En un artículo anterior veíamos su arquitectura; hoy nos dedicaremos a sus mosaicos.
Su riqueza formal es deslumbrante, con teselas de pequeño tamaño, vidriadas, con abundancia de azules profundos.
Encontramos zonas de decoración geométrica (estrellas, roleos, candelieri, grecas...) que posiblemente tuvieran funciones iconográficas (representación de la esfera celeste en unas, del futuro paraíso en otras o la geometría infinita de los lazos que dibujan grecas como una matemática divina de raíces pitagóricas...)
Junto a ellas, ocupando los óculos superiores, vemos las zonas más celebradas: pastoral celeste, San Lorenzo en su martirio o parejas de Santos
Todos ellos nos hablan de una plástica más clásica que medieval. Solo hace falta compararlos con otros de tiempos de Teodoro (San Apolinar il nuevo) o todavía más tardíos, como los de Justiniano y Teodora
Frente a su progresivo antinaturalismo (hieratismo, isocefalia, esquematismo, pies danzantes...) que nos hablan de un arte mental, profundamente expresionista, en Gala Placidia existe aún una fuerte voluntad de estilo, con cánones alargados y en ocasiones profundamente curvilíneos o unos paños (en el caso de San Lorenzo) de elegante y sofisticado vuelo.
Ni siquiera la perspectiva ha terminado de degradarse, utilizándose aún la visión caballera del tardoclasicismo para el armario o la parrilla.
Junto a ello, a menudo se ha comentado la aparición de la cruz en el gran cielo estrellado del transepto, rodeado del tetramorfos en los ángulos.
No se trata de un símbolo muy frecuente en los primeros siglos (como ya vimos en santa Prudenciana), y en ocasiones se ha relacionado con la defensa de la ortodoxia de Gala Placidia frente a herejías del momento, como la arriana.
En un nivel más general podríamos hablar de un programa iconográfico centrado en la muerte (San Lorenzo) y el tránsito hacia el otro mundo a través de la intercesión de los santos y la palabra de Cristo (ese agua clara de la que beben palomas, entendidas como almas, los ciervos enredados en la maleza o la cruz de su martirio)
El proceso se culminaría en el firmamento de estrellas y la pastoral celeste en la que Cristo (una vez más) guarda de su rebaño, esta vez en el paraíso
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