La tempestad de Giorgione, su poética representación de la naturaleza, sus enigmas interpretativos, la propia obra del autor, siempre tan escasa y llena de controversias,.... han generado una impresionante literatura que vamos a utilizar para acercarnos a la obra de una forma diferente, acaso tan poética como el propio cuadro (para saber más sobre el autor y su arte, ya publicamos aquí un artículo)
Las obras de Zorzo da Castefranco: Giorgione, como ahora lo llaman. Fue trágico el que muriera tan joven, tan lleno de futuro. Y tan atrevido, rompiendo la tradición florentina de los diseños preparatorios para pintar directamente sobre el lienzo. Como podéis ver, los contornos son más suaves, los colores más sutiles, y las temblorosas pinceladas parecen otorgar movimiento a las imágenes
Vasari, que casi fue su contemporáneo, nos dice que
«dibujaba con el mayor placer», que le gustaba tocar el laúd en las fiestas
cortesanas, y (fíjese bien) que «se deleitaba sin cesar en los goces del amor».
Hasta tal extremo amó, que siguió manteniendo tratos carnales con la dama que
se había rendido a sus requiebros, cuando la peste se ensañó con ella, y en la
convicción de que la enfermedad se extendería a él por vía venérea: ¿cree usted
que un hombre que se arroja así al suicidio, en su obsesión por recoger el
último aliento de su amada y acompañarla en su descenso al Hades (porque el
amor de Giorgione era pecaminoso, casi con seguridad adulterino), cogía los
pinceles cuando se lo dictaba la estreñida inteligencia? No, amigo mío,
Giorgione sólo obedecía al imperio brusco de la pasión o a la tortura de sus
desolaciones, al regusto amargo que nos deja la carne o a la exultación que nos
produce el acceso a la mujer amada. No busque símbolos ni misticismos ni
intrincadas mitologías en su obra: incluso cuando trabaja de encargo, libera el
manantial del sentimiento, y eso lo hace más próximo a nuestra sensibilidad.
La tempestad: también en ese cuadro hay un acontecimiento
que no acontece, una amenaza que queda suspendida en el aire, un rayo que no
llega a desatar la lluvia. Los personajes de La tempestad no parecen
sobresaltados, nada altera su indiferencia, nada los inmuta. En La tempestad,
como en Venecia, no llegan a desencadenarse los fenómenos, la vida pende,
sostenida de un hilo, desafiando las leyes físicas, y esa inminencia que no
llega a definirse nos causa aprensión y desasosiego.
Fue el primer pintor que aplicó directamente el color en sus
telas sin dibujo previo, lo cual le obligaba a retocar muy a menudo. Si
realmente hubiese premeditado el tema de La tempestad, si, como usted sostiene,
hubiese querido representar mediante alegorías un asunto de significado sólo
accesible a espíritus iniciados, ¿no cree usted que primero habría ejecutado un
bosquejo en carboncillo? El artista que planea minuciosamente sus
composiciones, como el ladrón que planea el asalto a un banco, necesita fijar
previamente y casi al milímetro sus itinerarios. Giorgione era un intuitivo,
digamos un ladrón impulsivo: rectificaba sobre la marcha. No tengo que
recordarle, pillín, que en La tempestad, en el lugar donde hoy figura el
paseante con el bordón, Giorgione había pintado primero una mujer desnuda,
bañándose en el arroyo, que suprimió en la versión final: eso echa por tierra
la hipótesis de un tema preconcebido, ¿no le parece?
La tempestad, desengáñese, representa un estado de ánimo,
una pasión del alma que entra en comunión con el paisaje. Giorgione fue el
primer romántico, quizá también el último, porque los que vinieron después eran
un hatajo de botarates.
Todos los colores empleados en las figuras vuelven a aparecer en otros lugares, incluido el rojo y e anaranjado de la vestimenta del soldado (como varios siglos después realizaría Cezanne)
En la terminología actual, esta obra es un paisaje con figuras (...) Todos los efectos contribuyen a que la atmósfera sea sumamente palpable: envuelve a todos los objetos y llena el espacio que hay entre ellos. Nunca antes se habían visto efectos parecidos en el arte moderno. Fue un logro conseguir esta visión unificada, tratar la naturaleza con un tono específico que corresponde a los sentimientos de sus habitantes, y plasmar con ello la comunicación del hombre con la Naturaleza
Todas sus formas han sido construidas a través de un sistema de equilibrios mutuos y entretejidas en una unidad estructural. No hay huellas, en el esquema general del diseño, de la mentalidad aditiva propia del Quattrocento, ni de la estética rectilínea que deriva de la perspectiva del siglo XV (...) Este funciona según principios similares a los de Leonardo
Freedberg. Pintura en Italia 1500-1600
UN ANÁLISIS ESTILÍSTICO
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