Tomado de https://historia-arte.com/artistas/jackson-pollock
En su estudio-pajar, rodeado de un abigarramiento de cuadros ya pintados, rollos de lienzo, montones de botes llenos pintura o pinceles, escaleras, taburetes y estanterías, el centro de la estancia queda despejado para extender en el suelo un enorme lienzo blanco sobre el que Pollock volcará sus energías. Vestido de negro, con un vaquero y una camiseta de manga corta, un cubo de óleo mezclado con aguarrás en una mano y un palo o pincel en la otra, totalmente concentrado, Pollock se inclina sobre la tela, pisándola cuando es necesario, para arrojar sobre ella, con movimientos precisos y un tanto espasmódicos, sus famosos goteos de pintura. Dependiendo de la rapidez y recorridos de su mano, surgen líneas, charcos, gotas, que van formando una maraña fluida. En ocasiones se retira para contemplar la imagen, rodea el lienzo, reflexiona el tiempo necesario -minutos, a veces días-, y cuando recupera la fuerza emotiva o la claridad de concepto que buscaba, ataca la obra en un nuevo arrebato pasional. Todo el trabajo, tan lleno de movimientos y de decisiones, tan convulsivo, da la impresión de ser física y mentalmente agotador. La intensidad de la acción queda reflejada en la pintura que, indisolublemente vinculada al proceso, efectivamente rememora la energía empleada y algún tipo de lucha librada en el interior de Pollock.
(Aquí tienes unos vídeos)
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El artista típico del expresionismo abstracto -Pollock, pongamos por caso- se ajusta perfectamente a la imagen que subyace en la idea romántica de que el arte es la expresión directa de la experiencia emocional individual, y tan sólo eso. Idea que potencia los conceptos de Genio e Inspiración y olvida que la creación del arte implica un lenguaje más o menos dependiente de unas convenciones y sistemas de notación dados, temporalmente definidos y heredados a través de la educación en los parámetros de una sociedad. Esta leyenda se centra en el artista, considerándolo una entidad aislada del contexto institucional, reforzando el mito humanista del Hombre Sin Clase, Universal. El personaje creativo del que hablan es ahistórico, eterno. Las manifestaciones o estilos de su obra cambian, pero la verdad del arte permanece.
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Desde 1937, Pollock está intermitentemente bajo tratamiento psiquiátrico y es ocasionalmente hospitalizado. Su alcoholismo agudo es la manifestación de problemas más complejos. Su vida fue la de un hombre con problemas de control de los impulsos y una ansiedad casi insuperable. Aparentemente vive en una pauta de oscilación entre la exaltación -alcohólica- y la depresión a través de su vida. En sus exaltaciones, es provocador, violento, agresivo, destructivo, fanfarrón, arrogante, orgulloso y egocéntrico, un ególatra convencido de su genialidad. En sus depresiones, suave, tímido, indefenso, retraído, reservado, dependiente, dado a menospreciarse y dudar de su talento. Es un drama binario de hundimiento y entusiasmo, de inestabilidad absoluta. Parece estar en perpetuo proceso de derrumbamiento, desintegrándose y reintegrándose regularmente. Se le diagnostica tempranamente esquizofrenia, un tipo de psicosis, aunque esto no significa gran cosa, ya que era un diagnóstico estándar para la época.

Marina Núñez. Jackson Pollock y las máquinas de dibujar