Realizada en su última estancia en Urbino resulta una obra enigmática y fascinante, tanto en su plamteamiento como posible interpretación.
A mi particularmente, siempre me ha resultando fascinante su juego con el espacio y las figuras, con un lado izquierdo que profundiza hacia la flagelación, creando uno de los espacios vacíos más alucinantes del Renacimiento, especialmente al contraponerle, en la zona derecha, un espacio que avanza hacia el espectador por medio de las tres figuras en primer plano que nos impiden penetrar en su fondo, como si ocultaran un secreto.
Dos realidades espaciales contradictorias como lo son sus escenas: la descripción religiosa de la Pasión frente a tres civiles contemporáneos al autor que no le prestan ninguna atención a la tragedia. Una separación de siglos realizada por medio de una sola columna pero unificada por el solado y la luz. Puro enigma.
Enigmático como el comportamiento de las sombras y luces en el segundo plano, apareciendo luz en la izquierda cuando hay sombras a la derecha.
Enigmático como las columnas más cercanas que son, a la vez, concordes en proporciones con la zona derecha y gigantes para la izquierda, lo que hace (aún más) retroceder la imagen de Cristo que sentimos mucho más lejos de lo que es cierto (también por el propio cambio de solado, blanco y negro, que permite avanzar más rápidamente a las líneas de fuga, igual que el techo casetonado), tanto como los edificios del fondo de la derecha, concordantes con Cristo pero demasiado pequeños par los personajes del primer plano.
Una pintura de contradicciones, de puro silencio emotivo pese al dramatismo en donde el tiempo se ha detenido en el cristal de la luz, con unos personajes que esperan (¿el qué?, ¿acaso la resolución de un enigma?)
Pues el cuadro también es complejo a nivel iconográficos, y mientras unos autores hablan de un mensaje en clave sobre el asesinato del hermanastro de Federico (Oddantonio de Montefeltro) que le llevó a él al poder, otro proponen una reflexión sobre la caída de Constantinopla, con un emperador oriental (como Pilatos) frente a la impasibilidad de Occidente
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