jueves, 30 de abril de 2020

LAS TRES SOMBRAS. RODÍN


Coronando sus famosas puertas del Infierno se encontraban estas figuras, denominada las Sombras, aquellas almas que se encuentran en la entrada del Infierno señalando la famosa inscripción:  "Vosotros que entráis, abandonad toda esperanza"

Como ya hizo con el Pensador, el motivo fue recuperado como obra autónoma, reeleborándolo una y otra vez.

Como en tantas ocasiones, Rodin acudirá al Miguel Ángel más manierista para deformar la anatomía humana (es la misma figura vista en varias posiciones) hasta crear un monumento de fuerte expresividad, casi una pura e informa montaña de músculos que giran (como en el Juicio Universal de la Sixtina) en torno al nudo que forman sus manos entrelazadas.



























miércoles, 29 de abril de 2020

AQUELLAS PRADERAS AZULES. Las tardes de tormenta

DALE AL PLAY Y LLEGA AL MOMENTO MÁGICO DE LA TORMENTA



Ya lo conté alguna otra vez. Cuando agosto va avanzando se enfría el agua de la piscina y llegan, además, las tormentas.

A la una o las dos comienzan a aparecer, casi escondidas, tras los filos de la Maliciosa. Son pequeñas nubes blancas, de un blanco purísimo contra el azul del cielo que en días como esos está recién pintado tras el fondo recortado de la Sierra Calderona.
Parecen entonces unas nubes inofensivas pero, tras la siesta inquieta, te despiertas con las sábanas empapadas y cuando bajas de nuevo a la piscina ya no hay sol, pues ya se han vuelto grisáceas y lo han tapado, como si fuera una corona rizada sobre los picos azules de las montañas
De la hierba, entonces, sube un calor espeso que no deja respirar con soltura. Casi como un vapor que se pega a la piel y te produce escalofríos cuando, casi sin saber de dónde, ráfagas de un viento frío que tiene el aroma de las resina de las jaras avanzan sigilosamente y, según avanza y se vuelve más frecuente, sabe a piedras recalentadas, a granito y a pinos lejanos,rojos y altos.... Parece mentira, pero así es. 
Desde la terraza que mira a la Sierra se puede ver volar este viento mientras las nubes, lentamente, se inflan y oscurecen, acercándose hacia aquí mientras el color de las cosas va perdiendo matices y un misterioso tono perla toca las hojas de los abetos, muy despacio. 
Para entonces hay que ponerse la camiseta y unos pantalones sobre el bañador, pues un frío extraño se empieza mover entre las cosas como algo muy fino, y uno se pone los calcetines y luego un pequeño jersey, pues el viento se está parando poco a poco y sobre él aparecen otros vientos más pequeños que juegan a cortar el aire con cuchillos tiernamente afilados, y caracolean, juegan tristes en un mundo cada vez más fosforescente bajo esa manta gris y larga que se ha posado sobre tu cabeza y te oprime mientras todo se va quedando lentamente en silencio. 
El mundo va tomando forma de gran burbuja y, acaso, un suave rayo de sol logra atravesar las nubes, pero sólo es un instante y, al desaparecer, la luz vuelve a bañar todo con un tono que tiene mucho de irreal, como si los colores, amortiguados, salieran de las propias cosas. 
Es un momento mágico y profundamente solitario en donde sólo desearías tener una mirada infinita a tu lado o unos ojos negros rezumando jazz. 
Ocurre eso y los olores se aumentan, y algunos de ellos se vuelve sólido y traslúcido un instante antes de
Pues ocurre eso mientras todo viento ha cesado y el aire toma una consistencia de leve mermelada que unta las cosas de tristeza un instante antes de suceder. 
Es algo personal y lleno de nostalgia, un instante que condensa el sentimiento de mil canciones tristes que giran en torno a tu cabeza como pájaros demasiado lentos. Un momento amarillo como fue el otoño sin ti; la melancolía infinita que tenías cuando te convertías en un ángel y fosforescías, una vez en la pista del Penta , otras en el pasillo de mi casa. 

Todo eso ocurre, un instante antes, y luego comienzan a caer las primeras gotas, gotas blandas como si cayeran sobre una enorme alfombra mullida que las dejara sin aristas, amortiguado su sonido hasta convertirlo en un rumor lejano que sólo después comenzará a crecer. 
Será entonces cuando el olor a tierra mojada salga de sus escondrijos para romper el mundo de presagios anterior y, en su aroma denso y salado, mientras la boca se llena de hierba y limones, irán perdiéndose tus conciertos para amantes y todas las praderas azules, pues todo lo invadirá la lluvia mientras las gotas se han vuelto una tupida cortina que moja los baldosines exteriores de la terraza y ya no queda esa paz de perla ni las nostalgias del tiempo detenido, sino simplemente una lluvia desbaratada que empezara a salir como largas cascadas por los sumideros de las terrazas del último piso, y su furia se estrellará contra la barandilla metálica como si cantará canciones sin sentido.

