martes, 25 de agosto de 2020

AQUELLAS PRADERAS AZULES.La historia de una obsesión rubia. Cuando fuiste Blondie

DALE AL PLAY, SABRINA, PARA ENCONTRARTE A TI MISMA




Mucho antes de conocerte ya me enamoré de ti viendo Grease, con Olivia Newton Jonh toda vestida de cuero negro en un parque de atracciones.

Cuando al fin te conocí, supe que eras tú en el maquillaje (amarillo y violeta) de Boy George, y en los años siguientes te encontré en decenas de mujeres, desde la novia (olvidé el nombre) de Kárate Kids a la dulce mirada de Meg Ryan. 

Te vi en Top Gun persiguiéndome en tu coche por las calles onduladas mientras cantaba Berlín, y yo te iba a rescatar de tu fábrica como un oficial y caballero, pues tu has sido (para mi gloria y mi infierno) la historia de una obsesión, un recuerdo recurrente, un pasado que vuelve transfigurado mil veces y se hace insoportable en las noches de lluvia de invierno, cuando los monstruos tienen nombre de mujer o son puros ángeles



Bastaba una mirada verde, una melena dorada, el gesto dulce de un mohín de cariño, una voz de registros dulces, una coca cola con pajita, un morderse suavemente el labio con una gota de picardía en los ojos, una ropa holgada, una canción ... El catálogo fue siempre infinito y estaba agazapado en la memoria esperando el momento preciso de dar el zarpazo, devolviéndome a la casilla de salida. 

Pero si hubo algo que se mantuvo desde el primer momento y no me ha abandonado hasta hoy has sido tú como Blondie. 



Una música de baile cuya letra lo decía todo, aunque yo entonces no quisiera hacerle caso. 
Corazón de cristal, el que se hizo añicos cuando me dejaste con un 

-No puedo seguir tu ritmo. 

Tras aquello fue de nuevo descender a los infiernos de la soledad y el desamparo de los que solo me rescataría Pili. 
Un profundo hoyo de silencios que se hizo inmenso cuando Manuel puso aquella pantalla en el Penta y se afilió a MTV, nuestro particular YouTube de los 80 antes de internet. 
Fue entonces cuando por primera vez pude ver el vídeo de aquella canción y me quedé sin aliento, pues eras tú misma cantando tu canción favorita. 
La misma ternura de ojos claros, esa imagen sexy y desafiante que solo era un disfraz en donde ocultar fragilidades y pasados dolorosos. 
Dios santo, como podíais tan semejantes y dolorosas. 

A partir de entonces, no se si copiando sus vídeos o porque en realidad eras ella sin saberlo, una vez te encontré con el pelo recogido en su misma gorra de cuero, con los ojos maquillados como si fueras un replicante que ella usó en otros de sus vídeos. Pero estabas con otro. 
Te vi incluso como Deborah te copiaba y usaba ese body que yo una vez te conocí y me volvió loco en la pradera. Pero entonces era de otra persona. 

Cuando volvimos de nuevo a mi me hubiera gustado contarte todo esto, pero tu no me dejaste, pues metiste en Blondie una nueva idea que entonces te empezaba a rondar la cabeza. Se convirtió así en tu personal icono feminista a la vez que yo cambiaba de canción
Call me, sígueme, me dijiste sin necesidad de palabras esos días, y yo te segui aunque nunca tuvimos un mar juntos. 
Lo hice para descubrir que, tras las inocencia de antaño, tenías una sensualidad nueva que se guardaba en el fondo de tus pupilas. 
Te seguí durante todo aquel verano, y al final de él te hice mucho daño, me dañé a mi mismo con mis obsesiones, y tú te marchaste de nuevo, o te eché yo, en el fondo era lo mismo, pues siempre habías sido mi monstruo más deseado y yo acaso tu más querido verdugo. 

Éramos un lugar plagado de minas que buscábamos sin parar para hacernos explotar por los aires, destrozados. Éramos eso y, a la vez, unos simples prisioneros a los que les valía un simple encuentro fortuito para borrar todas las deudas que nos teníamos y... 
No se tú, pero yo cada vez que te vi en aquellos años siempre caí rendido, y si no di el paso fue por puro pánico de sentirme rechazado. 

Pero la fuerza del destino conspiró y cuando yo ya me sentía inmune a vuestros encantos, otro encuentro inocente nos ha vuelto a juntar. 
No pude resistirme al pasado, a aquellos rutilantes labios rojos con los que apareciste ayer mismo, cuando jugábamos a recordar el pasado como un simple entretenimiento cuando en realidad hacíamos otra cosa que nos atrevimos a confesar hasta que nos encontramos besándonos y con Blondie explicándolo en una nueva canción. 

Escúchala y lo comprenderás todo


Es la historia de nuestra propia obsesión




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