Los billetes no dejan de ser un trozo de papel. Nos hemos puesto de acuerdo internacionalmente para que así sea. Además, aunque un billete sea tuyo, no lo es del todo, siguen siendo del banco nacional de cada país. En nuestro caso es el Banco Central Europeo. Detrás de la mayoría de catástrofes que ocurren en el mundo (menos las naturales) se esconden estos trozos de papel, lo cual es realmente absurdo.
Como dice el propio autor, el dinero es una simple construcción social, un macro-acuerdo económico que nos hace la vida más fácil.
Pero, además, el papel moneda es una autocelebración que realizan los propios países sobre sus ciudadanos y momentos más gloriosos (El propio Euro es, a la vez, una recopilación de imágenes emblemáticas del arte occidental y, a la vez, toda una metáfora sobre puentes, que unen, y ventanas, que se abren)
Pero, ¿y si le diéramos la vuelta? ¿Y si celebráramos las catástrofes o, peor aún, los momentos luctuosos en donde se apoya una parte de nuestra economía y de nuestra sociedad?
Carlos Aires trabaja sobre esta pregunta y nos da mucho sobre lo qué pensar
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