martes, 19 de agosto de 2025

AQUELLAS VERDES PRADERAS. CONVERSACIÓN (4) al piano

HAZ PLAY Y LEE

Si escuchas esta música que yo nunca te enseñé sabrás lo que me produce tu mirada desde la primera vez que la clavaste en mi, junto a un puesto de helados, y sabrás entonces por qué esta música sabe a verde.
Si la escuchas rodeada de penumbras tendrás la certidumbre absoluta de cómo es tu piel acariciada, de su levísimo vello rubio en los antebrazos que desaparece según asciende a los hombros, y te podrás sentir, al menos una vez, en el tacto del otro.
Eso debe ser el amor.
Ni tu piel ni mis dedos, sino la caricia. Eso es lo que cuenta esta música. Ni el piano ni el pianista sino el espacio, levisimo, casi intangible que hay entre los dos. Su dolor de plumas.
, o todavía mejor, el aire dolido que acaricia a la pluma.

Conocerás eso y qué significa, al fin, el silencio de versos que se quedaba en los labios tras cada beso que nos dábamos.
Un espacio de alientos confundidos que estaba en el mismo lugar en donde se forman las palabras, antes que ellas intenten atrapar el mundo con sus filos, destrozando lo todo.
-¿La prehistoria de todo, vagas constelaciones de polvo un instante antes de formar estrellas?
-Me parecían más bonitas las de antes.
--Cuales
- Las fugaces... Mira, pide un deseo
- Son las mismas, Luis, como nosotros mismos...
- Electrones a la deriva cuántica.
- Eso no puede ser tuyo
-Por supuesto, es Solsona. Nuestro físico de guardia.

Quizás sea eso música, que es mejor recordarla que oírla siquiera.
(Y esto no lo escuches). Nunca te lo diré, pero tu siempre eras más bella en el recuerdo; fuimos siempre más felices en la memoria. Somos el humo de un cigarrillo que es expulsado y huele a tabaco y pero también aboca, como si se hubiera transformado en otra cosa.
-¿Solsona de nuevo?
-No, Lucas. Duchamp, infraleve.
Esos espacio que existen entre las notas que no son silencio pero tampoco música, al menos la que creemos oír.
Son los mismos que nuestra gran vela, que las praderas que azulean sólo cuando nosotros nos amamos sobre ellas, contaminadas por nuestros movimientos que, siempre (no escuches) eran más dulces y largos cuando los recordaba.
- Y las estrellas más brillantes.
- También la luz de las ciudades nos va poco a poco contaminando.
- Ya no se ve toda la larga mancha de la vía láctea.
- Pero cuando aún si estaba no sabíamos que era ella.
- Es cierto.
-A veces duelen las cosas cuando se conocen.
-¿Lo dices por nosotros?
-No, nosotros nunca nos hemos conocido.
-Eso es cierto. Somos dos funciones
-¿Sabrina?
-Sí, o Dirac, da los mismo. Somos una línea ondulada que corre sobre una recta y, a intervalos, se cruza con ella.
Eso o algo parecido, siempre un poco más adelante, con muchos más vacíos que llenos, con múltiples pasados, unos juntos otros separados que flotan entre nuestros reencuentros
-¿Luis?
-Supongo.
-Pues entonces contéstame a una duda que me ha surgido. Quien es la línea recta y quien la ondulada
-No lo se. Solo sé que tu eres la ondulada. Tan azul como esta canción de piano sobre la que yo escribo esta conversación ficticia que sirva para tapar todos los huecos de tu silencio

AQUELLAS PRADERAS AZULES. CANCIONES

miércoles, 6 de agosto de 2025

Aquellas praderas azules. Tú y yo lo sabíamos, querido Joaquín

 Tu y yo ya lo sabíamos.

Sabíamos que eras muy grande, mucho más de lo que tu creías, Joaquín. El más grande locutor musical que ha habido nunca, que te disfrazadas con tus pelos electrizados para que nadie supiera toda la música que conocías.
El gran Joaquín Luqui.


