lunes, 16 de marzo de 2015

VELÁZQUEZ BÁSICO


































Ilustración de Ana Molinero

Nació en Sevilla en donde recibió formación en el taller de Francisco Pacheco, convirtiéndose en el pintor del rey Felipe IV, lo que le dará la oportunidad de conocer la pintura de Tiziano y de pintores italianos (Leonardo, Miguel Ángel...) en sus dos viajes a Italia.




















Trabajará casi todos los temas (mitología, pintura de Historia, de género, paisaje, retratos y religiosa; muchos de ellos con una segunda lectura simbólica, a menudo muy compleja, pues se trata de un pintor culto y reflexivo) con un estilo que evolucionará desde el tenebrismo hasta las formas venecianas. Entre sus grandes aportaciones se encontrará el magistral estudio de la psicología del retratado, el dominio de la perspectiva, la pincelada suelta que realiza al óleo y sin bocetos previos (a la prima), retocando a menudo sus obras años después de realizarlas (arrepentimientos, ahora visibles).

En su vida profesional estará continuamente obsesionado por el éxito social que finalmente logrará al ser nombrado noble en su etapa final.

Influirá en Goya, en el Realismo, Manet y en el Impresionismo. Ya en el siglo XX, Picasso lo tomará para realizar sus famosas Meninas.
























Sevilla en el siglo XVII


1. Etapa sevillana (1617- 1622)

Tras su aprendizaje en el taller de Pacheco (mediocre pintor pero gran teórico), comienza a realizar sus primeras obras muy influido por la técnica tenebrista (luz fuerte y dirigida, pincelada fina, interés por el volumen y por las texturas, realismo de los personajes, composición atectónica, diagonales y escorzos...)


























Sus temas más habituales son los bodegones a los que añade figuras que, en la cultura de la época, tendrían un significado alegórico hoy en día casi por completo desconocido (El aguador de Sevilla podría ser la representación de las tres edades del hombre). Combina la escena de género con el bodegón.

Entre sus principales obras destacan: La vieja friendo huevos , El aguador de Sevilla, La adoración de los Reyes Magos.



2. Primera etapa madrileña (1622- 1629)

Gracias a los contactos de su suegro, Francisco Pacheco, Velázquez viajará a la Corte, consiguiendo rápidamente el cargo de pintor real de Felipe IV.
Retrato de Góngora
.
Gracias a ello podrá conocer la gran colección de pintura veneciana (especialmente Tiziano) que guardaba el Palacio, lo que irá que su estilo vaya variando poco a poco, abandonando el tenebrismo de su etapa sevillana a favor de una pintura más suelta y colorista.

Su cargo de pintor real le harán volcarse hacia el retrato en el que empezará a destacar su captación psicológica (Infante Don Carlos, Bufón Calabacillas)

El triunfo de Baco será la gran obra de este periodo que ejemplifica claramente el cambio de influencias. Se trata de un tema de género (bodegón del primer plano) que se funde con la pintura mitológica, aunque vista de una manera un tanto irónica (el dios Baco con un acompañante corona a un bebedor como reconocimiento a sus méritos).

Técnicamente la pincelada se va haciendo más suelta y se observa un pequeño atisbo de perspectiva aérea al modo de Tiziano. Venecianos también serán los nuevos colores claros y cálidos, la idealización de Baco o su desnudo parcial. Por otro lado aún persisten técnicas sevillanas como el realismo de los bebedores, la importancia de las texturas o el espacio, aún muy reducido.

Por último se observa una curiosa contraposición entre Baco y los bebedores (claroscuro, idealismo-realismo, posturas, gestos...) que será muy común en su pintura.


3. Primer viaje a Italia (1629-1631

Gracias al patrocinio real Velázquez podrá viajar a Italia para completar su aprendizaje, estudiando en directo obras de Leonardo, Miguel Ángel (su Capilla Sixtina), Correggio, los venecianos...
De todo ello asimila la pincelada suelta, la perspectiva aérea, el tema mitológico y el desnudo que aparecen en dos obras de este periodo: La Túnica de José y La fragua de Vulcano.  Basado en un tema mitológico (Apolo llega a la fragua de Vulcano para comunicarle el adulterio de Venus con Marte), su composición (mucho más evolucionada que la de Baco) se centra en torno al yunque central, en donde aparece Vulcano, creando un espacio central en torno al cual se colocan los personajes. Por otra parte, a la izquierda, abre una ventana a la manera leonardesca en donde aparece una clarísima perspectiva aérea.
Dos de las grandes novedades del cuadro son sus estudios anatómicos (muy influidos por la escultura clásica) y la penetración psicológica de las distintas figuras ante la noticia sorpresa.

