarios como en los arrimaderos de las zonas bajas de los muros a través de los alicatados).

Al Andalus no fue una excepción y tuvo una gran desarrollo y perfección, tanto en el periodo califal (con sus famosas lozas de reflejo metálico en verdes y marrones) como en la época nazarí.

Durante este periodo se desarrolló una técnica (loza dorada) de tres cochuras (cocciones), la primera para el barro, la segunda para los colores principales y la tercera para las figuras, pintadas a mano alzada y las decoraciones doradas (ésta última en ambiente reductor, dejando sin oxígeno el horno)

Con esta depurada técnica se obtienen unos brillantes colores que se utilizan para decorar estas jarras, ya de por si grandes y puramente decorativas, que ocupaban grandes nichos, vinculándose a la arquitectura y su decoración, tal como se puede ver en esta imagen poco frecuente, la de encontrarnos una reproducción del famoso vaso de las gacelas en un nicho del patio de arrayanes gracias a la exposición celebrada en conmemoración al Primer Milenio del Reino de Granada.

Vista de esta manera la jarra casi se convierte en un personaje que habita la Alhambra, trofeo (por su exquisitez y complejidad técnica) del poder de los sultanes, que se exhibe y complementa tanto con los alicatados inferiores como las yeserías (que estarían policromadas) superiores.

Sus detalles (repito, según las investigaciones recientes pintados a pincel, a mano alzada), retoman temas tradicionales (gacelas, epigrafía, atauriques), aunque con un grado de amaneramiento que los vuelve cada vez más abstractos, puros ritmos lineales que juegan sobre la sinfonía de colores brillantes

UN RECORRIDO VISUAL POR LA ALHAMBRA