jueves, 28 de enero de 2016

LA CÚPULA DEL VATICANO. MIGUEL ÁNGEL


Si tenemos que trazar la gran historia de las cúpulas en la arquitectura, su recorrido lógico sería el Panteón (sobre cuerpo cilíndrico y con arcos de descarga), Santa Sofía de Constantinopla, en la que las pechinas y una compleja composición de semicúpulas y machones permite la estabilidad, Santa María de las Flores en Florencia de Brunelleschi, que usa un doble casco y crea el modelo de nervios y linterna canónico y, por último, la que realizó Miguel Ángel en el Vaticano (de su propia mano hasta el tambor y completada a su muerte por Giacomo della Porta)

Su estructura, basada en la de Brunelleschi, es de doble casquete, siendo más apuntado y esbelto el exterior, renunciando a su policromía en favor de una sensación pétrea y rotunda, profundamente equilibrada pero masiva que mostrara el poder del Papa.
Según Ackerman, Miguel Ángel pensaba (en los exteriores) en efectos de masa, gigantescas esculturas que se relacionaran con su ambiente.

Tanto el tambor como los nervios o la linterna nos muestran elementos dobles (habituales en Miguel Ángel como vimos en la Biblioteca Laurenciana) que rompen el módulo y la cargan de energía, al adelantarse al muro y explicarnos emocionalmente las interacciones entre carga y soportes, dramatizándolas más allá de lo real (los elementos constructivos, vistos como huesos y músculos, crean un argumento imaginario de fuerzas en conflicto, mientras que el muro, anónimo, es el que hace el prosaico trabajo de sostener el edificio, Ackerman)

De la misma manera, se rompe la norma con la alternancia de frontones curvos y rectos (como ya estudiamos en la plaza del Campidoglio).

La cúpula ya se preveía desde los orígenes del proyecto, aunque Bramante la diseñó con un anillo de columnas al modo de San Pietro in Montorio que nunca se realizó pero que sirvió para proyectos como San Pablo en Londres, el Panteón de París o el Capitolio.
Por ello su estructura de machones fueron reutilizados por Miguel Ángel, que sólo los achaflanó para darle una mayor centralidad al espacio (y que luego utilizaría Bernini para sus esculturas), buscando una unificación mayor del espacio que rompía con el esquema de celdas independientes y complementarias de Bramante.

Con la ampliación de Maderno, la cúpula supuso un grave problema, pues la creación de una larga nave central la hacía desaparecer. Por ello Maderno realizó una fachada muy baja que la sirviera de podium visual, mientras que Bernini creó su doble plaza para conseguir el espacio suficiente para que volviera a surgir ante la multitud en la plaza ovalada.





















Su influencia será enorme y será referencia para todo el barroco, especialmente en Pietro da Cortona





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