La pieza más extraordinaria por composición y concepto, Elevations, Repetitions, está formada por dieciséis rectángulos de acero, cuatro por cada una de las cuatro alturas (109, 124, 139, 154 cm), todos de nueve metros de largo y quince centímetros de grosor. Ubicados en diagonal en el espacio, están dispuestos en pares para formar caminos paralelos en forma de canal. Los espacios entre cada par de rectángulos se escalonan, creando un camino en zigzag a través del centro de la pieza. Las placas se ciernen y luego desaparecen, junto con las personas que se mueven entre ellas, como en un laberinto cuya totalidad está expuesta y aun así continúa siendo misteriosa.
Salvo una de las piezas, de 1997, el resto las creó este mismo año. Se trataba de esculturas laminadas y planas, que, como sus grandes instalaciones interiores, se construyen en el contexto de la arquitectura. Serra vuelve a hacer lo que más le gusta, que es involucrar al espectador en su obra. Como desde cualquier punto de vista solo se ve una parte, tienes que caminar, mirar, anticipar y recordar. Su mejor escultura constituye siempre una experiencia completa, de pies a cabeza, uniendo lo físico, lo visual y lo mental, mezclándolo de tal forma que el efecto es real y abstracto.