sábado, 26 de febrero de 2022

ÁNIMA MUNDI. EL FLANEUR EN EL PUENTE


A menudo mis paseos me llevan hacia un puente sobre la autopista de circunvalación en donde puedo pasar horas enteras observando las luces y sombras de la humanidad.
Desde mi atalaya, rodeado por el ruido y las toneladas de agentes contaminantes, veo el mundo correr como si fuera un río, siempre igual y distinto, que va a morir al mar..., muy cerca de Benidorm.
Hacia allí discurre la vida encerrada en pequeñas cápsulas, regalándome lecciones morales que nos caracterizan mejor que cualquier ensayo soporífero, y a veces encuentro rasgos de suprema cortesía, con coches que frenan para dar paso a los que se incorporan desde su derecha.
Dan ganas de llorar ver esos gestos pequeños de un conductor que saca la mano por la ventanilla para decirle a otro que se incorpore sin  problemas, y a continuación uno llora de veras cuando el que le persigue y le acosa da rienda suelta a su claxon con la misma intención del salvaje que lanza desde su cervatana dardos envenenados de odio.
Pienso entonces en Solsona la Buena y descubro que el ruido proviene de un BMV azul cobalto que a la vez que pita está luchando por intentar adelantar con los malos modos del que no sabe que ante las puertas hay que ceder el paso, pues todos no cabemos a la vez por el mismo hueco.

Veo eso y después el frenazo que provoca su maniobra. Giro entonces la cabeza para ver hacia atrás y disfruto del espectáculo de los coches de pronto atrancados que se van extendiendo como un sistema físico perfecto.
La caravana se atora. 
Como el fuelle de un acordeón, el odio de aquel que tocó el claxon e intentó una maniobra de avión de guerra luchando contra los Mig rusos ha provocado. ¡Ah!, si fuera consciente de ello... Si lo pudiera ver... 
¡Qué orgulloso se sentiría! Su ego crecería hasta los mismos valores de sus centímetros cúbicos.

(Y acaso, incluso, del tamaño extraordinario que deseó siempre para su miembro)


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