Querida tita Elena!
Te preguntarás
de quién, tita Elena, ¿verdad? Pues sí, los dos del mismo… ¡Ay!!!!! (Suspiro)
¡Qué guapo! (Más suspiros).
Ocurrió el tercer día… ¡Ay! (más
suspiros) Los papis nos llevaron a la Academia.
-Me parece que no –dijo Vicentito.
-Buahhhhh, pues vaya museo: esto
no es un museo ni nada que se le parezca.
-Pero… Vicentito ha dicho que
aquí están las esculturas de un señor muy importante y muy bruto –dijo el
Rinoceronte.
-¿Tan bruto como los romanos?-
preguntó el Camello.
-Pues… casi, y más bruto según era
más mayor.
-¿Era manierista de lunes?
-En las últimas obras que hizo,
sí – le respondió Vicentito -. Veréis unos señores que salen de la piedra.
- Y… ¿Cómo se llama?
-Miguel Ángel.
- ¡Ah! ¿El que vimos en Roma? ¿El
que hizo al de las barbas largas?
-El Moisés – dije yo – que
siempre tengo que estar en todo.
-Vale, y ¿que pintó la iglesia
más gorda de todas?
- ¡Ay! ¡De verdad….! La Capilla
Sixtina, ¡no hay quién pueda con vosotros!
-Pero, ¿es o no es manierista de
lunes?
-Unas cosas sí y otras no. Al
principio era muy renacentista y hacia cosas bellísimas, excelsas, que diría el
tito Berthold.
-Ex… ¿qué?
-Que eran muy bonitas
Koala. Pero luego se fue volviendo cada vez más manierista.
-¿Pasó del domingo al lunes?
- Algo así, Rinoceronte.
- Y entonces, ¿empezó a dar susto?
Toda esta discusión la tuvimos
mientras hacíamos la cola correspondiente a este museo (todos tienen la suya y
si no la haces no eres un buen turista) y por fin, nos tocó entrar.
¡Ay, qué momento, tita Elena!
¡Qué recuerdos!
-¡Halaaaa! ¡Qué bruto! Si salen de
las piedras – gritó el Rinoceronte cuando vio los Esclavos que estaban al
principio del museo.
Pero…tita Elena, ¡qué decirte! A
la Jirafita y mí nos dio igual todo: al final de aquel largo pasillo estaba…: ÉL.
-Mira, Jirafita: EL DAVID.
- No, es el ER DAVÍ
- Pero, ¿qué dices?
-¿No ves que se parece a un bravo
costalero, como diría el tito Berthold? Tienes que llamarle Er`Davi, en
andaluz.
-Tienes razón, Jirafita: es tan
guapo… ¿verdad que a ti también te lo parece, tita Elena? Pura perfección
renacentista… ¡Ay! ¡Qué mirada, qué manos, qué torso, qué piernas, qué…
Nos acercamos lentamente
hacia él. Mientras, él se iba haciendo más grande y nuestro amor crecía a la par
que su tamaño.
-Estamos perdidos, Jirafita. No
hay otro como él.
La Jirafita no podía responder:
se había quedado con la boca abierta y los ojos como platos: casi se le olvida
respirar. Menos mal que yo llevaba el palito que sino me ahogo de fijo y pude a
duras penas rescatarla del éxtasis.
Ya te puedes imaginar, tita
Elena, cómo salimos de la Academia.
Sólo nos faltaba que fuera de noche, con una gran luna llena encima de la cúpula de la catedral.
No pudimos evitarlo, nos pusimos
a suspirar como locos.
-¡Ay! ¡Er`Daví!
Bueno!!!! (Muchos suspiros). Creo
que poco te podemos ya contar: cuando vengas a casa te enseñaremos el póster
que nos compró Ampalito (pero ven antes de que lo haga el tito Berthold, porque
sino se lo quedará).
Un beso muy fuerte
El
Elefantito
San Juan de los Terreros, Agosto de 2013.
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Presioso...
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