Ayer mismo alguien me dio la noticia, y desde entonces no ha parado de llover sobre los adoquines de Roma. Todo está mojado y gris desde que me enteré que te habías ido de esa forma tan absurda, como un puro personaje de García Márquez.
Durante todo ese tiempo no he conseguido llorar por mucho que lo intentará, y sólo he escuchado música en el mp3.
Ayer lo puse en modo aleatorio y no he dormido en toda la noche, pues afuera llovía y todas canciones me sabían tristes y cansadas, hasta que, un poco antes de amanecer comenzó a suceder el prodigio.
Fue con el Hey Jude, claro.
Nada más comenzar a sonar te escuché hablar.
Hola, hola, hola.
Y ya nunca dejé de escucharte. Canción por canción te fui oyendo de todas aquellas músicas que tú me enseñaste a amar, primero tras un transistor, luego en todos los estudios, viajes y entrevistas que compartimos durante casi 10 años de profesión compartida.
Tu y yo lo sabíamos.
Amanecía tras la linterna prodigiosa de la cúpula de San Ivo y yo te escuchaba contar mil historias como si estuvieras aquí a mi lado, y hasta recordé la única vez que discutimos cuando te dije que Madonna me sabía a plástico de envolver la verdura de Carrefour.
Una semana entera me dejaste de hablar por la herejía, pero al final decidiste que a los hijos, aunque sean postizos como yo, hay que perdonarles todas las equivocaciones.
Tu piensa lo que quieras, pero ni se te ocurra volver a decirlo, me dijiste con aquella sonrisa que tenían tus ojos como patrimonio particular, y me diste un abrazo de oso tierno mientras ponías una canción de los Beatles para firmar la paz.

Nos parecíamos tanto. Aprendí tanto de tí sobre mí mismo.
Te conocí a los trece años, cuando me entregaste un disco de Berlín por haber ganado un concurso de cuentos de la cadena ser, y doce años después volví a encontrarme contigo como colega en la misma cadena.
Tu me adoptaste desde el primer día, aunque yo no fui consciente hasta aquella noche en la que me preguntaste si todavía conservaba el disco de Berlín.
-Realmente no era muy apropiado para un chico de trece años - me dijiste cuando no había salido de mi asombro y tenía el corazón esponjado por las lágrimas que luego lloré tan dulces - Si te hubiera conocido como hoy te habría regalado Culture Club, por supuesto.
Ay, querido Luqui.
Nunca me dio tiempo a decirte los mil regalos que me hiciste, y ahora solo puedo decírtelos en esta carta sin destinatario, pues me ha dicho el cartero que el cielo de los Beatles no tienen código postal.
Me enseñaste a amar la música más de lo que yo ya hacía, que creía que era el máximo hasta que te conocí, y aunque nunca me pudiste convencer que Paul era superior a Lennon, yo fui almacenando en la caja secreta que todos tenemos para lo realmente importante cada una de tus palabras porque
Esto será tres, dos o uno.
Tú siempre lo sabías con una simple docena de compases, sin petulancia, siempre con una palabra amable aunque no te gustará, pues tu corazón te impedía hablar mal de nadie.
Eras demasiado bueno y caballeroso para hacerlo, eterno como estas piedras de Roma desde las que te escribo llorando a ratos mientras afuera llueve mansamente.
Los Rolling o Michel Jackson pero siempre los Beatles que tatareabas como tu propia banda sonora mientras me ayudabas a elegir los discos en mis primeros programas.
¿Sabes, Joaquín? Yo siempre he querido ser como tú aunque bien se que nunca lo conseguiré. Vivir la música como el que come en un restaurante de lujo cada día, a cada instante.
Ser un elegido para comprenderlo todo a través de las notas de las canciones y las miradas de las personas.
Pero nadie me puede quitar eso. La dulzura de tus ojos cuando me mirabas, como el hermano mayor que nunca tuve (o acaso sí) que me alertó sobre las tormentas y sirenas de la fama, de las trampas de los que quieren brillar sin capacidad de hacerlo.
Me quisiste y yo te quiero, ahora, bajo la lluvia amarga de una ciudad eterna que llora por ti, por nosotros, por todo un tiempo que ya pasó.