Pasará eso y subirá un frío sin recuerdos que acabará con toda la poesía; ni siquiera Mahler podrá evitar que todo se torne fracaso.






martes, 28 de abril de 2020

Gozzoli. Ciclo de San Francisco. Montefalco.



Tras su aprendizaje con Ghiberti en las Puertas del Baptisterio y posteriormente la colaboración con el Beato Angélico en las estancias Vaticanas y Orvieto, está obra (1452) se puede considerar como su independencia artística, realizándola en solitario.



Perfectamente documentada (se conserva una carta del propio pintor) recoge múltiples fuentes iconograficas para su elaboración (desde el texto de San buenaventura que utilizará el Giotto, la Leyenda Dorada, la leyenda de los tres amigos, tradiciones orales de la zona...) posiblemente proporcionadas por el comitente  fra Jacopo da Montefalco, teólogo y predicador.

Nacimiento de San Francisco (San Francisco y el hombre simple

Expulsión de los demonios de Arezzo

En su obra hay bastante de Giotto (algunas composiciones las toma literalmente del cercano Asís) pero también de las arquitecturas del Beato Angélico en la capilla Nicolina.

Sueño de Inocencio III / Inocencio aprueba la regla franciscana

A ellas se añaden referencias al Masaccio de la capilla Brancacci, a las composiciones de Ghiberti pero también al paisaje contemporáneo, mucho más rico en detalles, de suave iluminación a la manera flamenca.

Abrazo de San Francisco y Santo Domingo
Predicación a las aves

Existe también un gusto por la anécdota que poco a poco se va introduciendo en los temas principales, proponiendo una lectura que se apoya en vestuarios y arquitecturas contemporaneas para acercarse al espectador.



Renuncia a los bienes del mundo
Todo realizado en un tono mesurado que no renuncia a hallazgos perspectivicos o compositivos que facilitan la comprensión pero se mantienen en un plano discreto, perfectos para un público amplio.












San Francisco comparte la capa con un noble / Sueño del palacio

lunes, 27 de abril de 2020

RELIEVES DEL ARCO DE MARCO AURELIO

En los Museos Capitolinos de Roma se conservan tres relieves que debieron pertenecer a un arco de triunfo de Marco Aurelio.
En el primero de ellos vemos el inicio de la procesión de Triunfo en donde Marco Aurelio aparece en una cuadriga, coronado por una niké (se especula que el espacio vacío junto a él estuviera la escultura de su hijo Comodo, posteriormente borrada). Es la imagen del triunfo y la victoria subrayada por las trompetas que les anuncian

En la siguiente Marco Aurelio aparece como pontifice máximo (imagen velata) ante el templo de Júpiter, ejecutando un ritual de agradecimiento a los dioses que hablan de su piedad y el compromiso con las tradiciones romanas



Por último, en el tercero, se nos muestra la Clemencia imperial
 Marco Aurelio (en una forma muy parecida a su famoso retrato ecuestre) muestra su piedad ante los galos vencidos y arrodillados ante él



En todas las obras observamos un extraordinario juego de volúmenes (desde el bulto redondo al puro schiacciato), aunque la composición comienza a comprimirse de forma compleja que anuncia los futuros cambios de la plástica romana (sólo hace falta compararla con esta de la época augustea)


jueves, 23 de abril de 2020

CHILLIDA. LOS ALABASTROS


Uno de los últimos grandes materiales que encontró Chillida para sus trabajos fue el alabastro.

Con ellos realizó alguna de sus piezas maestras (como elogio de la luz o del mar) en donde desaparecían los grandes formatos de su época anterior para centrarse en pequeños tamaños en donde se seguían desarrollando algunas de sus ideas anteriores y aparecían otras nuevas.

Entre las búsquedas anteriores se encontraba el trabajo sobre el vacío interno que en estos alabastros llega a una exquisita complejidad, pues ya no se tratan de simples huecos en donde atrapar el vacío, sino de toda una arquitectura interior que progresa en las entrañas de la roca, obligándonos a agacharnos una y otra vez para buscar las aperturas y dejarnos llevar por sus laberintos (en algunas ocasiones estos se encuentran despejados y a pleno alcance de la mirada del espectador, aunque, a mi modesto juicio, carecen de la magia de los tallados en el interior).





