jueves, 12 de julio de 2018

ÁNIMA MUNDI. UNAS MANOS ENTRELAZADAS

Junto al pueblo había una gran urbanización de chalets para los veraneantes. Su calle principal hacia un ocho gigante, con numerosas calles transversales tapizadas de muros ciegos de arizónicas y yedras.

Este fue el escenario de su primer amor.

Eran tardes largas de paseos interminables en donde había más silencios que palabras.
De siete a nueve se miraban, sonreían y apenas si sabían qué hacer con toda aquella historia que les había enredado.
Pero un día los dedos se tocaron y hubo un destello eléctrico. Se separaron las manos de golpe, pero dos calles más allá ya se estaban buscando, una y otra vez, como si estuvieran imantadas.
Tardaron varias calles, tropezando con su propia torpeza, pero al final consiguieron aferrarse, primero una palma contra otra, ya cayendo el sol, entrelazando los dedos después.
Cuando lo consiguieron se sintieron ...

Realmente entonces no le pudieron poner palabras. El contacto con aquella otra piel era tan dulce que abrasaba. Algo tan extraño y maravilloso que no se atrevían a mirarse a los ojos, ni siquiera hablar podían.
Solo seguían andando con el sol a sus espaldas, viendo sus siluetas alargadas por el atardecer y amarradas con una furia desesperada de aquellas manos calientes que les hacía arder el pecho.
La felicidad debía de ser eso. Aquella palabra hasta entonces solo leída en las novelas se resumía en el tacto inesperado de esos dedos, del sudor que los envolvía.

A las nueve y veinte nos despedimos un poco antes de llegar a su su casa (mejor no acercarnos más no vaya a ser que nos vean).
- Bueno.... - qué maldita cosa se puede decir en esos momentos -. ¿Mañana volvemos a quedar a las 7 de las piedras del Fumadero?
-Claro
Y de nuevo el silencio.
- Bueno yo me tengo que ir
- Sí claro
Y por todas despedida la volví a tomar de la mano.
Nuestros dedos se enredaron por voluntad propia y nosotros solamente nos quedamos mirándolos.
Que otra cosa se podía hacer.
- Me lo he pasado muy bien
- Yo también
- Bueno... Pues hasta mañana
- Adiós - me decía sin querer soltar la mano
- Vas a llegar tarde
- Sí es verdad. Me voy ya.
- A las 7
- Si no te preocupes - dijo al fin soltando mi mano.
Luego se volvió dio dos pasos pero enseguida se dio la vuelta
- Luis - dijo tocándose la mano-. ¿Esto quiere decir que estamos saliendo verdad?
- Sí.... Si tú quieres
Y me regaló una suave sonrisa
- Hasta mañana. Sueña con los angelitos.
Y cuánto habría dado por tener la valentía de decir el ángel ya lo tengo a mi lado. En vez de eso ,simplemente:
- Lo intentaré

Aquella noche, mientras intentaba dormir sin conseguirlo, Luis notaba aún, en los pulsos de su mano agarrotada, la presencia absoluta de ella como una herida en el corazón que ya nunca más sanaría.





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