martes, 13 de diciembre de 2016

CLIENTES Y MECENAZGO EN EL RENACIMIENTO ITALIANO



 Judith y Holofernes, encargado por los Medicis en su retorno al poder como una forma de alegoría del buen gobierno tras las experiencias traumáticas de Savonarola

En el renacimiento italiano fueron tan importante los artistas como los mecenas, pues supieron (los primeros) traducir en imágenes y arquitecturas toda una nueva concepción del mundo que la economía, la sociedad y el poder del momento.
Una parte importante de estos nuevos clientes (especialmente en el Quattrocento) pertenecerán a las nuevas familias burguesas que se están desarrollando en las dinámicas ciudades italianas (grandes comerciantes y productores como los Albizzi o Brancacci, banqueros como los Pazzi, Pitti, Rucellai, Medici, Tournabouni...) que intentan lavar la procedencia de su dinero (mucho él generado por la usura, que era condenada por la iglesia) a través del arte

Capilla Brancacci, rico mercader de sedas florentino. Masaccio

También es habitual la aparición de condotieros (jefes de ejércitos particulares que se alquilaban como mercenarios) que utilizaban el arte para esconder sus orígenes modestos, como Colleoni (escultura de Verrocchio), Gattamelatta (escultura de Donatello), los Sforza milaneses (menenas de Bramante o Leonardo) Federico de Montefeltro (mecenas de Piero o de Laurana), Segismundo Malatesca (que reunió en su círculo cultural a Alberti o a Piero della Francesca) o César Borgia.









 Dos retratos ecuestres de dos famosos condotiere realizados por Ucello y Castagno en Santa María de las Flores. Florencia

ltan tampoco los burgueses menos adinerados que ejercían el patronazgo artístico a través de las corporaciones (David de Miguel Ángel fue mecenado por el gremio de la lana de Florencia, así como las distintas esculturas que adornaron Orsanmichele, como el San Jorge de Donatello), ayuntamientos (como la Signoría Veneciana) o el estamento religioso (mucho de él derivado de las grandes familias burguesas) de amplia cultura humanística (Piccolomini, Cavalcanti).





Todos estos comitentes encargaron palacios (Pitti o Rucellai), capillas (Tornabouni en Santa María Novella), iglesias (Capilla Pazzi) en donde se insertaron ciclos de pinturas a la vez que comenzaban a iniciar un coleccionismo cada vez más intenso.

El caso más extenso lo constituyen los mecenas, que son algo más que simple comitentes, pues tienen una política artística mucho más compleja y entendida a largo plazo que intentaban rodearse de artistas  e intelectuales como una forma de aumentar su prestigio social e, incluso, crear toda una cultura que beneficiara sus intereses.



Su nombre deriva de Mecenas, uno de los grandes asesores culturales que tendrá Augusto en su política artística.El caso más relevante será el de los Medicis que, durante generaciones, controlaron el gusto artístico de Florencia a través de su famosa Academia en donde se reunirán intelectuales como Ficino, Pico della Mirandola o se formarán artistas como Botticellli, Miguel Ángel...





Biblioteca de San Marcos, mecenada por los Medici

En el Cinquecento, este papel será transmitido a los Papas y su entorno, como ya vimos aquí, tomado Roma el relevo de Florencia, mientras en el resto de Europa los nuevos reyes autoritarios se convertirán en grandes promotores de arte (Francisco I con Leonardo o Rosso, Carlos V o Felipe II en España).


El Patio de Belvedere de Bramante, símbolo del mecenazgo papal del siglo XVI

La aparición de estos nuevos clientes afectará profundamente al mundo de arte, potenciando nuevos temas (retrato, palacio), romperán (en parte) el sistema de bottegas o talleres de origen medieval permitiendo la aparición del artista como genio, la potenciación de la mitología como forma de desarrollar ideas políticas (como realizó Tiziano o Botticelli), la desacralización de muchos temas (incluso religiosos) o una evolución más intensa del arte por emulación entre mecenas y amplitud de miras intelectuales (gracias a los humanistas) de los artistas.

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