viernes, 30 de diciembre de 2011

ANÁLISIS Y COMENTARIO. Caixafórum Madrid.


Herzog y de Meuron. Madrid, 2003


La planta es, acaso, lo más convencional. Aprovechando el solar de una antigua gasolinera (y antes estación eléctrica) se le han unido una visión urbanística por medio de varias plazas (y los bajos, totalmente transitables), uniéndola así tanto con la trama urbana de sus espaldas (muy densa) como abriéndola por medio de la plaza central y el jardín vertical a la amplitud y vegetación del Paseo del Prado y del enfrentado Jardín Botánico



El alzado responde a un doble criterio. 
Por una parte se ha conservado ladrillo de la central (como elemento de la arquitectura industrial de principios de siglo), tapiando sus vanos y abriendo otros. Toda esta estructura ha sido sobreelevada sobre el suelo por medio de pilares apenas visibles en la parte izquierda, que contienen también los ascensores, dejando al edificio levitar ante el espectador y creando una plaza resguardada de las inclemencias del tiempo en donde efectuar actividades.


Su pavimento es irregular e, igual que el techo, se compone de planos inclinados que llegan a su cenit en la original caja de la escalera de entrada, que se desarrolla, apoyada sobre sí misma, abriéndose según ganamos altura.


Sobre su entramado original se ha creado un cuerpo superpuesto por medio de acero sin tratar que produzca un rápido envejecimiento por medio de la oxidación
Sus estructuras, muy geométricas, se crean por medio de unas grandes incisiones verticales que crean prismas de distintas formas y orientaciones, dándole variedad a lo que también es la cubierta de todo el edificio.
En estos volúmenes, como una forma de aligeramiento visual, se han practicado numerosos huecos de pequeñas formas geométricas que, a nivel de calle, recuerdan las celosías orientales, mientras que, cercana, ¿acaso no son píxeles?.




En su interior la distribución es doble. A la izquierda se abre una zona de comunicaciones verticales. 
La escalera, sinuosa de amplia perspectiva y perfiles curvos, tiene un claro referente en Gaudí y sus formas orgánicas. 

Junto a ella y comunicada por puertas (acaso demasiado estrechas) se encuentran las diáfanas salas de exposiciones sin ningún tipo de obstáculo visual. En el subterráneo se han habilitados salas de conferencias, aulas…

Comentario

Muy probablemente sea esta arquitectura una de las más ambiciosas y populares que se han creado en los últimos años. Su éxito tan temprano deberíamos achacarlo a varios factores. 
Por una parte su novedad de efecto de levitación del edificio conseguido por soportes irregulares, sumamente retranqueados y acristalados con espejos, consiguiendo así una aparente falta de sustentación que entronca perfectamente con el pensamiento posmoderno de las falsas realidades que oculta la maestría en la (solo aparente) facilidad (justo la actitud contraria del High Tech tipo Rogers o Calatrava que busca la sorpresa tecnológica)


Por otra parte, destacan especialmente el tratamiento (común en su obra, como en Barcelona) de los paramentos tanto exteriores como interiores que dan una fuerte tactilidad a su arquitectura. Así, en la fachada podemos encontrar desde el aluminio al ladrillo viejo o el acero en corrosión, unido al jardín vegetal de la pared cercana. En su interior tanto los enfoscados como, la barandilla escalera, paneles antisonido del auditórium o las traviesas de tren en los ascensores dan una nueva expresión táctil al espacio, ampliando el registro de experiencia tanto en los detalles mayores como menores.

Por otra parte es sumamente interesante el diálogo tanto con la historia  como con el entorno que realiza el edificio. Su relación puede ser tanto visual (sus ventanas se encuentran entre los mejores miradores del jardín Botánico), como conceptual, la pared ajardinada hace un eco a la misma.
Por último es muy interesante el juego de luces establecido en numerosas zonas (escalera, planta baja, planta superior con un calado geométrico que recuerda las celosías árabes y permite ver sin ser visto), así como el agua en numerosas fuentes, anterior al edificio, interior en el primer piso, en escalera, que con motivos geométricos introduce un elemento de lo real (como la vegetación, la luz o la tactilidad) dentro de un proyecto tan riguroso, conceptual y tecnológico


miércoles, 28 de diciembre de 2011

LA IGLESIA DE SANTA CRUZ. SEVILLA


Es difícil encontrarse en una ciudad con tanta historia como Sevilla una obra tan unitaria, sin numerosos restos de épocas anteriores.
La explicación del hecho es muy sencilla. La iglesia fue realizada ex-novo en los siglos XVI y XVII tras la desaparición de la antigua iglesia de Santa Cruz (en la placeta actual, donde una vez fue enterrado Murillo)
Planteada por Sebastián de la Puerta tiene dos lugares espléndidos.