AQUELLAS PRADERAS AZULES. CANCIONES

domingo, 20 de julio de 2025

Ánima Mundi. Conde de Villamediana. Hitler y las elecciones

Las elecciones del 14 de septiembre de 1930, significaron para el partido de Hitler el paso de doce diputados a ciento siete.
Aquí están algunos de los puntos de su programa electoral

4.º Sólo podrá ser ciudadano alemán el alemán nativo, racial. Sólo se considerará alemán racial al que tenga sangre alemana, sin referencia alguna confesional. Ningún judío puede, por tanto, ser de nuestra raza.
5.º Quien no sea ciudadano alemán sólo podrá vivir en Alemania a título de huésped y sometido a la ley que regule la vida de los extranjeros.
7.º Exigimos que el Estado se comprometa a proporcionar trabajo y medios de subsistencia a los ciudadanos. Si no fuera posible la alimentación de toda la población debe expulsarse a los extranjeros.
8.º Debe evitarse la inmigración de no alemanes. Exigimos que los inmigrados no alemanes desde el 2 de Agosto de 1914, sean inmediatamente expulsados del país.

No digo más...


miércoles, 16 de julio de 2025

EN DIRECTO. Luz hecha agua.

Ahora que estamos los dos solos en medio de la noche, unidos tan sólo por las ondas, escúchame.

Haz el favor e imagina  Sentado al borde de la bahía.

Ottis era nuevo, y Vangelis en su Blade Runner, y Bowie y los falsamente alegres Pet Shop Boys, pero no Oldflied, ni el hotel California de tus orgasmos más sentidos, cuando te hablaba por dentro tuyo y casi eran palabras de dulce épica las que tú escuchabas. No lo eran ni el Barry Wait de voz suspirada, ni las baladas de Scorpions de cuando éramos heavys, ni Roxanne de the Police o ll stand by you de Pretenders, ni, por supuesto, el Let it be de los Beatles.

Te puse un auricular y me tumbé a tu lado en aquel rincón junto a los … (fresnos, yo creo que eran fresnos).  

En aquella burbuja de sombra fresca nos escondimos del calor radiante del mediodía a escuchar esa música que eran pequeños trocitos de vidrio con felicidades dentro, y tú cerraste los ojos para que yo pudiera mirarte más allá de tus pupilas atardecidas. Te fuiste haciendo un ovillo sin sueño mientras a nuestro alrededor se extendía un lago de calor que acuchillaban las chicharras, y el frío sonido del agua lamía las piedras como yo repasaba el mapa de los lugares permitidos de tu piel en un punto enrojecida que

(¿Recuerdas?

Te quemaste y durante unos días solo podía tocarte en sueños)

 Un cuento que hablaba de puras sensaciones. Sensualidad, aunque la ese al final se convirtiera en equis durante aquel día en la Pedriza: no había otra posibilidad ante tu cuerpo de milagro, el movimiento infantil de tu alta coleta sobre el aire que te rodeaba y el olor a frío del agua transparente de la poza.

Unas aguas gélidas que parecían rajar las piedras del fondo con el bamboleo de sus telarañas de luz.

Eso o la deliciosa y suave curva de tu vientre que me hacía pensar en cosas impensables por definitivas.

El olor a pinos que fue creciendo según pasaba el día y nuestra piel que se iba poco a poco agrietando de sol y viento, encendiéndose como una antorcha hasta que terminé masturbándote bajo la tierna castidad de una toalla del pato Donald, tan roja como tus deseos.

- ¿Y tú? – me dijiste.

- Lo mío va a ser demasiado cantoso. Mejor lo dejamos para mañana y te cobro doble.

Y tú enrojeciste un poco, como siempre, pues los años pasados no habían conseguido limar esos conflictos que siempre tuviste entre el sexo y las palabras, en realidad que tuvimos todos más allá de las reuniones de amigotes, pues pese a todos los años ya pasados seguíamos todavía jugando a policías y ladrones con los largos tabúes que nos habían grabado a fuego dentro.

