domingo, 29 de abril de 2012

AFRODITA DE GNIDO. PRAXÍTELES



Tema. Nos encontramos con un desnudo clásico interpretado de una forma poco clásica. Venus (Afrodita) es sorprendida en su salida del baño, cubriéndose pudorosamente ante un posible espectador (lo que elimina la idea de  autonomía de la obra de arte e introduce al espectador, su subjetividad).
Es, por tanto, un tema clásico aunque tratado de forma anecdótica, con esa mitología amable de la que habla Elvira Barba, ya planteado como obra abierta que potencia la relación con el espectador (en realidad, la verdadera obra no es el mármol sino la corriente de emociones, desde el asombro al voyerismo, que se establece con el ocasional espectador)
El material es mármol y el trabajo la talla que luego es suavizada por un profundo pulido
Se trata de una escultura exenta y, en principio una fuerte frontalidad, pues está hecha para que el espectador la admire desde el punto de vista preferente que muestra la foto. 
Sin embargo esto no es del todo cierto. La posición de los brazos se interponen en esta visión central y ocultan fragmentos del cuerpo al espectador, rompiendo la ley nunca escrita pero siempre presente de la exposición completa (piénsese en Policleto).
Por su "culpa" el espectador debe girar en torno a ella y descubrir que la figura se encuentra levemente girada y en diagonal, creando nuevas perpectivas que nunca encontraríamos en la escultura del siglo anterior.


La composición está levemente inclinada hacia la izquierda, con una curva praxiteliana muy suave (más de lo habitual en el autor).
Si observamos la escultura en su conjunto podemos observar un leve zigzag que va cambiando las direcciones, equilibrándolas entre sí a la vez que se le aporta un delicado movimiento
El modelado es sumamente sutil, pues el pulido hace que la luz no cree fuertes claroscuros, sino por el contrario, resbale suavemente por el cuerpo y el tronco. Solamente en el pelo encontramos algo más de claroscuro en los rizos laterales que sirven para enmarcar el rostro o en el sempiterno jarrón y paños que yacen a sus pies.

La figura posee un canon armónico pero bastante esbelto, poco musculado y de gran suavidad,.
Su expresión, tanto corporal como del rostro, es suave, un tanto melancólica. Sus movimientos suaves y cadenciosos acentúan tal expresión.

Comentario.
Evidentemente nos encontramos con una obra del postclasicismo del siglo IV (también llamada fase manierista), siendo su autor Praxíteles (como se puede ver en el modelado, la curva praxiteliana, una forma manierista de tratar los puntos de inflexión del cuerpo humano, según Grombrich, o la ambigüedad del tema).
     Este momento es sumamente complejo y genera, por primera vez en la historia del arte, un cambio de dirección hacia formas manieristas (acaso sólo comparable con el periodo deAkenaton). 
Eros tensando un arco. Praxíteles

Los especialistas han intentado explicarlo desde varios puntos de vista. Argullol habla del fin de los ideales comunitarios de la polis clásica, heridos de muerte por las Guerras del Peloponeso y todos sus corolarios de hambre, pobreza y desolación. Menciona a su vez la importancia que tuvieron las nuevas ideologías más espiritualizantes, como el platonismo o el epicuirismo. Junto a ello, Elvira Barba habla de la importancia del pensamiento sofista y su nueva expresión del gusto como algo personal y no sometido a normas, lo cual incide en un arte cada vez más subjetivo y personal. Hauser, por su parte, encuentra en este periodo la ruptura del pensamiento e ideario aristocrático que alumbró el periodo clásico, adelantándose a un gusto más burgués que triunfará plenamente durante el periodo helenístico, cuando las clases medias imponen una nueva estética más cercana a la vida, menos idealizante y más ecléctica. Ya por último, Grombrich habla de una fase del arte en la que se separa de la comunidad para profundizar sobre sí mismo, creándose así una maniera como se produciría a partir de 1520 en el Renacimiento Italiano, en donde la norma es puesta en cuestión en una búsqueda de la propia personalidad (Focillon), creándose un arte sofisticado y cada vez más volcado hacia unos conocedores más aristocráticos.

         Dentro de todo este cruce de interpretaciones la realidad aún se muestra más compleja si nos situamos en las personalidades concretas, pues nada tiene que ver el drama interno de un Scopas (que está anunciando los aspectos más expresivos del helenismo) a la melancólica, un tanto nostálgica, actitud de Praxíteles, que deforma hacia la suavidad extrema  los modelos reciosde Policleto, creando una escuela o tendencia clasicista que alumbrará obras posteriores como la Venusde Milo o el Hermafrodita acostado. 





Más tardío, Lisipo muestra el cansancio, la inutilidad del clasicismo en sus atletas cansados, sorprendidos en las tareas más cotidianas y antiheroicas que es, a la postre, toda una crítica final hacia los modelos clasicista de un Fidias o Mirón, su imposibilidad de volverlos a revivir en el mundo nuevo (globalizado) del primer helenismo.
       En general hay una sensación de final de periodo, de despertar ante la realidad al que Praxíteles se intenta rebelar guardando unas migajas del antiguo encanto, aunque cada vez más amanerado.(La propia actitud, pudorosa/morbosa, que tiene el autor ante el desnudo ya no sólo entendido como belleza sino también como deseo (el del espectador) abunda en esta idea en donde lo sensual y sensorial se está imponiendo sobre lo puramente racional)

            Esta actitud será recogida por autores renacentistas como Donatello en su David o, especialmente, en Botticelli, que también vivirá el momento final del primer clasicismo, bruscamente roto por las palabras atronantes de Savonarola. 



Sus gestos de una belleza que, por imposible, se vuelve ya en si misma nostálgica, los podemos encontrar en su Nacimiento de Venus (directamente inspirado en esta obra) o su Primavera; de nuevo un mundo evanescente a punto de desaparecer, tan ideal que es de por sí imposible, como muy pronto demostrará Miguel Ángel que rápidamente se basará en el dramatismo de un Laoconte para su obra madura.


Como puede verse en el artículo, las copias que se hicieron de esta obra fueron múltiples, pues gozó de gran prestigio en época clásica que se renovó en el Renacimiento, convirtiéndose en el modelo verdadero, junto a Fidias,  de lo clásico (mucho más que un Policleto o un Mirón, más valorados por el Neoclasicismo).
Curiosamente, los primeros comitentes de la obra (la ciudad de Cos) la rechazó por considerarla obscena (acaso demasiado humana, fuera del halo intemporal que debería adornar a los dioses).


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