4. Segunda etapa madrileña (1631-1648)
Tras su retorno a la Corte se inicia una primera etapa de madurez y éxitos profesionales que le convertirán en la gran figura de la pintura española. 





























Baltasar Carlos en el picadero, acompañado por el Conde Duque

Como pintor de cámara realizará numerosos retratos de profunda captación psicológica de los reyes tanto en pie (Felipe IV) como a caballo (símbolo de realeza como Felipe IV, Isabel de Borbón o el príncipe Baltasar Carlos). También retratará al valido (Retrato del conde-duque de Olivares, de pincelada muy suelta y plasmación de la perspectiva-aérea) y a los bufones (Pablos de Valladolid y El niño de Vallecas).
                                                   Felipe IV en Fraga

Especial relevancia tendrá el retrato de Martínez Montañés esculpiendo la figura del rey para su monumento ecuestre (como ya vimos aquí)

También practica el tema religioso: (Crucificado, de clara influencia de Martínez Montañés, o el curioso Cristo y el Alma cristiana).



























Se le encarga la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro en el que crea toda una serie de referencias a las victorias de la monarquía española. Aunque la mayoría de los cuadros son encargados a otros pintores (Zurbarán, Carducho) bajo su supervisión, Velázquez se reserva los retratos de los reyes y Las Lanzas, que recoge la rendición de la ciudad de Breda así como el comportamiento caballeroso de los españoles, que no dejan arrodillarse al vencido en su entrega de las llaves. Técnicamente destaca su pincelada suelta y su perspectiva aérea junto a una composición compleja pero de lectura clara en donde los movimientos de los caballos crean un movimiento circular en torno al grupo.
Para la Torre de la Parada, y envuelto en el universo Rubens, Velázquez pintaría dos filósofos (Esopo y Menipo) y el famoso Marte pensativo

5. Segundo viaje a Italia (1648-1651)
Encargado por el rey para la compra de obras (muchas de las cuales se encuentra en la actualidad en el Museo del Prado, como tintorettos, vaciados de esculturas clásicas...), este segundo viaje a Italia significa la consolidación de su prestigio como pintor a nivel internacional, siendo invitado a exponer en la elitista Academia del Panteón.






























Autorretrato (posiblemente de este segundo viaje)

Retrata también al papa Inocencio X, con profunda captación psicológica y realiza dos paisajes sobre los jardines de la villa de Médici  en donde aparece una técnica ya casi impresionista de pincelada muy suelta. (Algunos autores piensan que estos dos paisajes pertenecen a su primer viaje a Italia).
La Venus del espejo  será la gran obra de este momento, único desnudo femenino del artista representa el tema clásico del amor (Cupido) atado a la belleza (Venus). El desnudo es de una gran belleza lineal que es subrayado por la rica policromía de las telas que la envuelven. La aparición del espejo y su reflejo borroso ha creado numerosas interpretaciones.

6. Período final  (1651-1660)
En sus últimos años, y de nuevo en la Corte, Velázquez alcanza la maestría de su estilo y logra su ansiado título de nobleza, pues el propio rey, tras un largo proceso, le honra con el hábito de Santiago. Su técnica se vuelve aún más suelta en pincelada, creando ambientes vaporosos de tonos rosados y de marfil, a la vez que investiga en la perspectiva y reflexiona sobre el propio valor de la pintura...
Además de otros retratos (busto de Felipe IV, infanta Margarita), sus dos grandes obras maestras son Las Meninas y Las Hilanderas  en donde funde la escena de género (un taller de tapices) con la representación mitológica (en primer término la disputa entre Palas Atenea y Aracné acerca de sus modos de tejer; en el fondo, la segunda parte de la historia, con la victoria de Palas Atenea y el castigo de Aracné).
Sus aciertos estéticos son múltiples: utilización de la luz en distintas gradaciones, perspectiva aérea, composición del primer plano inspirada en la capilla Sixtina, pincelada muy suelta, captación del movimiento de la rueca...
Plaza de Ramales. En la iglesia (destruida) de San Juan Evangelista fue enterrado el pintor



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