miércoles, 25 de enero de 2017

LA ÚLTIMA CENA DE TINTORETTO EN SANTA MARÍA MAGGIORE. VENECIA

Todo un testamento pictórico del pequeño tintorero.

 Ya el propio tema tiene su significado, el de la creación de la comunión. Un tema contrarreformista por excelencia, como ya vimos aquí, en donde la instauración del sacramento se produce en un ambiente de milagro, más celestial que terrenal.

Como ya había hecho en múltiples ocasiones, Tintoretto había renunciado al modelo tradicional del renacimiento del Quattrocento-Cinquecento (véase el famoso de Leonardo para Santa María delle Grazie), paralelo al espectador, para buscar formas escorzadas (como la propia mesa que genera el espacio) que ampliaran el espacio y la hicieran intervenir activamente en la intensificación emocional de la escena.
Sobre este esquema, los personajes se alejan en una acelerada perspectiva (como ya vimos en sus obras para San Marcos) que, una vez llegados hasta el punto de fuga, nos devuelve imperiosamente hacia el primer plano de la izquierda en donde la realidad (en forma de escena cotidiana) nos es devuelta.



 En este asombroso viaje, que aún se escorza más por la posición ladeada que tiene el espectador frente al cuadro (situado en una de las paredes del largo presbiterio), nos hace recorrer los distintos estados anímicos de los personajes que, sin embargos, ciegos se encuentran ante el prodigio que sucede a sus espaldas y hace alargar sus sombras sobre los manteles.

 Un puro milagro.
El de la lámpara colgada entre las sombras de la que surgen, como si fuera maravillosa, una miríada de espíritus luminosos



























Ángeles? incorpóreos que recorren la parte superior de la escena, como representación (celestial) de lo que está sucediendo en la taberna terrenal.

























Técnicamente resultan asombrosos, recreados por un fino filo de luz que rodea la grisalla de sus cuerpos, utilizando las investigaciones iniciadas en los paisajes nocturnos que realizara en la Scuola de san Rocco.

 Es este el último tour de force realizado por el pintor enamorado de las sombras inquietantes, hirientes, que recorren el resto del cuadro en medio de un puntuado de azules intensos, como acentos sobre las palabras.


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