Al parecer, Santa Sofía no tuvo mosaicos figurativos durante su primera construcción en tiempos de Justiniano, y sólo a partir de la segunda Edad de Oro irán apareciendo.
Muchos de ello serán eliminados, primero por los destrozos de los cruzados en el XIII y porteriormente al convertirse en mezquita en el XV tras la conquista turca, por lo que en la actualidad sólo conservamos algunos ejemplos, magníficos, al que vamos a dedicar este post.
En el endonártex (segundo nártex), sobre la puerta principal nos encontramos con el primero de ellos. Fechado en torno a los siglo IX o X en él ya nos aparecen algunos rasgos típicos de lo bizantino: el Pantocrátor y, junto a él, el soberano (basileus León VI o su hijo Constantino VII) en actitud de sumisión y ofrenda, recordando el origen de su poder (aquí lo analizamos), derivado de lo divino y así justificado.
También el la parte baja (entrada sudoeste por la que accedía el emperador en su procesión hacia el altar), nos encontramos con un nuevo mosaico aúlico, quizás el más simbólico de todos. En él, a ambos lados de una Virgen kiriotisa (Trono del Niño) nos encontramos a Constantino (derecha) que la ofrece la ciudad amurallada de Constantinopla, y a Justiniano (izquierda) ofreciéndole la propia basílica. Encontrado en una restauración se fecha en el siglo X.
En la bóveda de horno del altar encontramos a una estilizada Virgen Kiriotisa con Niño sobre un lujoso trono y escabel. Siglo IX
Si ascendemos a la tribuna superior encontraremos de nuevo al Pantocrator rodeado de la Emperatriz Zoe y su tercer marido, Constantino. Del siglo XI es el mosaico que mayor rigidez acusa de todo el conjunto.
Junto a él, y de nuevo con una Virgen Kiriotissa, Juan II Conmeno y la Emperatriz Irene, del siglo XII, mucho más realista.
Desde esta tribuna podemos observar los cuatro querubines que decoran las pechinas.
Por último, el mejor de todos, el llamado de la Deesis del siglo XIII (Tercera Edad de Oro) que nos representa al Pantócrator en el centro con la Virgen y San Juan.
Pese a su deterioro en las partes inferiores su ejecución es magistral, con una riqueza de claroscuros y una humanidad en los rostros que están muy cercanos a los frescos del Giotto (muy probablemente serán estos artistas de la Tercera Edad de Oro quienes emigrarán paulatinamente hacia Italia y originen la gran escuela del Trecento)
He vuelto a entrar en tu blog. Muy bueno el post de Santa Sofia y todo en general. un sld.
ResponderEliminarMuchas gracias, Javier
ResponderEliminarComo ves, y durante algunos meses más, cada domingo quiero poner un post sobre Estambul
Y cómo gestionaran estos mosaicos cuando vuelva a ser mezquita? porque el arte islámico no acepta representación de figuras humanas...
ResponderEliminarEn la hora de rezo cierran con una cortina luego abren la cortina para la visita turística.
EliminarMe ha encantado la publicación, enhorabuena.
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