El primero es la fachada, en el que se logra unir unas formas pétreas de puro clasicismo con la arquitectura más castiza de blancos y alberos con una de las espadañas más espléndidas de toda la ciudad



En el interior encontramos las formulaciones del barroco más clasicista de fuertes y desnudos elementos estructuras entre los que destacan sus bellos pilares y una espléndida cúpula en el crucero.



El patrimonio de la iglesia cuenta con magníficos ejemplos de la mejor imaginería, como la Virgen con el Niño de Pedro Roldán en un retablo del inevitable Simón de Pineda.



Una talla de San Eloy atribuida a Juan de Mesa (aunque lamentablemente retallada en el siglo XVIII que dulcificó perfiles y dio una policromía a la moda, brillante y en tonos pastel)




La iglesia es la sede canónica de la Cofradía de Santa Cruz, con su famoso cristo Crucificado (de las Misericordias) sobre paso neogótico. La talla se atribuye tanto a Pedro Roldán como a Ruiz Gijón



Santa Cruz en el Baratillo, 2009


Santa Cruz en el Baratillo, 2009


lunes, 26 de diciembre de 2011

CRISTINA IGLESIAS Las puertas de la ampiación del Museo del Prado



A estas alturas de la película parece ocioso presentar a Cristina Iglesias, una escultora sobresaliente a menudo eclipsada por su marido (Juan Muñoz).
Pero su obra es sólida y coherente, totalmente contraria a la de su pareja.
Huyendo de lo figurativo su obra se basa especialmente en dos grandes conceptos: el espacio y sus transiciones (una herencia que recoge desde Julio González a Oteiza o Chillida), y las texturas que consigue a través de múltiples materiales.
En este caso se enfrentaba a un reto, el propuesto por Moneo en la ampliación: ser moderno verdaderamente, es decir, huir de frivolidades e insertarse en la tradición para ponerla al día. Un reto que, a mi juicio, ha superado ampliamente.


Quizás por ello ha recurrido al material noble por excelencia, el bronce, y ha huido de lo narrativo decimonónico sin por ello tener que eliminar lo significativo
Pues sus puertas son (en una idea típicamente posmoderna) abstractas y figurativas a la vez, según la posición y mirada del espectador.
Desde lejos solo vemos su masa, su textura rugosa que más nos recuerda a un Pollock, unos volúmenes imponentes que gracias a un sistema mecanizado permiten varias posiciones y, por tanto, posibilidades de espacio, de apertura al exterior y relación con el interior.



Pero si nos acercamos todo cambia. Como los cuadros de Barceló (pero justamente al revés, pues en ellos la abstracción está en la cercanía y lo figurativo en la lejanía), el encuentro cercano nos releva un segundo significado.
Las puertas son (parecen) el calco de raíces y tallos, casi un fósil.



Estas formaciones vegetales son, por una parte, el recuerdo del cercano Jardín Botánico, pero también un tema sumamente caro a lo posmoderno: la huella, el recuerdo y, también, la verdad o la simulación.
¿Son huellas reales de vegetación? ¿Son un calco? ¿Son memoria o creación?



Y aún más, en una última vuelta de tuerca, la escultura vuelve a ser lo que fue en su origen: pura tactilidad. El visitante no puede evitar acercar su mano, como si fuera una escultura para ciegos en donde las yemas de nuestros dedos nos informen de las texturas rugosas, de los múltiples planos de profundidad que se generan en lo que creíamos plano.



jueves, 22 de diciembre de 2011

MADRID. UNA RELAJANTE EXCURSIÓN POR LOS HUMEDALES DEL SURESTE




Parece realmente milagroso que en medio de un paisaje estepario, con aviones sobrevolando y polígonos industriales, se encuentre este pequeño milagro del parque natural del sureste del que os quiero hablar. 


Un lugar de sosiego y perfecto tanto para el paseante ocasional como para el amante de las aves (dependiendo la fechas del año se pueden observar cormoranes, somormujos, garcillas o aviones, junto a otras aves residentes como cigüeñas, patos comunes y reales, fochas, pollas de agua, gaviotas...)


Salimos de Madrid por la radial de Valencia para acercarnos (no llega ni a 10 minutos de reloj que todos los días compruebo) hasta la salida de Velilla de San Antonio- Mejorada del Campo.



BUSCA LA RUTA MARCADA POR SOLES


Ver Este de Madrid. Loeches, Torres, Santorcaz en un mapa más grande



Tomaremos entonces la dirección hacia Alcalá de Henares y, junto a la lavandería de la Seguridad social, encontraremos un desvío de tierra.
Entraremos entonces en las Islillas, de la que podéis saber mucho más en este vídeo que se encuentra alojado en Geobiombo.



Volviendo por el mismo camino buscaremos las indicaciones de Velilla de San Antonio y seguiremos de frente siguiendo las indicaciones de Polígono industrial.


