Iglesia de Santa María del Naranco al exterior y el interior. Edificio del estilo asturiano en su época ramirense (primera mitad del siglo IX). Cercanías de Oviedo.
En su alzado se observa el uso de sillarejo con una talla más cuidada en arcos, pilastras y esquinas. Los arcos utilizados son los de medio punto peraltados, apeados sobre columnas. El vano tiene un predominio sobre el muro.
En altura se observan tres pisos. En el alto se abre una puerta que conduce a las dependencias interiores, con un mirador en el central de triple arco, motivo que se repite, en tamaño reducido, en la zona superior entre dos pilastras estriadas.
Esta última estancia se encuentra cegada al interior, siendo una de la características cámaras del tesoro de origen visigodo e incierta función (¿cámara para esconder objetos litúrgicos ante las incursiones piratas? ¿celdas de monjes?).
Al interior se repite la forma de arco triple que luego se continúa en los lados mayores, funcionando como arco de refuerzo de la cubierta.
Ésta es una bóveda de cañón con arcos fajones que apean sobre las columnas adosadas entre arcos. Como refuerzo visual de este sistema de apoyos, desde el fajón y hasta el capitel, se dibuja la estructura de una pilastra estriada como las que vimos en el exterior.
LLLa decoración es plana y condicionada a la arquitectura, apareciendo en las ya citadas pilastras de sabor clasicista, el sogueado de las columnas de origen germánico
Los capiteles (corintios en el exterior, cúbicos en el interior)
Los clípeos que aparecen en las enjutas. En ellos, tallados a bisel, aparecen motivos animalísticos enfrentados de cierto recuerdo oriental (probablemente recogidos de textiles).
Su relieve es muy plano, tal y como era en lo visigodo, casi más dibujístico que escultóricos.
Clípeo en la parte inferior con motivo zoomorfo y relieve ¿órdenes ecuestre u eclesiástico? en el superior
COMENTARIO.
El edificio que analizamos puede ser considerado como uno de los grandes hitos de la arquitectura medieval española. Esta afirmación se sustenta en dos grandes ideas.
La primera de ella es técnica. El arquitecto de Santa María del Naranco utiliza, de una forma asombrosa, una precisa utilización de los pesos y sus contrarrestos. De la misma forma que ocurre en Santa Cristina de Lena, emplea el sistema de bóveda de cañón con valentía, pues no existían (al menos, no se han conservado) ejemplos de un espacio tan amplio cubierto de esta manera.
En la época anterior, la visigoda, las bóvedas se reservaban para ciertos lugares (ábsides) o, de ser utilizadas en todo el conjunto, se parcelaban por zonas, como ocurría en la tardía de San Pedro de la Nave. De la misma manera se había actuado en la tapa prerramirense (San Julián de Prados), pudiéndose encontrar un antecedente, aunque de dimensiones más reducidas, en la cripta de San Antolín en la catedral de Palencia (su parte visigoda).
Santa Cristina
.
Cripta de San Antolín, catedral de Palencia. Su primer tramo, de tiempos visigodos, a menudo se ha puesto como antecedente de la cubrición de los edificios asturianos, y especialmente con la zona baja de Santa María del Naranco
Este reto técnico que comentamos, la amplitud del espacio a cubrir, obliga al arquitecto a diseñar una forma de sujeción más elaborada que lo empleado anteriormente. Para ello utiliza, adelantándose a las soluciones del románico, el refuerzo de arcos fajones a tramos regulares. Estos, a su vez, apean sobre una estructura de arcos ciegos sobre columnas adosadas al muro que, al exterior, se convierten en contrafuertes. De esta manera, tan sobria pero eficaz, logra articular el espacio de una forma rítmica a la vez que confiere la seguridad suficiente al edificio como para darle su singular sensación de verticalidad que llega a la proporción de tres de altura por uno de base. De la misma forma, el citado reparto de pesos le permite la apertura de numerosos vanos, tan infrecuente en la época.
Además de estos aspectos técnicos, el edificio posee otro tipo de singularidades tanto formales como ideológicas.
Aunque ahora la conocemos bajo su advocación de iglesia, en origen, fue Aula Regia destinada a la ceremonia de la entrega de enseñas al ejército asturiano antes de la batalla.
Según algunos autores, y sin desmentir por completo lo anterior, opinan que la arquitectura fue utilizada como palacio privado (con funciones de retiro) de Ramiro I en las cercanías de su capital, Oviedo. Esta hipótesis se apoyaría, entre otras cosas, por la presencia inmediata de una iglesia palatina, San Miguel de Lillo, así como por la aparición del tema de los miradores, muy poco frecuente en la arquitectura medieval y unido a su carácter civil y placentero. Con ellos se produce la novedad de integrar el edificio en el paisaje, comunicándose con él.
Además de lo dicho, en el piso inferior, comunicado por dos puertas (una de en lado menor y dos en los mayores), se encuentran dos dependencias. La mayor de ellas, cubierta por una bóveda de cañón, que sigue los modelos de la cripta de San Antolín y la Cámara Santa de Oviedo, se ha interpretado como cuerpo de guardia para la protección del rey. Anejo a él se encuentra otra estancia de menores dimensiones y planta cuadrada. Su utilización ha sido muy discutida.
Las últimas excavaciones realizadas han descubierto canalizaciones de agua que podrían indicar su función de baño privado que completaría (junto a los miradores) la imagen de una vida lúdica y refinada de la corte asturiana que tan lejos se encuentra de la idea tradicional que tenemos de la Edad Media.
Todo lo comentado nos pone en la pista de un periodo de esplendor entroncado directamente con el mecenazgo regio de Ramiro I, monarca de escaso relieve histórico pero fundamental en nuestro arte, pues de su iniciativa, y quizás de mano del mismo artista, parten, además de esta obra, las contemporáneas San Miguel de Lillo (capilla regia) y Santa Cristina de Lena(¿Pabellón de caza reconvertido?) que muestran similares soluciones técnicas y decorativas de un arquitecto (y equipo), acaso no hispano y de seguro en contacto con las soluciones y motivos bizantinos (copia, en las jambas de San Miguel de Lillo, del díptico consular de Aerobindus) que sabiamente une con la tradición visigoda (cámara del tesoro, distribución de volúmenes, sogueados, separación litúrgica, con iconostasio, en Santa Cristina) y las referencias carolingias (tribunas regias sobreelevadas en la zona de los pies, como en San Miguel). Con todas estas influencias, y adelantándose a ciertos modos que serán típicos del románico, logrará crear un edificio singular y emblemático del arte europeo.
San Miguel de Lillo
el analisis me ha servido de mucho.
ResponderEliminargracis de parte de Julen :)
Muy útil!!!
ResponderEliminarGracias!!
ResponderEliminarTe quiero grande
ResponderEliminar