En todo este proceso nunca se nos mostrará una visión total, sino pequeños fragmentos que luego (aunque sea tarea casi imposible) deberemos reconstruir en nuestra mente. Un geografía imaginaria de estancias y espacios que, como sueños del interior de la roca, nos está permitido conocer aunque sólo sea fragmentariamente.


Por otro parte, y como siempre en Chillida, el propio material establece sus normas, y el escultor juega con las texturas, dejándonos su cáscara dura y áspera en el exterior, como una afirmación de la pura realidad, y la contrapone a unos acabados de un pulido extraordinariamente suave.
Gracias a ellos consigue un pequeño milagro de luz, la que desprende y deja traspasar el propio alabastro. 



 Una luz suave, lenta, maravillada.
































miércoles, 22 de abril de 2020

AQUELLAS PRADERAS AZULES. Mayca fue mi estrella de la radio

DALE AL PLAY PORQUE, PARA COMENZAR, TODO DEBE MORIR PRIMERO


En mi habitación había pocos pósters pues todo lo ocupaban las estanterías llenas de libros y discos, y tan solo uno de Bruce Lee volando con su pierna en alto había conseguido sobrevivir a los terremotos de los últimos meses.

Había dos armarios para ropa (uno de cuerpo entero, el otro solo para pantalones y camisas con unas barras extensibles) y un bureau que dejaba bajar una tabla para hacer de mesa.
Sobre ella siempre había miles de papeles y para encontrar algo había que seguir las reglas básicas de la arqueología. Cuanto más moderno más arriba y si esos apuntes eran de febrero... Por aquí más o menos, a un tercio de altura.
La cama estaba junto a la ventana y en el otro lado de la habitación, encerrada en su armario negro y con cristales, vivía la corona de la estancia, una cadena de música regalada a trozos (primero la doble pletina y los altavoces, luego el ecualizador, finalmente el tocadiscos... Reyes, cumpleaños y santo, nuevos Reyes; todo ese camino me había costado)

En la parte superior de los armarios había altillos en donde fueron guardándose los geypermanes según fueron llegando los discos de rock y pop. El tanque, el jeep, el carro de combate o la torre de entrenamiento que a mi padre le costó todo un día de reyes montar y que ahora yacía en su caja, triste y polvorienta como un arpa, mientras el cuerpo se llenaba de hormonas, salían granos en la frente y en la radio sonaba ABBA pero también esa canción sobre la estrella de la radio que tenía un sonido misterioso, lleno de promesas desenfocadas que conformaban el FUTURO.
Vaya terrible PALABRA.
Ante ÉL había ansias pero también mucho miedo, pues parecía una casa enorme llena de puertas entornadas que uno quería abrir pero... No, no quiero hacerlo aunque un nudo apretaba el pecho, y no solo eso.
En aquella habitación conocí por vez primera el deseo como un animal enjaulado con dientes blancos y finos que se afilaban ante algunas escenas explícitas de las revistas y las películas.
¿Cómo sería su tacto? ¿De verdad que las mujeres reales serían así sin su ropa?, me preguntaba mientras una dureza nueva recorría mi cuerpo y recordaba, quizás, el pelo largo de Maite, aquel jersey apuntado de Mayca con la que tanto había jugado y que desde hacía unos meses se había vuelto tan distinta y lejana.
¿Por qué no me salían las palabras cuando ahora me encontraba frente a ella? y tartatatamudeaba, enrojeciendo al tocar por error su piel eléctrica.
¿Ya no podíamos ser amigos como antes?
¿Por qué las cosas que antes eran blandas se habían llenado de filos?

A veces, volvía a sacar los clic y montaba todo su pueblo del oeste para recobrar los sueños perdidos, pero pronto me daba cuenta de que todo había cambiado y nada quedaba de las largas tardes jugando a serif y pistoleros con Carlos. Se había esfumado la magia o tal vez solo había cambiado de sitio, y volvía a escuchar aquella canción como si en su interior estuvieran las claves de aquel mundo nuevo.
Mientras lo hacía pensaba en la nueva Mayca y esos vaqueros ceñidos que la habían vuelto tan distinta, como si de pronto andará desnuda por delante mío.
Era una imagen tan feliz como dolorosa que a veces se desbordaba con los comentarios de otros compañeros de la clase.
Alguno de ellos, incluso, alardeaba en el recreo de haber estado con ella a solas, con sus manos bajo el jersey...
¡No, no podía ser!
Pero entonces volvían a mi mente aquellos sonidos metálicos de los sintetizadores, sus voces de robots, el estribillo pegadizo que traduje de oído y mal, y comprendía que tú eras una de las estrellas de la radio que ya estaban muriendo, igual que los geypermanes o los libros de Salgari y Julio Verne.
Cosas inservibles en este nuevo tiempo que se iba llenando de ruido y temores en donde las horas corrían distintas mientras miles de sabores nuevos me llenaban el paladar y, estúpido e infantil, besaba mi antebrazo intentando saber que se sentía besando unos labios sin jamás conseguir acercarme al milagro de dos bocas que comparten aliento hasta años después, cuando ya la canción había pasado de moda pero yo la seguía escuchando fascinado por su misterioso sonido que tenía algo de nave espacial en medio de las secretas carnalidades de los coros femeninos.

