JAUME PLENSA. ESCULTURAS DE VACÍO

Una de las líneas de trabajo que más me fascinan de Jaume Plensa son sus esculturas, vacías y suspendidas.

Son obras creadas por mallas de acero que, en ocasiones se crean a través de letras y se suspenden finos cables, siendo la ingravidez un componente esencial, que niega la tradicional masa (y peso) de la escultura tradicional y nos propone internarnos en un mundo distinto al habitual, lleno de sugestiones.

Su lectura (tan posmoderna) es múltiple (y no excluyente).

Si queremos verlas como esculturas tradicionales, es decir, puro volumen proyectado hacia el exterior (la gestalt y la tradición así nos lo "ordena"), encontraremos sus tradicionales cabezas y hombres pensantes.

Puras figuraciones que nos exigen silencio y concentración, dos de los conceptos claves de su obra que desprecia lo narrativo por formas mucho más meditativas, que exijan del espectador un paso más allá de lo puro fenoménico.

En aquellas construidas por letras y símbolos, esta piel adquiere nuevas connotaciones y significados, pues ya no es (sólo) una forma, sino también un mensaje

Si queremos podemos continuar explorando nuestras percepciones, buscando más allá de la fina capa de acero para encontrarnos con el puro vacío que es contenido por él, una idea muy cercana a las filosofías orientales que nos hablan de lo que hay pero también de lo que no (en realidad, un concepto que la nueva cuántica maneja ya con naturalidad) y nos propone un juego fascinante entre el interior y el exterior que rompe (una vez más) con la tradicionales convenciones de la escultura.

Ambos aspectos (lo lleno y lo vacío, el soporte y lo soportado, el exterior y el interior) son traspasados por un tercer elemento, la propia luz que ilumina la "piel" de la esculturas y llena su interior para, al fin, proyectarse sobre paredes o suelos, creando una nueva realidad (casi platónica) de las cosas como un puro recuerdo, una visión fugaz y falseada realizada desde el interior de la caverna.

Todos estos aspectos se interrelacionan entre sí y con el espectador, que habrá de elegir la percepción o generar una experiencia más rica, pasando de una a otra (cenestésicamente incluso).

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