Este extraño palimpsesto debió componerse tras el accidente, pues en él se atisba, escondida pero cierta, la sombra desengañada de la silla de ruedas que le acompañaría desde entonces.
Posiblemente comenzará a escribirlo cuando trabajara mano con mano (y quizás algo más) con el otro Solsona, al que ahora llaman el malo, en gran parte por la campaña virtual que realizara ella tras su discusión y ruptura.
Pero no debemos olvidar que aquellos tiempos de colaboración (y muchas más cosas) existieron, y durante varios años trabajaron por hacer un mundo mejor gracias a sus investigaciones sociales (piénsese simplemente en sus cinco leyes apellidadas Solsona y Solsona)
Algunos de los argumentos de este manual coinciden con el de las citadas investigaciones (San Audi, medio ambiente, internet, robótica), con numerosas referencias al mundo de la cuántica, terreno en el Solsona, el malo, es un gran experto, y a la posmodernidad, que el mismo autor lleva muchos años intentando conciliar con la nueva ciencia.
Sobre este sustrato Solsona, la buena, comenzó a escribir estos textos cortos que luego (a las pruebas me remito) debió retocar.
Posiblemente fue en el mismo momento en que empezará a publicarlos en las redes sociales como un elemento más de la inmensa campaña de difamación contra el malo.
Pero este manual, además de odio, tiene otros valores.
Ya en su propia estructura resulta novedoso: una distopía al modo de libro de texto del futuro que, constantemente, se refiere al pasado. Pura posmodernidad o quizás un eterno clásico el de hablar de otros para hacerlo de mi mismo. Pues yo tengo un amigo que...
A través de este truco, Solsona juega a imaginar cómo pueden desarrollarse en el futuro nuestros problemas actuales.
El resultado a veces es cómico y parecería escrito por R.; en otras ni siquiera ese humor corrosivo logra ocultar la tragedia.
Lo que es evidente es que todo esté manual mantiene una coherencia con la primera vida de Solsona y sus acciones polieticas, especialmente las italianas.
Son una lucha contra ciertos aspectos de nuestro capitalismo posmoderno y ya profundamente virtual, que simplemente cambia de medios (de la pared al muro de Facebook) y de estilo: de la contundencia brutal a unas formas más elaboradas, también más terribles en su ironía.
Se constituyen así en un manual de navegantes que amenaza con futuros inciertos, lleno de crisis pero también de una sutil poesía que poco a poco iremos trayendo a esta miscelánea que llamamos anima mundi por algún motivo que algún día intentaremos explicar.
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