El material utilizado es la piedra caliza (talla).
Datos relevantes de esta forma de hacer son la composición cerrada (brazos y piernas se incluyen en el conjunto, formando una escultura de bloque cerrado) y simétrica (sólo se rompe la mano izquierda) con un eje de simetría muy evidente que parte en dos a la escultura. De esta manera se consigue una imagen realizada para ser vista desde un único punto de vista frontal (frontalidad) que nos daría un aspecto casi de alto relieve adosado, como ya se dijo, a la pared
El modelado. La escultura no tiene demasiado en cuenta la influencia de la luz, y apenas si se observa un cierto claroscuro en los pequeños pliegues de su falda y manto, aunque esta sensación debería ser más evidente cuando la escultura estuviera totalmente policromada, como era habitual durante toda la época antigua y que sólo se abandonó a partir del Renacimiento italiano.
El movimiento es inexistente, complaciéndose el autor en buscar una imagen hierática y solemne que nos acercaría a la estética egipcia. De la misma manera, tampoco se busca la expresión, pues su fin no es la representación del individuo sino, por el contrario, de la divinidad lejana y transcendente.
Igualmente, y aunque existe una corrección anatómica inexistente en otras obras íberas (como los exvotos, fuertemente expresionistas), aún se puede observar ciertas incorrecciones formales, tales como el tamaño y modelado de las manos o una cierta desarmonía en la altura del personaje.(Estas características, más que torpeza del autor, tendría que analizarse bajo la idea de las convenciones anatómicas vigentes hasta la época clásica del arte griego. Al autor le interesa mucho más el detalle que el conjunto, dando primacía a unas partes, cabeza, sobre otras, piernas, por su distinto valor simbólico).
Existe un fuerte interés por detallar los distintos adornos que porta la diosa al igual que ocurre en la Dama de Elche. Muchos de estos tocados son de influencia oriental, lo cual se relacionaría con el origen (también oriental) de la divinidad.
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En todas ellas, como ya se ha visto, pueden rastrearse las influencias orientales traídas a España por comerciantes fenicios, griegos arcaicos y cartagineses que entendían la escultura de una forma teocentrista, como una representación más de los dioses que de los hombres, buscando de esta manera una imagen no naturalista, hierática y anti-individualista. (Esta idea es fácilmente comprensible si comparamos la Dama de Baza con alguna de las representaciones del mundo egipcio, como puede ser el escriba del Louvre, o la escultura arcaica griega).
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