 

Aquel día fue así, con el aroma de la resina de las jaras como una presencia casi humana y el agua verde de aquella poza solitaria como tus ojos entornados por la luz mientras nos secábamos sobre las largas losas de granito y su peculiar olor al calentarse; un infierno de bolsillo bajo el sol del mediodía. El cuarzo brillante y la piel mojada, aún entumecida, hecha un escalofrío por el juego del sol radiante y la brisa fina de la montaña, mientras el río seguía su vida de aguas deslizadas y hacía pequeños saltos y trenzados, pintando un cuadro de brillos y transparencias.

Aquel día nos bañamos juntos como nunca volveríamos a hacer, ateridos en las aguas de hielo, riendo y tiritando al mismo tiempo, y eras tan bella  cincelada en agua, hecha ondas bajo ella, con pinceladas del amarillo de tu bikini y el rojo de tus uñas, que hubiera dado un mundo por haberte conservado así para siempre y no en el pálido reflejo de las palabras,

pues siempre faltan adjetivos y ahora más que nunca,

Todas las noches son insuficientes para contar lo importante y necesario.


martes, 8 de julio de 2025

ÁNIMA MUNDI. Lucas Corralejo. Las semanas que fui Luis
























Su cuello altivo
Su piel de leche
Aquella coleta como un surtidor de oro suave 
Sus manos tenían las uñas mordidas y llevaba (el primer día) unos vaqueros desteñidos y con una pegatina en el culo, como si en su juventud hubiera bailado Divina de Radio Futura 

Sus ojos tristes, su boca carnosa .
La mirada somnolienta y lejana como un extraño sueño... 
... de manzanas maduras. 

Su mirada era de un verde muy oscuro, casi negro, que cuando se volvía hacia arriba parecía un cuadro de Guido Reni, con las mejillas arreboladas, como si su figura de diosa griega ardiera por dentro 

Os pareceré Luis, ¿verdad? Quizás en aquellas cortas semanas lo fui un poco, aunque sin música dentro, sin su capacidad para la sinestesia. 
Fue en un curso del profesorado sobre historia del Arte, y desde el primer día me quedé prendado de aquella mujer de la que nunca llegaría a saber el nombre pero que me envenenó los sueños y me alborotó el sexo. 
Yo me senté siempre lejos y esquinado para poderla mirar, y casi olvidé ¡al mismísimo Velázquez! mirando esas mejillas acaloradas que en un momento se entremezclaron con la Venus del Espejo, conmigo mismo reflejado en el espejo y la imagen desnuda y eternamente blanca sobre sábanas cuyas arrugas contaban todos los pormenores de una larga noche de amor 

Sus pechos breves bajo los amplios jerseys que fue luciendo cada día, sin repetir jamás modelo, y aquellos pantalones ceñidos que chocaban con estrépito con su rostro de virgen del Quattrocento, unas veces luminoso bajo las sonrisas pequeñas, otras oscuro y perfumado, con olor a tierra labrada. 

¡Por Dios!, parecía un adolescente con veinte años más y las primeras canas despuntando pero no lo pude evitar, y la observé como sólo hasta entonces había mirado los cuadros. Ni siquiera a Laura conseguí mirarla así ni en el mismísimo día de nuestra boda. 
Pues no era amor, eso estaba claro, era... 
Era algo asombroso, un líquido espeso que calentaba todo sin esfuerzo y, en más de un momento, comprendí a Luis como jamás lo había hecho y sentí (una pizca apenas, seguramente) todo lo que nos contó una y otra vez de Sabrina, aquellos soliloquios de su programa de madrugada entre canción y canción, cuando se desnudaba ante casi un millón de oyentes sin que apenas nadie lo supiera, y una y otra vez contara su propia historia de amor que nosotros estamos intentando recoger en esta página. 