Nos meteremos en él para terminar por llegar a la laguna de El Raso, la principal laguna de un conjunto mucho más amplio al que le podemos dedicar desde la media hora que nos lleva circunvalarla a toda una mañana si tomamos el borde del río Jarama y vamos recorriéndolo entre aguas quietas, bosques galerías, impresionantes cortados de yeso o la zona agropecuaria (de lejanos orígenes andalusíes) del Soto del Piul



En realidad se trata de un paisaje de larga historia creado por el Jarama, posteriormente cubierto por una inmensa laguna que se evaporó para crear grandes espesores de yeso, vuelto a ser erosionado por el Jarama y finalmente recreado por el hombre por las extracciones de áridos, posteriormenete abandonadas.
Toda su historia geológica ya la explicamos aquí.

Si queremos más, volvamos a coger el coche y tomemos dirección a la Poveda. Gran parte del camino nos acompañará el Jarama y, si tenemos ganas, podremos ver algunas lagunas más, así como las instalaciones (unas abandonadas, otras en pleno rendimiento) de extracción de áridos que fueron generando estas lagunas.



Una vez en la Poveda pondremos rumbo hacia la Autopista de Valencia y, dirección a Rivas-VaciaMadrid, nos desviaremos en la primera de sus salidas para llegar a otra laguna, la del Campillo.
De nuevo el Jarama estará junto a nosotros y a la laguna gigantesca con los cortados de Rivas reflejándose en sus aguas quietas.


En ella podemos visitar el centro de recepción de visitantes en donde nos podemos hacer una idea de su geología, vegetación o avifaunia, pudiendo ver incluso recreaciones de la prehistoria e historia de la zona. (Se puede saber mucho más de ella en este artículo)






 Volviendo sobre nuestros pasos, cruzaremos la autopista para tomar el camino que indica Viveros Ángel. Casi al entrar encontraremos un aparcamiento de tierra en donde dejaremos el coche.
Nos encontramos en la Marañosa, un lugar en donde se unen Manzanares y Jarama. De él ya realizamos un post más amplio a que os remitimos

Una última parada (aunque existirían muchos otros puntos de interés) sería la Laguna de las Madres, con varios restaurantes para comer y un entorno ajardinado en donde descansar de tanta paz y silencio




Laguna de las Madres





























Una magnífica guía para conocer y disfrutar estos paisajes

OTRAS RUTAS POR LA COMUNIDAD DE MADRID




SAHAGÚN. LA CAPITAL MUDÉJAR DEL CAMINO


Románico en ladrillo, así ha denominado el estilo mudéjar Peridis, y pocos lugares se ajustan tan bien al caso de Sahagún, un pueblo mudéjar en medio de un Camino de Santiago (el francés) lleno de edificaciones de piedra.

Todo arranca de uno de los grandes monasterios hispanos, el de San Benito (San Facundo), perteneciente a la orden de Cluny y sumamente poderoso en influencia política y poder económico (Muy probablemente serían posesión de este monasterio los esclavos o siervos, según las fuentes, traídos ya por Alfonso I)


Sus ruinas son aún magníficas (aunque de una reconstrucción más tardía, ya gótica), como podemos ver a la entrada del pueblo.
En él ya observamos el gusto por el ladrillo y sus formas decorativas que van a dominar en la villa.

Otros ejemplos que han tenido mejor trato por los siglo son San Lorenzo y San Tirso (siglo XII y principios del XIII)

San Tirso

San Tirso, según muchos autores, puede ser una de las primeras construcciones mudéjares, tal y como demuestran su ábside central, en donde vemos una parte baja aún de piedra que rápidamente se sustituye por ladrillo que recurre a los tradicionales arcos ciegos para articular los volúmenes, así como los ladrillos en esquina en sus laterales.
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Sobre el crucero se levanta una torre troncopiramidal en donde se mezclan el ladrillo con columnas pétreas.


Y en su interior (mucho más en la ideología románica que la mudéjar) curiosos arcos de herradura de alternancia cromática en sus dovelas


Sin embargo, el estilo mudéjar llega a su culminación con la iglesia de San Lorenzo.


La articulación se hace más rica con nuevos motivos (arcos de herradura), frisos de ladrillos en esquina que marcan pisos, y por supuesto su espléndida torre de muros en talud.



A juicio de varios especialistas serán esta iglesia el origen de toda una larga descendencia de mudéjar en las tierras segovianas, palentinas y abulenses (Olmedo, Arévalo, Coca, Paredes de Nava, Madrigal de las Altas Torres...)


Cerramos nuestro rápido recorrido por este mudéjar con la Peregrina, ya de formas góticas (e influencia toledana) y que encierra la famosa virgen del mismo nombre, obra de La Roldana