domingo, 18 de agosto de 2024

DE OTROS LADOS Aquellas praderas azules. ¿Qué es ser un hombre? Hércules and love affaire

Él lo debió descubrir estando en Italia, muchos años antes que todo aquello de cómo ser un hombre, de vuestras estúpides pero obligatories y aliades deconstrucciones de boquilla y tardoposmodernidad instagrameable que convirtieron el panorama de las relaciones en un tetris en el que era imposible ganar, pues todas las piezas no podían encajar con pura sinceridad.

Me lo contó aún por carta, y me dijo tan sólo; qué lástima no seguir teniendo el programa de radio simplemente para poner una y otra vez esta canción, como aparecía grabada sin parar en el disco que la acompañaba.

Como una gran fiesta ibizenca, decía.

Después de lo que pasó con Pablo, mucha después de la decisión más tardía de Ciprián, Luis me contaba que está canción era perfecta para volverse gay.
Y lo decía sin ningún tipo de menosprecio, todo lo contrario, y recordaba cuando Mónica le maquilló siendo un adolescente en la fiesta de la Urbanización; el ojo pintado con Sara y luego Malasaña y luego con la propia Sabrina.
Pues era algo que excedía lo puramente sexual y tenía algo de vulnerabilidad bellísima.
Y es que Luis (patriarcado mediante) nunca fue un heterosexual normativo, no era un macho alfa ni un líder de testosterona, pues era demasiado sensible, tenía demasiado miedo a ser vulnerable y le habían prohibido demasiadas cosas que no había de hacer un hombre, desde que le gustaban las camisetas rosas, llevar un pendiente en la oreja.

Gracias a ese toque de sintetizadores setenteros, los pequeños metales en las percusiones, las maravillosas trompetas disco, todo era un maravillosos jolgorio en medio del cual cantaba un hombre que quiere aparentar fuerza y poder y sólo nos deja ver todos sus miedos que trata de ocultar en su voz engolada que se quiebra sin poder soportar las apariencias. Como Culture Club pasado por la Gaynor.
Alguien que llevaba la tristeza por dentro como el compañero de viaje con una sombra a veces querida a veces incómoda, como el propio Boy George de mis amores
Cada vez menos Nietzsche y más Foucault, algo indeciso, como si buscara un camino; nunca contento con nada y siempre temeroso de todo.

Muchas veces me he sentido como esta canción, porque en el fondo yo no he terminado nunca de encajar en el molde masculino que me daban ni (ya por educación; ya por deseos) me gustaron los hombres. Era una vía intermedia, impura. Un querer ser una frase en paréntesis que acota lo dicho antes tan seriamente, advirtiendo que también es de hombres (de mi visión de hombres) la bofetada de mariposas y el querer más a los demás que a uno mismo.
Yo nunca he querido cambiar de sexo pero tampoco estuve cómodo en los géneros previstos, y no quise tener vulva pero sí sentir el orgasmo que tenían ellas, vivir en sus mareas más secretas, aquellas que les hacían sufrir unos segundos para luego volverse líquidas y terminar en la sonrisa más bella que puede tener una mujer..
Un ejercicio de empatía trasgénero si eso es posible o deseable
(Yo creo que no, Luis; afortunadamente nunca lo llegarás a ver: un odio por ser hombre o feminista de una ola anterior a la suya, con insultos por abrirnos las puertas y toda retórica enojada,  a veces violenta y abusiva que ha sembrado las palabras de minas, creando nuevos catecismo de cómo ser..., la lista se está volviendo infinita, pues tales son las personas y sus emociones y deseos)

Todo esto lo he recordado ahora con la escucha de unos podcast que hablaban de todo eso que tú me quisiste contar. Se llamaban los hombres de verdad tienen curvas y los dirigía la filósofa Clara Serra.
Como el destino realmente existe la canción de sintonía era precisamente esa que tú me mandaste para preguntarte ¿qué es ser un hombre?
Lo único terrible es que yo ya no podré mandártelos, pues tus cuentas de correo y tus redes sociales murieron contigo


Ciprián o Laura, quien sabe, tal vez María

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