Así me sentí, enamorado (aunque esa no sea realmente la palabra) de una imagen con la que nunca quise siquiera hablar, pues tenía miedo que su voz me rompiera los sueños aún más o, por el contrario, destrozara mis propias imaginaciones y de golpe se convirtiera en princesa desencantada, sin corona ni halo. 
Sólo quise observarla, hacerlo con tal intensidad que tuve la sensación que notaba su propio aire de respirar aunque estuviera a muchas sillas de distancia, mientras en la pantalla volvía a aparecer una y otra vez La Venus de Velázquez, aquel flemático tan parecido a mi que pensaba mucho y pintaba (escribía) muy poco, siempre controlado y racional, un punto por encima de cualquier realidad para que nada le pudiera tocar ni ¿herir? 
Por lo menos a mi sí; esa era la estrategia. 

Pero su cuello fino rompió los frenos y no pude imaginarla sino desnuda y cálida en una habitación con luz que debería saber a fresa (supongo), a menta ácida y a aquellas almendras que Luis masticaba en la imaginación de su alma mientras escuchaba ciertas canciones. 
Yo nunca pude hacerlo, o tal vez aquella vez sí, y por primera y última vez en mi vida pude darme cuenta de los olores que tenían las cosas más insospechadas, y en las noches de insomnio sentí la fragancia de su cuello mientras la besaba en sueños y el mundo de la habitación daba vueltas como un carrusel, tan deprisa que a mi me daba miedo que Laura pudiera despertar en la cama contigua y encontrarme ensopado de miedo y con los pulsos perdidos, como aquellos tiempos en donde la depresión y la ansiedad me tuvo prisionero hasta que conseguí salir de aquel colegio maldito, un segundo antes de perder la razón ante tanto dolor. 
Me daba miedo que ella me viese pero aún más que la vida al fin recobrada tras tantas sesiones de psicólogo y kilos de fármacos se volviera a ir al traste y todo se desbarrancara. 
Miedo del propio miedo durante aquellas noches que se olvidaban en el mismo momento de volver a verla en aquel curso maldito en donde a punto estuve de odiar a Velázquez. 

Pues sus manos de porcelana china, con las uñas muy cortadas.
Su pecho breve, su larga melena dorada sin necesidad de atardeceres.
Y un pequeño mohín de enfado, a veces, de pasión lenta en otras ocasiones que a mi me rompía las razones mientras la imaginación se me llenaba de música soul, aquella que Luis (decía) era puro sexo cantado, con las baterías lentamente entrando en el palpitar de tus venas, despacio, sin pausa, como una locomotora tomando aliento para llevarse todo por delante en el movimiento lúbrico de sus pistones y..., la venus del Espejo como fondo, su silueta de guitarra excesiva que te llamaba a gritos mientras el mundo se llenaba de sabores extraños, de especias picantes, de gritos y aguas desbocadas.

Así me ocurrió, creo.









jueves, 3 de julio de 2025

(DE OTROS LADOS). Aquellas Praderas azules. Así te recordaremos siempre, Luis.

COMO DIRÍA LUIS, DALE AL PLAY Y VIVE EL ASOMBROSO RITMO DE ESTA CANCIÓN



No puedo evitarlo; esta canción, desde que tú me la descubriste, me da ganas de vivir.
Tal vez sea por la batería poderosa, por su ritmo que te atrapa, por el saxo mágico o por sus subidas y paradas abruptas que tú me explicaste tantas veces.
Desde hace no sé cuanto tiempo me la encontrado en un bar o en un pub perdido y una subida de vida me ha poseído, llevándome a bailar incluso cuando ya no suelo hacerlo, enamorado de una melodía que, sin recuerdos precisos, es una parte importante de mi juventud

Y esta vez sé que es real, 
lo que estoy sintiendo.
Sé que si me pongo a ello,
sé que de verdad puedo hacerlo.

Son unos versos sencillos pero poderosos.

Tengo mi mente puesta en ti

Eso dice una y otra vez la canción del antiguo Beatle, aquella con la que demostró que podía hacer cosas verdaderas magníficas sin el poder de Lennon o la orfebrería de Mcarty.

