sábado, 16 de enero de 2016

Antonio Forcellino. 1545. LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL RENACIMIENTO


Una maravillosa sorpresa.
Forcellino (experto en arte renacentista) crea una narración-análisis  acerca de este año en el que terminara el Renacimiento, laminado por las ideas de Trento.
Divididos en pequeños capítulos (que sin ser nunca narración se separa del habitual análisis histórico artístico) su prosa nos introduce en la vida de Paulo III Farnese y los complicados hilos políticos y diplomáticos con los que intenta coser la siempre inestable política italiana (en la que cada vez se introduce más Carlos V) aún más complejizada por el tema religioso (en este preciso año se conseguirá iniciar el determinante Concilio de Trento que, tras un brevísimo lapso de intento de entendimiento con otras corrientes religiosas y espirituales, termina por cerrar la doctrina Católica, al menos hasta el Concilio Vaticano II)
                                                

Sobre esta estructura, el autor nos presenta dos artistas, dos mentalidades y registros.
 Por una parte Tiziano que, en breve viaje a la capital, y gracias a las maniobras de su amigo Pietro Aretino, creará un soberbio retrato del Papa y sus familiares que, bebiendo en el mundo rafaelesco, lo une a toda la experiencia pictórica-sensorial de lo veneciano y crea todo un emblema de retrato político, lleno de sutilezas iconográficas.
Junto a él, pero tan lejano en sensibilidades, el papa encarga a un Miguel Ángel agotado la capilla Paulina. En ella todo el mundo neoplatónico ya se ha derrumbado y sólo quedan ruinas tras la batalla en las que hay un solo aliento, la espiritualidad renovada que intenta poner en pie un grupo liderado por Vittoria Colonna.
Frente a estas dos alternativas (la sensual y la espiritualista), ambas fracasadas, surge el manierismo frío, literario, simple ilustrador de la nueva teología que empleará Vasari en el Palacio de la Cancillería.
Con ella triunfa definitivamente la Contrarreforma, alzada sobre la tumba del Renacimiento, su individualidad, conciliato, artista como intelectual (y no simple propagador), construcción subjetiva de las iconografías (frente al modelo repetido, canónico)
El libro es magistral, tanto en sus análisis puramente artísticos como aquellos en los que relaciona historia, ideología y arte 

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