En el largo catálogo de mis artistas favoritos está Velázquez pero también Duchamp, Picasso y Miguel Ángel, el románico o Manet. Lo digo, no como excusa, sino como pequeña explicación. El arte es demasiado importante para rechazar toda una parte de él, como he visto que ocurre, sobre todo con el contemporáneo, más si es tan radical como el de Manzoni.
Su trabajo se hizo famoso con estas 90 obras numeradas y perfectamente selladas que rezan MIERDA DE ARTISTA (1961). En la etiqueta vemos incluso el peso neto (30 gramos). Cada lata se vendió por 75.000 dólares.
Tomado de http://www.pieromanzoni.org/SP/index_sp.htm
Alguien en este momento dejará de leer y borrará el blog de sus enlaces favoritos. Por lo menos es lo que siempre me ha pasado cuando he declarado mi debilidad por esta obra del italiano de vida y obra corta, pero sumamente intensa. Y es que al igual que Duchamp (su maestro en la distancia) como Klein o Arman, Manzoni no renuncia a nada y persigue hacer un arte intenso e intencionadamente polémico, que pone el dedo en la llaga… para que nosotros saltemos.
Porque (y lo siento por los bienpensantes) Mierda de artista es una obra de arte de rara genialidad.
Primero por la persistencia que tiene su propia factura, que aún hoy sigue escandalizando al público. Pocas veces se consiguieron tantas y tan largas críticas (y por ende, atención) con tan escasos medios. Lo menos es más, ciertamente.
Pues Mierda… es una lata pop como la de Warhol sin los escondites de Warholl. Ni es propaganda ni simulacro sino un puro objeto,
Un objeto perfectamente etiquetado, pesado y firmado como los de los supermercados. Una explicación de sí mismo puesta ante nuestros ojos atónitos que (como su padre Duchamp) no nos deja resquicio alguno. ¿Esto es arte? Se decían los miembros del jurado de Armony Show ante el urinario de Duchamp. ¿Esto puede ser arte o una pura tomadura de pelo?, siguen diciendo ante Mierda…, pues lo escatológico rompe con lo bello, palabra que a menudo se confunde con la de arte.
Y de nuevo la tautología: arte que se pregunta (nos pregunta) sobre lo que creemos que es arte.
Tomado de http://www.pieromanzoni.org/SP/index_sp.htm
(Ésta era su Base mágica, un pedestal que convertía en obra de arte a cualquier que se subiera en ella, siendo firmada por el autor; de nuevo una forma de pregunta sobre lo que es arte tan típica de los años 60 que la posmodernidad, quizás de una forma más descafeinada, ha heredado)
Pero Mierda…, además, es el adelanto de lo corporal que invadirá nuestra posmodernidad. Desde el body art, el accionismo vienés, el arte Povera o los Realistas Franceses a Sherman, los hermanos Chapman, Hirst, Serrano o Cattelan… que tanto han explorado lo escatológico están en deuda con Manzoni, uno de los primeros que se atrevió a hablar de fluidos y el cuerpo (los que expulsan sus pulmones en Corpo de Aria, las firmas sobre los cuerpos desnudos de sus modelos, la mierda del propio artista…) explorando las ideas del surrealismo más oscuro de Bataille, de la supuesta coprofagia de Dalí en su Juego Lúgubre, de las figuras ante un montón de excrementos del Miró en sus Pinturas Salvajes o de las imágenes del Perro Andaluz de Buñuel
(Aliento de Artista, otra obra de Manzoni que habla de la corporalidad, de los fluidos pero también de la sociedad de consumo y sus nuevas reliquias)
Un recurso a lo corporal pero (he aquí una de sus tantas exquisiteces) a través de lo mental, pues la mierda nunca la veremos, sino que la imaginaremos e, incluso, tal vez, ni siquiera exista la mierda y todo sea una broma que juega con nuestros propios prejuicios para desvelarnos sin remedio.
El arte, entonces, como un arma contra la hipocresía
O tal vez no, simplemente, y todo sea un juego asombroso entre la realidad y nuestras interpretaciones de la misma, una ampliación del Campo de Batalla que nos permite mirar más lejos pero también más dentro y hablar de lo no conveniente. Un juego sobre nuestras expectativas como ya hiciera Duchamp y que también intentamos explorar en este blog
(A principios de los 60 Manzoni realizó numerosas líneas que eran encerradas en estos cartuchos y a su vez enterradas, hasta llegar a la línea infinita, en realidad un cartucho vacío, en donde todo era ya puro concepto. El arte es una cosa mental, como dijera Leonardo)
Y si todo lo dicho fuera poco, ¿acaso Mierda no es también toda una reflexión sobre el papel del artista? El último, el más sarcástico comentario sobre la divinidad del artista que se iniciara en Miguel Ángel y que llegaría a establecerse como verdadero mito desde el Romanticismo (del que tanto vivimos aún) ¿Hasta la mierda es objeto de veneración si es de un artista?, ¿su autógrafo más personal? Ese fetichismo que invade nuestra vida, el símbolo perfecto de la sociedad de consumo que tan criticada es desde el Mayo del 68 (la obra es del 61) que buscan la playa bajo los adoquines pero, también, ridiculizan a lo que odian, ¿o tal vez sólo se ríen? ¿o sólo hacen que se ríen para encumbrarse?
(Una de las acciones más famosas de Manzoni - Consumición del arte dínamica - fue la de imprimir su huella dactilar en huevos cocidos que se comían los participantes: corporalidad, ego convertido en reliquia comercializable, participación del espectador y/u origen (futuro) de nuevas mierdas)
Y así cerramos (por el momento) el círculo. Los que compraron las latas, ¿qué buscaban? Los que la ven, ¿qué miran en ella? El que la hizo, ¿por qué la hizo? ¿qué buscaba con ella? ¿qué tenemos que pensar sobre todo esto?
¿No os parecen suficientes preguntas para una sola lata de mierda?
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