Una melodía sencilla pero llena de ritmo, que rompe las ataduras del qué dirán mientras te lanzas a la pista para bailar sin fin, impregnándote de la música como si fuera una ducha eterna de colores.

Tengo mi mente puesta en ti

Pues juventud es, sencillamente, un tiempo en donde es necesario estar enamorado de continuo. Esa es su fuerza vital que nos hace creer en nosotros mismos, igual que el poema de Ángel González.
El deseo pero también el sentimiento de volverse completo en la mirada de otro, ¿verdad, Luis?

Tú sabes mucho de eso.
De hecho has sido nuestra guía (aunque tú nunca lo supieras) en la música y el amor, y nos enseñaste que el mundo es una montaña rusa de sentimientos que vale la pena vivir aunque exista sufrimiento. Tú lo hiciste al ritmo de estas y otras cientos de músicas que te habitaban por dentro, a pecho descubierto en todos los casos, y eras capaz de hacer las más lindas (la palabra es cursi pero creo que exacta) por un amigo o una mujer. Te daba lo mismo el esfuerzo, pues era esa tu energía.
Música y sentimientos, sonidos para soñar y soñarte, unas veces en la realidad otras en el simple anhelo de totalidad que te volvía tan digno como vulnerable, tus dos grandes virtudes que te terminarían envenenando de miedos.

Por eso, ¿por qué no contar tu vida de canción en canción? ¿No sería eso el mejor homenaje que podríamos hacerte?
La idea fue de Solsona, claro, no podía ser de otro, y durante días la estuvimos hablando hasta que nos llegó la caja con tantas cosas tuyas, y entre ellas una libreta con direcciones de correos y contraseñas.
Entre los apuntes había una que nos llamó la atención. Era la de un blog en donde (por la fechas) tú habías estado publicando en el último año, aunque dejando todos los post como borradores.
- Lo mejor será borrarlos - había dicho Lucas, pero no pudimos evitarlo y empezamos a entrar en las entradas que siempre se iniciaban con una frase (una de aquellas que tú siempre utilizabas en tus programas) y un vídeo de youtube.

Eran los cuentos y las reflexiones que habías hecho desde la adolescencia que en los últimos tiempos (suponemos) revisaste y pasaste a formato digital (con lo poco que te gustaban esas cosas al principio) y puesto una canción como dedo que señala a a la luna.

Luego le fuimos añadiendo nuestras propias historias que también eran tuyas. Pili, Lucas, yo, Laura, Lucas, Mar y Solsona, por su puesto.
Para recordarte mientras escribíamos esta terrible y maravillosa historia, sabrinaherido, como dice siempre Nuria de ti. Pues siempre fuiste un letraherido, un músicaherido, un tímidoherido, pero sobre todo un Sabrinaherido que viviste por, en contra o a través de Sabrina persona y todas tus Sabrinas imaginadas, sus recuerdos y sus fantasmas, todo un universo de realidades, intenciones, necesidades, sueños, ... de un mundo hecho poesía y música que justificó toda tu vida, Luis.

Toda la nuestra, claro.

Pues si realmente queréis conocernos, a él y a nosotros por tanto, tal vez encontraréis las pistas del mapa del tesoro en todas estas praderas azules  que hablan del Luis público y el otro verdadero





viernes, 27 de junio de 2025

LOS CAMPOS FLEGREOS. NÁPOLES

 

                                 El lago Averno

                                                    El puerto imperial de Puteoli

El Antro de la Sibila

,

Macelum de Pozzoulli















Solfaratas

jueves, 26 de junio de 2025

CAPILLA DEL OIDOR. Alcalá de Henares

La Capilla del Oidor es el resto más antiguo de lo que fue la parroquia de Santa María La Mayor, iniciada en el siglo XIII, y patrocinada por el Oidor del rey Juan II, don Pedro Díaz de Toledo que mandó realizar este edificio a principios del XV.















La iglesia (y la parte entrada de la capilla que fue antigua sacristía), fueron reelaboradas en el siglo XVII y gran parte del conjunto destruido por un bombardeo durante la Guerra Civil

Lo que nos resta ahora es una entrada realizada en el siglo XVII con bóvedas de lunetos y cúpula encamonada.

