Este cuadro coincide temáticamente con uno anterior que le haría famoso en Italia, el llamado Tríptico Portinari que tanto influiría en el Renacimiento.
Frente a él prescinde de la estructura de tríptico para utilizar un formato inusualmente largo y estrecho que da una fuerte presencia a los personajes al colocarlos en un ámbito interior, con leves y puntuales referencias paisajísticas.
Se crea así una interesantísima composición espacial que se incia en los dos personajes que abran los cortinajes de la escena en sus extremos, nos lleva después hacia la parte central para dejarnos salir de la escena por dos diagonales de nuevo excéntricas (una especia de gran X en profundidad, muy novedosa, que permite fijar la atención en el hecho fundamental pero permite recorridos visuales que mitiguen el agobio espacial producido por el formato y los grandes personajes que pueblan la escena).
Se ha hablado de una inspiración en los Oficios de Pastores, obras de teatro medievales que representaban (en la puerta de las iglesias) los principales acontecimientos religiosos de la Navidad, lo cual explicaría la retórica de estos dos personajes abriendo cortinas, como si de una representación teatral se tratase (Esta manera de incluir al espectador en el cuadro es una constante en el arte flamenco, como se puede ver en múltiples obras de Eyck - Virgen del Canciller Rolín o Virgen en una Catedral - o Weyden, cada uno con sus propios y distintos métodos).
Como en el tríptico Portinari vuelve a retomar la idea de la Natividad sobre el propio suelo, así como los modelos (especialmente femeninos y angelicales)
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