Se
trataba de una obra de ampliación de la estación de Atocha en relación
con la puesta en marcha del AVE a Sevilla que debía respetar gran parte del
edificio decimonónico de hierro y cristal. (Forma parte de un ambicioso
proyecto para modernizar la arquitectura española a través de la Expo con
Calatrava y Ortiz, las Olimpiadas con Foster, Bofill)
La
planta recoge la forma basilical de la antigua estación que es reconvertida en
un jardín tropical de palmeras en donde se colocan los distintos servicios de
cafeterías…, sirviendo como lugar de espera y paseo, antesala del clima
sevillano.
Añadida a ésta y unida por un hall de columnas de amplio capitel en
abanico que permiten un espacio diáfano en donde se encuentra la entrada a las
vías. Éstas últimas se cubren con una nueva estructura semidiáfana.
Junto
a ello se planificó un distribuidor que unificara la estación con la red de
metro compuesto por un gran espacio circular de colores vibrantes, y un aparcamiento.
Todo
el conjunto se unifica gracias a una excelente circulación tanto en horizontal
como en vertical (escaleras sobre el jardín), estando compuesto por distintas
unidades de distintos estilos y espíritus.
El
alzado y cubierta es distinto en cada una de las unidades. En la antigua
estación se deja a la vista la estructura en ladrillo y hierro de la antigua
estación, interviniendo escasamente en él (como tampoco en su cubierta de
hierro diáfana en la zona central para dar luz al jardín tropical al que se
añadió un sofisticado juego de pulverizadores para controlar la humedad
necesaria).
El
hall de transición se organiza como lugar sin excesivo diseño que una
intercambiador y vías, de grandes superficies diáfanas y escasa decoración, con
grandes techos adintelados.
El
transbordador se configura como una de las piezas esenciales en su conjunto. Al interior destaca su cúpula que recuerda
en Panteón con su óculo central, así como las magníficas paredes diáfanas sobre las que se apoya.
Al exterior, su estructura en ladrillo la hace unificarse con la estación, creando grandes pilares esquinados en donde aparece un pequeño doble orden
en la parte inferior compuesto por un anillo de mármol con pequeñas columnas.
Su simplicidad y fuerza (con sus pilares esquinados), con tendencia a la
horizontalidad y un juego de ecos con la cercana cúpula de Real Observatorio de Villanueva, se contrapone con la gran torre prismática del reloj, a mitad
de camino de las torres florentinas o los cuadros de de Chirico, que se propone
como hito de todo el conjunto.
Junto
a él se abre la zona de aparcamientos bajos (con cúpulas baídas con óculo
central) y la zona de trenes, abierta al exterior por medio de una gran mampara
de cristal y hierro.
En
su interior el nuevo material es el hormigón que realiza una estructura
ortogonal de altos pilares que sustentan a un techo de hierro que alterna modernas "bóvedas de abanico" con casetones y
zonas traslúcidas, lo cual quita peso visual a la estructura e ilumina
cenitalmente (como es habitual en todo el conjunto)
La
obra de Moneo siempre se ha caracterizado por su capacidad para integrarse en
el entorno de una forma moderna pero sin producir distorsiones. Quizás su obra
maestra en este cuestión sea el Museo de Arte Romano de Mérida o elayuntamiento de Murcia o el Museo del Teatro Romano de Cartagena. Para ello es fundamental el interés por el material
tradicional (ladrillo, mármol) que se mezcla sin solución de continuidad con el
acero o el hormigón.
De
la misma manera, sus formas siempre responden a un profundo poso clásico que
toma esencias de monumentos y proporciones antiguas (la basílica en Mérida, el
cubo, aunque desplazado en el Kurssal, aquí el Panteón o la arquitectura del
hierro...) con unas proporciones humanas que son compatibles con el entorno urbano
en el que interfiere de forma suave pero efectiva.
Por
todo ello se le ha incluido en la nómina del movimiento posmoderno (Venturi,
Siza, Bofill) que busca más la conciliación con el entorno y la historia que la
exhibición de la tecnología (High tech de Foster o Rogers, Nouvel) o de las
formas dislocadas, puestas en su máxima inestabilidad (deconstrucción de
Gehry, Calatrava, Sara Said…).
Quizás
su mejor aportación a la arquitectura española sea esta falta de
espectacularidad para la creación de espacios sumamente funcionales y
relajantes por sus estructuras, algo alejados a la prisa que es habitual en
estas estaciones, incluyendo incluso la naturaleza como una forma de humanizar
la arquitectura, volverla de nuevo antropocentrista, como si fuera un
renacentista del siglo XXI.
Muy buen reportaje. Admiro la obra de Moneo, fue mi profesor de proyectos arquitectónicos en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, de él aprendimos la importancia que tiene las circulaciones para la definición del espacio interior, la composición de ciertos elementos en planta que contribuyen a la organización del espacio. Atocha es una obra magnífica de mi profesor Rafael Moneo.
ResponderEliminarSaludos