Como tú, Mayca.
Dulce y de repente inesperada, como si de pronto te volvieras intensamente anaranjada, casi líquida, demasiado intensa para un pobre diablo que en su voz aún mantenía registros demasiado agudos que aparecían siempre por sorpresa, como un cuchillo clavado en lo más hondo de tus timideces.
Me sentía entonces tan transparente y vulnerable que podía pasar toda la tarde llorando por todo lo perdido pero, también, por lo nada todavía conseguido, porque
¿Como iba a conseguir yo pedirle salir a una chica como ya habían hecho alguno de mis compañeros?, les decía a mis geypermanes, aunque ellos hacía meses que habían perdido la voz y no contestaban a mis preguntas. Se habían convertido en testigos mudos y el mundo, mientras tanto, se había llenado de ruido y viento, con un temblor inesperado que de pronto se colocaba en la boca del estómago y llenaba todo de imágenes acuáticas que se iba apoderando de mi cuerpo cada vez más desacompasado con la imagen de Olivia Newton Johnes toda rubia y ajustada, como tú, Mayca, cuando te compraste ese mono de cuero y yo me sentí morir de otra cosa que podría ser amor pero no lo era, pues nuestra infancia había quedado clausurada con él y era imposible que siguieras siendo la niña con la que me casé de bromas un día cualquiera, y jugará a médicos y enfermeras, pasando un miedo atroz cada final del verano, cuando los mayores nos asustaban en la parte de atrás de la colonia.
Una estrella de la radio muerta y sepultada tras la que se abría un mundo de peligros... tan deseado.
Tan inesperadamente complejo
Tan lleno de inquietudes...
....y de falsos caminos
¿Cómo poder explicar todo esta cadena interrumpida de terremotos?






martes, 21 de abril de 2020

PEDRO DE ORRENTE

Nacido en Murcia fue un viajero impenitente que trabajó fundamentalmente entre Toledo (bajo la estela de Tristán) , Madrid y Valencia (renovando, junto a los Ribalta, la pintura tardorenacentista derivada de Juan de Juanes).

Tal vez conoció Sevilla, y ya en la ciudad hispalense, ya en la propia Toledo, conoció a Pacheco que elogió mucho su trabajo. Fue también amigo personal de Jorge Manuel Theotocopoli y de Ángelo Nardi.

Posiblemente a este le conoció en su viaje a Italia en donde tenemos claramente documentada su estancia en Venecia, frecuentando el taller de los Bassano, aunque debió conocer los comienzos del caravaggismo y la escuela boloñesa (especialmente a Guido Reni), aunque alguno de estos tipos también pudiera haberlos asimilados de su contemporáneo, Maíno.
Su obra es rica en matices, modos y temas.

Quizás una de las facetas más conocidas sean sus paisajes bucólicos de luz mortecina muy cercanos al taller de los Bassano (fue llamado el Bassano hispano), o sus natividades, llenas de pequeñas anécdotas



En otras ocasiones vemos la influencia lumínica y tensa de Tintoretto, con sus imágenes de alto contenido contrarreformista, como las dedicadas a María Magdalena en donde la luz se une a un fuerte patetismo y realismo cercano al mundo caravaggista

Aún más cercano al círculo del lombardo es su magnífico sacrificio de Isaac, de fuerte iluminación dirigida y una fuerte tactilidad 
E incluso Reni en su magnífico San Sebastián de la catedral de Valencia
.
Tomado de wikipedia

Una de sus obras cumbres será el martirio de Santiago el menor, de gran formato y ambición, con figuras monumentales que apenas si caben en el cuadro y dos grandes escenas divididas por una diagonal (arriba, la de los jueces y verdugos, ajenos ya a la propia muerte que han decidido, frente a la mujer de la derecha y el cuerpo tendido del mártir, despectivamente empujado por el pie de uno de sus verdugos.
La intensidad emocional está subrayada por un rico uso del color y una luz expresiva que, igual que el punto bajo elegido, recuerdan mucho a Tintoretto