martes, 24 de mayo de 2016

Análisis y comentario del LAOOCONTE


























Obra original griega del periodo helenístico realizada hacia el año 50 d. C. Sus autores (posibles) serán Agesandros, Polydoros y Athenodoros (aunque la cronología es sumamente discutida, y aquí ya analizamos sus principales hipótesis alternativas). Museos Vaticanos. Roma.

Tema. Extraído de la Eneida de Virgilio. Laoconte, sacerdote de Apolo, y sus dos hijos se oponen a la entrada de un caballo griego en la ciudad de Troya. Es entonces cuando son acometidos por la serpiente Pitón sobre el propio ara del dios al que había ofendido.























Resulta importante señalar que el momento elegido (la serpiente está a punto de morder a Laoconte) es el más dramático de todo el episodio y, como se irá viendo en el análisis y comentario de la obra, busca provocar una respuesta emocional del espectador.
El material utilizado es el mármol tallado, como es típico (junto al bronce) durante todo el periodo clásico.
Tipología. Se trata de una escultura de grupo de bulto redondo aunque concebida para una visión frontal, como si fuera un relieve, por lo que se podría suponer que se encontraría contra un muro que apenas si dejaría ver su zona trasera.

La composición parte de un triángulo aunque con su vértice (cabeza de Laoconte) descentrado hacia la izquierda, dando más peso y fuerza a dicho lado que se contrarresta (sólo en parte) con la posición más alejada del hijo de la derecha.
La organización del conjunto se articula gracias a una gran diagonal que arranca desde el pie derecho del Laoconte y finaliza en su codo alzado.
Junto a ella podemos advertir otras diagonales menores como las que conectan el codo alzado del Laoconte con el hijo de la derecha o la que forman la posición de las dos cabezas del Laoconte y el hijo de la izquierda. 
Todas estas líneas hacen que las extremidades salgan de la composición general, creando un bloque abierto.
Junto a las diagonales, existen numerosas curvas creadas por la serpiente que dinamizan aún más el conjunto a la vez que sirven para relacionar unos personajes con otros.

















El modelado presenta fuertes contrastes, especialmente en las telas y en el trabajo del cabello que, realizado a trépano, crea una aureola de claroscuro que enmarca especialmente la cara del Laoconte, intensificando su gesto dramático.


Las figuras aparecen desnudas (como es típico del arte clásico, en donde siempre está presente el culto al cuerpo humano, fruto de su visión antropocentrista), con un canon correcto aunque hercúleo en el Laoconte, existiendo un fuerte interés por las anatomías representadas en plena acción
Por otra parte, y aún conservando una idea de la representación idealizada, el hecho de colocarnos a Laoconte como un anciano (aunque de poderosa anatomía) es revelador del periodo en el que nos encontramos.























Sus posturas, forzadas e inestables, tal y como requiere el tema, haciéndolas partícipes de la expresión que podemos encontrar en sus rostros, muy tensos, en donde se frunce el gesto y las bocas se abren. (En la figura de la izquierda casi podríamos hablar de una forma serpentinata, tal y como las concebirá Miguel Ángel y los manieristas en el Renacimiento y que ya había utilizado Scopas en el periodo postclásico)
Por último, se observa una total desproporción entre las figuras de los hijos y el Laoconte, casi como si nos encontráramos con una perspectiva jerárquica que potencia aún más la figura central y su dramatismo.

















COMENTARIO
Nos encontramos en el periodo helenístico del arte griego. Las razones para sugerir tal cronología son claras. En todo el grupo escultórico prima lo dinámico (diagonales, curvas, posturas inestables) y lo expresivo (gestos, posturas expresivas, fuertes claroscuros), alejándose un tanto de la idea de equilibrio y belleza conseguida durante el periodo clásico (Fidias, Polícleto...) en un proceso evolutivo en donde la armonía es sustituida por la expresión.
En este sentido, la presente época helenística es una continuadora de la dirección emprendida durante la época manierista (expresiones melancólicas de Praxíteles o tensas de Scopas, cambios de canon de Lisipo o búsqueda de temas más anecdóticos o dramáticos...) que culminará, tras las grandes conquistas de Alejandro, en una época barroquizante en donde el movimiento, la tensión y la búsqueda de lo expresivo lleva a los autores a romper las normas antes establecidas, tal y como se observan en otras obras del periodo como la dinámica Victoria de Samotracia o los trágicos Galos que se encuentran a punto de morir
























Tal posición y su renuncia a la belleza anterior deberíamos ponerla en relación con un nuevo modelo cultural en donde, tras las conquistas de Alejandro, los grandes imperios sustituyen a la anterior unidad de la polis, perdiéndose la dimensión humana que antes había tenido la política, la economía o el arte. Una tendencia que culminará con la creación del Imperio Romano, en donde el hombre estará al servicio del estado, perdiendo en parte su individualidad (y el antropocentrismo anterior).
Por tanto, más que apelar a la razón y la belleza (como era norma hasta entonces), se busca impactar al espectador dirigiéndose a sus emociones (pathos) más que a la contemplación estética (el arte por el arte anterior)
Por otra parte, la presente escultura tuvo una enorme influencia en posteriores etapas artísticas. 
Su propio hallazgo en una excavaciones durante el Renacimiento hará de ella un verdadero símbolo a la vez que abría toda una nueva forma de entender lo clásico. El Laoconte demostraba que no sólo había belleza en este arte, sino también existían periodos en donde lo expresivo era la gran preocupación.

Esta lección (junto a la del torso del Belvedere) será de especial importancia para Miguel Ángel, más que como una influencia directa, como una forma de ratificación de lo que su arte ya había comenzado a hacer: un abandono progresivo de la belleza de sus primeras etapas juveniles en favor de la expresión que se había empezado a materializar en el Moisés y las pinturas de la bóveda de la Capilla Sixtina .

De esta manera podemos poner en contacto ciertas características del Laoconte (canon hercúleo, importancia de la expresividad, posturas forzadas) con el arte del Miguel Ángel maduro que progresa en una clara dirección manierista, aunque no será hasta casi un siglo después cuando todas las lecciones guardadas en esta esculturas sean aprovechadas por completo.
Restauración del brazo superior realizada por Giovanni Angelo Montorsol que en el siglo XX se comprobó falsa, pues se encontró el resto del brazo, doblado


Esto lo realizará Bernini que, gracias al estudio de la escultura helenística, aprovechará ciertas de sus características como del uso de la diagonal como forma compositiva, el bloque abierto o el uso del momento más trágico de lo narrado como recursos técnicos que consigan obras de una mayor expresividad que convenzan al espectador, como es típico en un arte basado en la propaganda como es el Barroco .

 
Bernini. Fuente de los Cuatro Ríos
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En España, sus repercusiones pueden observarse en Berruguete y Juan de Juni, también presentes en su descubrimiento, durante su periodo de formación en Italia.

                                                      
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Al ser descubierta la escultura, y en pleno Renacimiento, se realizó sobre ella una restauración de alguno de sus fragmentos dañados, inventando por completo la posición de uno de los brazos brazos en búsqueda de un mayor dinamismo. Tales intervenciones fueron más tarde eliminadas.

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