jueves, 8 de abril de 2021

PICASSO, EL EGIPCIO

 

Contaba Picasso a sus biógrafos que un día del año 1907, cuando el pintor malagueño se encontraba luchando con los bocetos previos de lo que serían las futuras Señoritas de Avignon, un amigo también pintor, Rousseau, el Aduanero, le dijo de forma lapidaria:

 

Nosotros somos los dos grandes pintores de la época; Usted, monsieur Picasso, en el género egipcio y yo en el género moderno.

 

Quién sabe si la historia es auténtica, pues a Picasso le gustaba adornar su pasado con anécdotas, frases y acontecimientos que nunca existieron. Sin embargo, la idea es totalmente cierta.

Esto puede sorprender a muchos, que consideran a Picasso como el gran creador de la pintura moderna. Y así fue, por supuesto, aunque nunca deberíamos olvidar que también fue un gran clásico (tal vez el último) que nunca dejó de relacionarse con el pasado, reinventándolo una y otra vez.

Por otra parte, la sorpresa puede surgir por una incompleta percepción del arte egipcio. Nos es tan familiar desde pequeños que, quizás, nunca nos hayamos detenido verdaderamente a mirarlo.

Por favor, acompañadme por este pequeño viaje en la historia.

 


 

Si recordáis el arte cubista tenía dos claros principios: la simplificación de los objetos en formas geométricas y la visión múltiple (el pintor mira el objeto desde varios puntos de vista y luego une en una sola figura toda la información).

Estas dos claves ya son visibles en las famosas Señoritas de Avignon. El cuerpo de las mujeres se ha geometrizado de forma drástica, al igual que el fondo, quebrado como si fuera un cristal roto. En cuanto a la visión múltiple es evidente en la figura de la derecha, vista de espaldas y de frente, pero también con su cara hecha de retazos fruto de este cambio de vista del pintor.

 

 Las Señoritas de Avignon. Picasso, 1907

 

El lienzo produjo entre el selecto grupo que lo pudo contemplar una verdadera conmoción. Muchos no lo entendieron aunque, si la anécdota es cierta, Rousseau sí comprendió rápidamente. Supo mirar y darse cuenta que con aquel cuadro se había acabado la pintura visual (la que ve el ojo quieto) y comenzaba otro momento de arte intelectual en donde se pintará lo que se sabe, no lo que se ve, igual que le ocurría al arte egipcio.

 

Si no me creéis, fijaros en este relieve egipcio

 

 

Pero fijaros bien, y mirad las manos ¿No veis algo extraño en ellas?

Intentad poner las vuestras de la misma forma que en el relieve y veréis… que es imposible hacerlo. Y lo es porque los hombres tenemos los dedos enfrentados.

 


¿Os dais cuenta ahora? Las figuras tienen dos manos derechas (o izquierdas), pues el dedo gordo se encuentra en la misma posición en ambas, cosa que en la realidad es imposible.

Como veis los egipcios no eran tan realistas como podrían parecer. Hacían una pintura mental.

 

Pero esto va mucho más allá de unas simples manos. Fijaros ahora en esta figura hecha con la visión múltiple que inventó Picasso y los egipcios practicaban ya hace milenios.

 

 

 

La cara está vista de perfil, el cuello y los hombros de frente, la cintura y las piernas de perfil de nuevo. ¿No era esto lo que hizo Picasso con las Señoritas, no las pintó de frente y de espaldas?

 

Y aún hay más. Mirad este típico ojo egipcio. Lo normal, ¿verdad?

  

 

 ¿Cómo puede ser normal que la cara se encuentre de perfil y veamos el ojo de frente? Si lo viéramos también de perfil no podríamos ver más que una parte de él. Picasso utilizó el mismo truco una y otra vez, aunque tal vez de forma más exagerada (o por lo menos, que nosotros creemos más exagerada). Mirad.

  

 

 Y así podríamos continuar con muchas cosas más (el fondo plano en donde se ha abolido la perspectiva, la importancia de la línea a la hora de delimitar las figuras, la pintura mental, de nuevo, en la representación de los pies), pero nos fijaremos en un último detalle: la representación de los objetos.

Fijaros en este fragmento. Se trata de una ofrenda a los dioses.

 

 Como veis los objetos carecen de volumen y se apilan unos sobre otros, cada uno de ellos visto desde la posición que dé más información de los mismos.

Si regresamos a Picasso, ya a su segundo cubismo (también llamado sintético) podemos encontrar numerosos bodegones que recurren a estrategias similares, como en esta obra. 

 

 Como habéis podido comprobar la frase de Rousseau no era gratuita, aunque tampoco tenemos que pensar que sea la única verdad, pues en el nacimiento del cubismo se unieron numerosas influencias de las que pronto iremos hablando (escultura africana, Cezanne, Ingres, el románico o el arte íbero)

Por otra parte, Picasso no fue el único artista de vanguardia que se sintió fascinado por lo egipcio. Quince años antes de sus Señoritas Paul Gauguin ya había realizado este cuadro en donde lo egipcio es tan evidente que parece inútil comentarlo. 

 Extraído de http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Paul_Gauguin

 


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