viernes, 25 de agosto de 2023

CASI EN DIRECTO Aquellas praderas azules. Quiero morir y ser un replicante

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Fue uno de los últimos programas de la temporada, la que casi nadie más que él mismo sabía que sería la última.

Una temporada que había alcanzado el medio millón de oyentes en plena madrugada de los viernes y los sábados, siendo nominado a los premios Ondas que (con gran alivio de su parte) no ganó.

El formato de canciones y palabras, unidas pero separadas en ámbitos propios cambió en estos últimos programas, y con la canción como base, Luis habló y habló.

El experimento no debió gustar demasiado a los jerifaltes de la SER, y acaso por eso mismo aquellos programas fueron los únicos que perdieron su grabación, sin haber podido ser encontrada hasta el momento.

Por ello sólo podemos fiarnos de nuestra propia y débil memoria, de la nuestra y de la de todos que los oyeron y concluir que fueron experiencias extrañas las que produjeron estos programas, tanto por las músicas utilizadas como por los textos locutados, apenas frases sin una conexión muy clara que sólo Sabrina (estamos convencidos), nos podría empezar a iluminar.

Pero eso nunca ha podido ser posible, y lo entendemos después de todo lo que ocurrió, y a nosotros nos han quedado estos enigmas de música y literatura en donde Luis hablaba de la lluvia como un destino trágico, de la memoria (he visto cosas...) como la peor de las armas que puede tener un hombre en las manos.

Habla de replicantes, de que le gustaría ser un Nexus que brillara intensamente antes de desaparecer como lágrimas en la lluvia, pero sólo si era locutado por el gran Constantino Romero.

¿Por qué diría todo esto? ¿Qué estaba tras sus palabras?

¿Era simplemente el divorcio con Beatriz? ¿Necesitaba matar al padre para abrir una nueva época en la que marcharía a Italia?

No sabemos, sólo que llueve inmisericordemente durante una hora y los sintetizadores repiten constantemente la profunda soledad que todos llevamos dentro, pues ni hasta de nosotros podemos fiarnos, ni de nuestros recuerdos, pues bien nos los han podido insertar la Tyrell Corporation.

Solo debéis seguir el rastro de las pajaritas de papel, pues ellas marcan la salida

Una frase que, según varios oyentes, se repitió una infinidad de veces y para que no tenemos tampoco explicación, aunque fueran esos juegos de papiroflexia las que explicaran que Harrison Ford era un replicante. Sobre todo el último, un unicornio.

En eso consistió la emisión de un sólo tema de una hora y la charla pausada de un hombre profundamente derrotado que lanzaba sus palabras al viento como piedras para marcar caminos, esperando que alguno pudiera cogerlas, el mismo entre todos los demás, porque sus lágrimas, tan verdaderas, se estaban convirtiendo en lluvia y todo él se comenzaba a perder en ella.



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