martes, 31 de enero de 2012

LA GALERÍA HUMBERTO I, NÁPOLES O EL MUNDO DE LOS PASAJES


Decía Benjamin que las galerías (los pasajes) eran el símbolo de la nueva ciudad decimonónica en donde todo era transparente, luminoso y deseable. Una imagen central y desnuda en el que el capitalismo se exhibe impúdicamente, anunciando así muchas de las conclusiones de la famosa sociedad del Espectáculo de Deborb.

Ahora nos han quedado como bellos y decadentes ejemplos históricos pero en ellos están todos los gérmenes de los centros comerciales actuales en donde el consumo se ha convertido en ocio, especialmente si se realiza en un entorno exento de los fatigas climatológicas, y mejor aún si ese entorno nos logra transmitir una sensación de lujo, elegancia y sofisticación con el que se puede identificar el paseante por el simple hecho de comprar entre columnas y adornos tardobarrocos.


Todo esto ofrecían los pasajes, y sus ideas se plasmaron de forma arquitectónica: la mayor modernidad de la época (la arquitectura del hierro y el cristal) envuelta en los más lujosos oropeles de otro tiempo (un refinado eclecticismo).

Y aunque Benjamin se refería especialmente a París, nosotros hemos tomado algunas imágenes de la Galería Humberto I en Nápoles (que también conoció) para poner cara a estas ideas.
Como se habrá podido ya apreciar su arquitectura toma numerosas ideas: el eclecticismo de formas barroco-rococó en los muros y entradas triunfales. 




La planificación cuasi neoclásica de su cruz griega centrada en una cúpula



Y por supuesto la arquitectura del hierro y el cristal de su elegante abovedamiento, especialmente en su atrevida cúpula 



Pero las causas de su creación son todavía más claras.
 Esta galería se encuentra enclavada en uno de los barrios más degradados, frontera con los famosos Quartteri Spagnoli renacentistas de callejuelas estrechas, insalubres y habitadas por un subproletariado poco recomendable. 



Se pretendía, por tanto, expandir el carácter aristocrático de la contigua Plaza del Plebiscito y Teatro San Carlos para dar una nueva imagen a la ciudad y crear un lugar burgués y con ciertos toques intelectuales (asiduos visitantes de la Galería fueron  Serao, Salvatore di Giacomo, D' Annunzio, Goethe o el propio Benjamin al que tanto fascinó esta ciudad.

La galería de Vittorio Emanuele II (Milán)






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