La escultura representa a un grupo de ocho niños desnudos jugando y haciendo travesuras.
Son la recreación de estos putti clásicos, lúdicos y deliciosos, con la que intenta rescatar un tema muy querido, el de la infancia. Una edad entendida como la de la inocencia, el juego, la ternura... Una edad de oro que pronto terminará.
La obra destaca por el dinamismo de su composición (con una instantaneidad casi fotográfica en el niño que está cayendo al agua).
Junto a ello es también muy interesante las diferentes emociones que reflejan los cuerpos y caras de los componentes.
Original en yeso (Museo San Pío V de Bellas Artes) con varias copias en bronce. 1911
Es eso, dinamismo. Casi que se podría decir que es un momento capturado por el tiempo, niños de piedra.
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