jueves, 28 de septiembre de 2023

EL BOSQUE SAGRADO DE BOMARZO, EL PARQUE DE LOS MONSTRUOS
























Pocos jardines muestran más claramente el paradójico mundo manierista que este de Bomarzo.























Creado por Pirro Ligorio y Vignola bajo la supervisión directa de su comitente, , Pierfrancesco II Orsini, como homenaje a su esposa, Julia Farnesio, recientemente fallecida, supone un gigantesco acertijo cuyas claves últimas desconocemos.


Su mente creadora fue el propio Orsini, primogénito de la familia y apartado de ella por su figura contrahecha y su rechazo a los quehaceres militares.
























Frente a ello destaca su pasión bibliófila, su exquisita educación y sus amistades neoplatónicas. Fue un gran conocedor de la mitología y literatura clásica pero también de los bestiarios medievales, la alquimia y la astrología.

Muchas de estas obsesiones se plasmarán en este parque en donde se acumulan múltiples figuras a tamaño gigante esculpidas en la propia roca volcánica.

Muchas de ellas remiten al mundo mitológico (Hércules, Neptuno, Glauco...), otras son reconversiones de los bestiarios medievales (Elefante, Dragón, ballena..), existiendo también otros caprichos de más compleja filiación (Ogro, Casa Inclinada). 



En todo caso responden perfectamente a lo que Maria Luisa Caturna denominó “complacencia en el equívoco”, algo que las propias inscripciones subrayan con su carácter hermético o, simplemente, paradójico, que podría ser interpretado como un lugar iniciático en donde el espectador debe enfrentarse a sus propios fantasmas y darles, como en los oráculos antiguos, una respuesta propia, aunque nunca unívoca.



Entra así en la categoría (tan típica del manierismo) de la subjetividad absoluta que se alcanza a través de la confrontación de contrarios (en el Parque se pasa constantemente de lo grotesco al puro horror, de lo lúdico a lo pavoroso) que pretende hacernos salir de los caminos de lo normalizado (de nuestra zona de confort, como diríamos ahora) para provocar la iluminación (como se plantea en la alquimia).
























Este mismo rasgo de subjetividad hace sumamente complejo su análisis, pues aunque las referencias sean conocidas en su mayoría, es muy probable que fueran interpretadas desde una perspectiva casi privada que sólo un círculo muy cerrado conocería.


























Por otra parte, hemos de recordar que el Parque estuvo durante siglos abandonado, y cuando se emprendió su restauración (ya en pleno siglo XX), se prefirió dejar la vegetación espontánea que había crecido en torno a las figuras. Por ello no conocemos realmente qué tipo de jardín planteaba Ligorio (apenas que estaba realizado por medio de caminos serpenteantes frente a la tradicional geometría), y ahora nos encontramos más con una evocación romántica que manierista.
























Todo el parque culmina en el templo dedicado a la memoria de Gulia Farnese que ya analizaremos 

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