Encargada por José María Creus y Anduaga a Benito González del Valle, se trataba de un estrecho solar (5 metros de fondo) que le hace ser totalmente exterior, con la aparición de grandes líneas de ventanas (en número y tamaño) gracias a la estructura metálica de su forjado (hasta entonces sólo típica en la arquitectura industrial y la de lujo).
En su decoración encontramos dos elementos muy novedosos.
Por una parte vemos una clara influencia de la Seccesion vienesa de Wagner en el juego geométrico de sus esgrafiados.
Por otra los gigantescos lagartos (ocelados) que nos traen también a la memoria ciertos juegos modernistas (algunos muy habituales con este animal, como los que hará Gaudí en la Casa Güel)
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