jueves, 20 de mayo de 2021

DAMIEN HIRTS. ¿EL ARTISTA PROVOCADOR O LOS ESPECTADORES INCOMODADOS?

DESDE LOS 80 A HOY. POSTMODERNIDAD

  

El autor frente a una de sus obras más populares. La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo , un tiburón real suspendido en formol que en la actualidad tiene ya claros signos de descomposición

Tomado de http://www.descubrirelarte.es/?attachment_id=2682

 

Damien Hirst (1965) es quizás uno de los artistas más mediáticos (y por supuesto millonarios) del panorama artístico internacional que no ha dejado nunca indiferente al público desde su presentación mundial dentro del llamado Young British Artists (jóvenes artistas británicos) que fue promocionado por el controvertido coleccionista Charles Saatchi.

Su meteórica carrera artística está escalonada de escandalosas obras frente a las que la crítica se ha dividido, y mientras unos le consideran el sucesor de Warhol, el gran artista del momento, otros simplemente hablan de marketing, provocación gratuita y una nula capacidad artística.

No voy a entrar aquí en esta polémica (entre otras cosas porque su obra me parece muy desigual y tanto podría estar de acuerdo con las críticas como las alabanzas); simplemente me limitaré a señalar algunas de sus rasgos que a mi me parecen más interesantes.

 

 

San Sebastián, exquisita pintura

Tomado de http://www.operamundi-magazine.com/2012/04/primera-retrospectiva-del-polemico-damien-hirst.html

 

 

Por una parte (y aunque eso ya no sea una novedad desde el arte minimal) Hirts es un artista puramente intelectual que deja la realización de sus obras a técnicos especializados. Suya es la idea, simplemente, pero sus manos no se manchan con la materia, lo cual sigue molestando a muchos críticos, aunque esto sea algo tan habitual en la historia del Arte que los especialistas aún dudan entre las partes originales y las realizadas por los miembros del taller de las obras de Rafael o Rubens.

Por otra parte, sus famosas presentaciones en vitrinas de cristal ya las habían realizado Beuys o Koons, o el uso de materiales vivos tampoco ha sido una creación propia y existen numerosos ejemplos contemporáneos de ello (desde el Arte Póvera de los 60). Ni siquiera sus técnicas de conservación en formol son pioneras y ya existían antes de sus obras.

Frente a todo ello alguien se puede preguntar, ¿por qué es entonces tan famoso?

 

Quizás su éxito radique en la fuerza icónica de sus imágenes, como el tiburón con las mandíbulas abiertas que flota silenciosamente en el líquido azulado, dejando al espectador una sensación de inquietud verdaderamente palpable. Ya no es una representación, es una presentación de unas de las imágenes que más miedo nos pueden producir a nosotros, occidentales burgueses que nos bañamos en la playa cada verano y tenemos en nuestro inconsciente colectivo las imágenes de Spilberg.

Esta fuerza radica, además, en algo ya había descubierto los surrealistas. Mirad esta imagen.

 

 

Tomada de http://www.teinteresa.es/ocio/Hirst-pagan-millonada_5_674982503.html?itemId=11

 

No es sólo el animal real, es toda la carga de maldad, de brutalidad que nos descarga como una corriente eléctrica. Es una de las tácticas de Hirts, colocarnos ante nuestra parte más terrible, hacernos conscientes del grado de sadismo, venganza o violencia reprimida que tenemos cada uno de nosotros en nuestro interior. Acaso por eso nos perturban, igual que hicieron los surrealistas al utilizar los tabúes de la sangre, las vísceras, los excrementos o el sexo en los años 20 (como ya mencionamos al hablar de Bataille). Simplemente habría que volver a ver el famoso Perro Andaluz de Buñuel  o estas obra de Óscar Domínguez

 

 

Óscar Domínguez. Máquina de coser electrosexual. (1933)

 

 

Quizás sea este su mérito, contar lo innombrable, lo que la buena educación, la memoria colectiva o lo políticamente correcto nos impiden. Hacerlo, además, de una forma efectista que prescinde de lo estético para brutalizar aún más la sensación

  

 Tomado de http://luz-sonriente.tumblr.com/post/34302671294/damien-hirst-verity-ligier-degas-crossover


Pero en Hirts hay otra constante que se utiliza como forma de conmoción. La muerte. Su tratamiento vuelve a recordar al surrealismo. La muerte como una sociedad secreta, como diría Bretón en su Manifiesto Surrealista de 1924. Un lugar previsto, una cita ineludible que pese a adornarse con diamantes (o precisamente por ello, por confrontarse con el brillo y lujo inútil que tienen los diamantes en la muerte) crea una potente imagen que juega entre lo macabro y lo obsceno (aunque no tenemos, curiosamente, esa sensación cuando vemos ejemplos muy semejantes, como la famosa máscara funeraria de Tutankamon; pues acaso el tiempo, su pátina, llena de un cierto sentido estético a ese lujo aterrador y lo hace pasar por arte)


               Por el amor de Dios. Calavera real con diamantes engastados

 

 

Máscara de Tutankamon.

Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Tutankamon

 

Y la comparación no es gratuita. Una de las obras exhibidas en su última muestra que ha batido todos los records de venta es precisamente una vaca casi sagrada, nimbada y con las pezuñas doradas, como si fuera el Buey Apis redivivo.  

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Becerro de oro

Tomadas de http://kinua.blogspot.com.es/2008/11/hirst-horsch-de-arte-contemporneo-y.html


En este sentido, una de las pocas obras que he podido ver directamente del autor, me impresionó, lo reconozco. Se trataba de la llamada Trampa para moscas. Una gran vitrina dividida en dos espacios intercomunicados. En uno de ellos había larvas de moscas que iban naciendo, alimentándose del azúcar de un platillo. Al desarrollar sus alas, algunas de ellas pasaban por azar al otro habitáculo en donde existía una trampa eléctrica en donde las moscas se achicharraban (como las que existen en algunos bares de carretera), dejando el suelo de cristal tapizado con sus cadáveres.

 

 

Trampa de Moscas

Tomado de http://www.dobleclic.com/%C2%BFdamien-hirst-arte-o-especulacion/damien-hirst-thousand/

 

Realmente la metáfora no podía ser más evidente. Somos como moscas que nacemos y morimos ante la mirada impávida del espectador. Un verdaderamente terrible Gran Hermano que se desarrolla ante nuestros ojos que ven pasar el tiempo como si fuéramos dioses menores de las moscas.

 

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