Comunicada con ella se encuentra la verdadera capilla con interesantes yeserías gótico-mudéjar



y la reconstrucción de la pila bautismal en donde fue bautizado Cervantes (también el libro de parroquial)































CONOCIENDO ALCALÁ DE HENARES

miércoles, 25 de junio de 2025

Echo. Daniel Canogar

La serie "Echo", en constante conexión y mutación, reacciona a informaciones meteorológicas en tiempo real, como terremotos, incendios o contaminación atmosférica, traduciendo así índices cruciales para la supervivencia de las especies en una experiencia estética que arroja luz y focaliza el interés hacia la creciente problemática medioambiental.

Tomado de la web del artista















De esta manera el medio ambiente se convierte en puras formas estéticas que facilitan una comprensión del planeta no traumática, como pretenden muchos mensajes medioambientalistas.



TODOS NUESTROS POST SOBRE DANIEL CANOGAR

martes, 24 de junio de 2025

Jacometrezo. Medalla Felipe II

 









Jacopo da Trezzo (escultor, arquitecto, orfebre, joyero y entallador de gemas.) forma parte de ese grupo selecto y variopinto de artistas italianos que trabajaron para los primeros austrias (los Leoni, Juanelo Torriani, ...)

Tras trabajar durante años para Cosme de Medici, se trasladará a Madrid en donde creará taller, siempre vinculado con Felipe II, realizando trabajo para el Escorial (tabernáculo del Escorial) y la corte.

En este caso se trata de una medalla (que deberíamos emparentar con las que ya había realizado León Leoni para Carlos V) en donde aparece su efigie y, en el anverso, un carro triunfal con cuadriga (acaso Helios?) que conmemora su proclamación en Bruselas

lunes, 23 de junio de 2025

Las gasolineras de Norman Foster


















La Estación de servicio Repsol fue diseñada en 1997 por el arquitecto Norman Foster para la empresa Repsol
Se organizan en torno a grandes parasoles de pirámides invertidas en acero galvanizado que se apoyan en pilares.























Los tamaños y alturas se organizan en función de las necesidades de cada uno de los proyectos que unen un espacio protegido del sol o la lluvia unido a un fuerte impacto de los logos y colores corporativos de la Empresa



viernes, 20 de junio de 2025

RESURRECCIÓN DE LÁZARO

















El acaso milagro más importante de Cristo no tiene una gran repercusión iconográfica. Aquí lo vemos representado en un icono del Monte Athos del siglo XII

Juan: 11, 32-45 La resurrección de Lázaro.

 En aquel tiempo, cuando llegó María [la hermana de Lázaro] adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: “¿Dónde lo han puesto?” Le contestaron: “Ven, Señor, y lo verás”. Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: “De veras ¡cuánto lo amaba!” Algunos decían: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?” Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: “Quiten la losa”. Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: “Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días”. Le dijo Jesús: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Entonces quitaron la piedra. Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado”. Luego gritó con voz potente: “¡Lázaro, sal de ahí!” Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: “Desátenlo, para que pueda andar”. Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.  

miércoles, 18 de junio de 2025

Tamara de Lempicka, Desnudo reclinado con libro, c. 1927

Un día Lempicka se encontró con  la mujer más hermosa que había visto jamás… unos enormes ojos negros, una boca sensual, un hermoso cuerpo. Me paré y le dije: ‘Madmoiselle, soy pintora y me gustaría que viniese a posar para mí. ¿Quiere usted hacerlo?’ Ella sólo dijo: ‘Sí, ¿por qué no?’

Era la bella Rafaella que protagonizó sus cuadros (y su corazón) durante un año (el 1927)  en París. Un París de los felices 20, glamouroso, de nuevas mujeres que rompen con todos los estereotipos.



Como siempre hay en ella un estilo complejo que toma el retorno al orden de Picasso (sus plan o cortantes como cuchillos), el glamour del art decó y un erotismo frío de sus colores publicitarios