Puede que el viajero ocasional se quede en la catedral o los baños árabes y no llegue hasta aquí.
Se perderá uno de los monumentos más fascinantes (aunque no lo pueda parecer en un primer vistazo) de toda la ciudad que nos recurda su pasado islámico (Yayyan)
Su ubicación ya es de por sí interesante. Junto a ella se encuentra aún los restos de la fuente de Magdalena por la que se recogían las aguas subterráneas de la sierra, creando el primer núcleo habitado de la ciudad por los íberos. En ella los romanos crearon un ninfeo y, más tarde, los islámicos una gran alberca que abasteciera, en primer lugar, a una de las mezquitas principales de la ciudad, la que hoy conocemos como la Magdalena.
En su zona exterior la iglesia muestra una alta torre (cristiana) y el arranque (al final de la foto) de un alminar de la antigua mezquita.
La portada es típicamente isabelina, con sus haces de baquetones aristados y profusión de escudos y relieves en la parte central.
Ya en el interior nos sorprende su distribución, con cabecera plana y grandes pilares que crean naves irregulares.
En realidad, es simplemente una mezquita girada 90 grados (para cambiar su dirección a la Meca por la Jerusalén), aunque muy probablemente sean los propios pilares de la mezquita que crearían naves paralelas al mirab.
Vista del patio desde el arco que sería el antiguo mirab
Quizás se comprenda mejor en este plano, pese al vandalismo
Estos pilares, en la obra cristiana, sirvieron para voltear (ya sobre pilastras, ya en ménsulas) los nervios de las bóvedas estrelladas, aunque dejaron los grandes arcos diafragmas que sostendrían una posible techumbre de madera.
Detrás del antiguo mirab se abriría el patio de las abluciones, hoy felizmente recuperado, con gran alberca central y un corredor de arcos de herradura bastante abiertos, que nos podrían indicar una época precalifal (acaso Abderramán II, siglo VIII).
En su interior se encuentran las imágenes de varias cofradías y un espectacular relieve de Jacopo Florentino
buenaaaaaaaaaaaaa
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