Cuando hablamos de brutalismo siempre pensamos en grandes moles de cemento gris, tan áridas como imponentes.
Y algo de eso hay en este edificio, aunque no realmente.
Pues si su arquitectura es de una verdadera potencia en bruto (como diría Le Corbusier), el verde de cipreses, palmeras, pitas, hiedras y todo tipo de bulbos invade la construcción.
Construido en 1975 por Fernando Higueras Díaz (1930 - 2008) y Antonio Miró Valverde (1931 - 2011) para acoger viviendas militares, su estructura se pliega y repliega en las calles adyacentes a la glorieta de Fuencarral, creando una estructura serpenteante que no deja de articularse por un solo momento.
Como ya decíamos aquí, su material es el hormigón en bruto, sin ningún tratamiento para cambiar el color y sin siquiera pulir las aristas que dejaron sus encofrados.
Como ya veíamos aquí, este tratamiento recibe el nombre de brutalismo y habría que relacionarlo directamente con la obra madura de Le Corbusier (Ronchamp, Unidad de Habitación).
Y sobre todo sus fantásticos balcones de gran volumen y perfil aerodinámico que utilizaba como "cejas" de la arquitectura, proyectando sombra a la vez que le da características verdaderamente escultóricas (brise soleil).
Todas estas características producen una interesante relación con la luz, que resbala por las más pulida, se rasga en los accidentes de las más rugosas, explota contra los salientes o no puede entrar en los grandes huecos.
Pero lo verdaderamente interesante de este edificio es la presencia de la vegetación que comporta un nuevo color y textura a toda la arquitectura, convirtiéndolo en una especie de pequeña selva que trepa por el cemento.
Para su organización los arquitectos situaron dos grandes zonas de plantación: la horizontal de las balconadas y las grandes verticales de los pilares, en donde se ha situado grandes hiedras que llegan hasta el techo.
En las zonas comunes privadas se crean además otros ajardinamientos en el plano tierra
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