lunes, 24 de septiembre de 2012

Análisis y comentario. LA DAMA DE BAZA




























Escultura ibérica del siglo IV a. C. encontrada in situ en las excavaciones realizadas en el cerro de Cepero, Baza (Granada) en 1971. En la actualidad, en el Museo Arqueológico de Madrid.

Nos encontramos con una escultura de bulto redondo, aunque realizada para ser adosada a una pared, por lo que su parte posterior no se encuentra tallada. Se trata de una figura sedente femenina que aún conserva restos de su antigua policromía sobre estuco.
El material utilizado es la piedra caliza (talla).
Ajuar funerario

El tema de la obra es funerario, tal y como demuestra el emplazamiento en el que fue encontrada, una tumba subterránea. De la misma manera, en uno de lo laterales del trono (no visible en la imagen), se encuentra un hueco labrado que servía para introducir las cenizas del difunto. Éste, por el ajuar funerario que acompañaba a la escultura (armas y urnas cerámicas), debía ser un militar con bastante poder económico, tal y como era normal en las sociedades aristocráticas íberas.

La figura, ricamente ataviada y con una pequeña paloma en su mano izquierda, podría corresponder a una representación de la diosa Tanit, de origen púnico, que controlaba la vida y la muerte, dando a todo el conjunto una idea de reencarnación.

Formalmente, nos encontramos con una estética ampliamente repetida en el Mediterráneo antiguo, anterior al periodo clásico griego.
Datos relevantes de esta forma de hacer son la composición cerrada (brazos y piernas se incluyen en el conjunto, formando una escultura de bloque cerrado) y simétrica (sólo se rompe la mano izquierda) con un eje de simetría muy evidente que parte en dos a la escultura. De esta manera se consigue una imagen realizada para ser vista desde un único punto de vista frontal (frontalidad) que nos daría un aspecto casi de alto relieve adosado, como ya se dijo, a la pared























El modelado. La escultura no tiene demasiado en cuenta la influencia de la luz, y apenas si se observa un cierto claroscuro en los pequeños pliegues de su falda y manto, aunque esta sensación debería ser más evidente cuando la escultura estuviera totalmente policromada, como era habitual durante toda la época antigua y que sólo se abandonó a partir del Renacimiento italiano.
El movimiento es inexistente, complaciéndose el autor en buscar una imagen hierática y solemne que nos acercaría a la estética egipcia. De la misma manera, tampoco se busca la expresión, pues su fin no es la representación del individuo sino, por el contrario, de la divinidad lejana y transcendente.
Igualmente, y aunque existe una corrección anatómica inexistente en otras obras íberas (como los exvotos, fuertemente expresionistas), aún se puede observar ciertas incorrecciones formales, tales como el tamaño y modelado de las manos o una cierta desarmonía en la altura del personaje.(Estas características, más que torpeza del autor, tendría que analizarse bajo la idea de las convenciones anatómicas vigentes hasta la época clásica del arte griego. Al autor le interesa mucho más el detalle que el conjunto, dando primacía a unas partes, cabeza, sobre otras, piernas, por su distinto valor simbólico).
Existe un fuerte interés por detallar los distintos adornos que porta la diosa al igual que ocurre en la Dama de Elche. Muchos de estos tocados son de influencia oriental, lo cual se relacionaría con el origen (también oriental) de la divinidad.


COMENTARIO.

La presente obra que analizamos es una perfecta muestra del arte íbero y sus orígenes.
Incluida en el grupo de la escultura monumental, tiene fuertes coincidencias con otras damas como la de Elche o la oferente, compartiendo con ellas la divinidad (Tanit) o el interés por lo decorativo.
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En todas ellas, como ya se ha visto, pueden rastrearse las influencias orientales traídas a España por comerciantes fenicios, griegos arcaicos y cartagineses que entendían la escultura de una forma teocentrista, como una representación más de los dioses que de los hombres, buscando de esta manera una imagen no naturalista, hierática y anti-individualista. (Esta idea es fácilmente comprensible si comparamos la Dama de Baza con alguna de las representaciones del mundo egipcio, como puede ser el escriba del Louvre, o la escultura arcaica griega).
Kore arcaica. Grecia

Todas estas influencias exteriores de las que hablamos no fueron, sin embargo, homogéneas, pudiéndose distinguir varios talleres. Si comparamos la obra con la Dama de Elche podremos ver que ésta última (por el modelado, el tratamiento de las superficies y la talla de los detalles) se acerca más a los círculos de arcaísmo griego, mientras que la de Baza (de superficies más planas, menor detallismo y tratamiento más sobrio de las telas) se situaría en la órbita púnica, aunque mucho más evolucionada que la dama oferente, la Bicha de Balazote o sus exvotos.
Tanits púnicas. Ibiza


Exvoto íbero

1 comentario:

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