Todas las mañanas voy a la Madonna dell' Orto. Esta iglesia es mi refugio. Y mi museo: en cada esquina, capilla, pared, he dejado una página de mi vida. He escrito mi historia, igual que en un libro
La iglesia de su barrio (Cannaregio), en donde bautizaría a sus hijos y más tarde sería enterrado mantiene gran parte de las decoraciones que, en dos fases distintas, realizó Tintoretto (1651 los postigos del órgano ahora colocados en el altar: Aparición de la Cruz a San Pedro, la Degollación de San Pablo y presentación de la Virgen en el Templo; diez años después realizará las pinturas del ábside, con las virtudes y los gigantes lienzos de la Adoración del Becerro de Oro y el Juicio Universal).
Otra de las grandes evoluciones que podemos apreciar entre ambas series es el paso de las figuras (mucho más miguelangelescas en el sentido florentino, de gran masa muscular y bien definidas por el dibujo, tanto en contornos como dintornos) a otras cada vez menos corpóreas, realizadas con una pincelada cada vez más suelta, a veces incluso traslúcida que anuncia el futuro de su pintura.
La iglesia de la Madonna dell'Orto, y avanzábamos por la nave central sorteando los charcos que se formaban entre las junturas de las losas; según me explicó Gabetti, debajo de la iglesia había unos sótanos o catacumbas que se inundaban en invierno y rezumaban un agua ferruginosa. Cada capilla contenía una muestra de pintura veneciana, pero la oscuridad y la desidia las recubrían con una pátina (ese tenebrismo apócrifo al que acababa de aludir Gabetti) que las hacía indescifrables; sólo una capilla había sufrido el expolio y un rótulo así lo señalaba: hasta que algún ladrón decidió adjudicarle otro paradero, allí había residido una Madonna con Niño de Giovanni Bellini. Entre las ojivas centrales del ábside, había cinco pinturas que representaban virtudes cardinales o teologales; todas ellas revelaban la ejecución veloz, el trazo enérgico, casi desmañado, de Tintoretto, igual que los dos lienzos inabarcables que cubrían las paredes laterales del ábside, multitudinarios de dramatismo, vertiginosos en su utilización de la luz y los contrastes: uno representaba la Adoración del Becerro de oro, y el otro El Juicio Universal, asunto predilecto de aquel galeote del pincel que fue Tintoretto.
Instructivo comentario sobre la Iglesia dell Orto y Tintoretto. Deduzco que debe estar en Venecia pues habla de Cannaregio. Pero al leer la terrible palabra "emocionalizan" (bajo el Juicio Universal) he estado a punto de deja la lectura.
ResponderEliminarSupongo que será un lapsus bastante impropio de una persona culta como V. Camarasa.
Ya sé que la palabra no aparece en el diccionario de la RAE, aunque es relativamente frecuente encontrala en la literatura científica (Nieto, Checa), especialmente para el mundo manierista y barroco, entendiéndola como el acto de cargar de emoción y tensión una imagen. ¿Me recomiendas otra palabra con un significado parecido para poder cambiarla?
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