Ya desde tiempos de Felipe II existieron Jardines Botánicos (aunque en su variante de Gabinete de Maravillas, en donde se buscaba más lo raro o extravagante que el catálogo científico) en los Reales Sitios de Aranjuez, que ya en tiempos Fernando VI de fueron trasladados a las cercanías de la Puerta de Hierro).
Pero el actual Jardín Botánico tiene unas características peculiares y se une a todo un complejo programa de prestigio ilustrado en donde las artes, el urbanismo y las ciencias se daban la mano en búsqueda al Dios de la razón: el Progreso.
Posiblemente, fue el ministro Floridablanca el que aconsejó a Carlos III su ubicación, siendo su primer proyecto obra de Sabattini (Puerta de Alcalá), que creará las tres terrazas escalonadas que aún lo conforman, siendo el catedrático Casimiro Gómez Ortega, el director técnico que inició la ordenación y plantación de las especies.
Pero el verdadero carácter neoclásico del jardín será obra del arquitecto real que dirigiría todo el Salón del Prado: Villanueva.
A él se deben los cuarteles cuadrados y plantaciones de boj recortado, así como las geométricas fuentes de los paseos.
A él se debe también el Pabellón- invernadero, realmente poco eficaz (y posteriormente sustituido) en donde el rigor es absoluto y, como siempre en el autor, con un claro predominio de la columna exenta y el arquitrabe liso y continuo
También su mano es perceptible en dos de las grandes entradas al recinto.
La enfrentada al Museo del Prado resulta un tanto pesada y monótona
Mucho más elegante es la situada en el Paseo del Prado, de elegantes proporciones y uso (típico en el autor) del vano serliano (o palladiano) que alterna dinteles (en las puertas laterales) con arcos de medio punto (en la central, sustentada por dos grandes columnas y un equilibrado tímpano)
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Para saber más
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El Botánico es precioso, y tu post lo explica muy bien, dan ganas de ir corriendo... gracias, Vicente.
ResponderEliminar(¡y también por el enlace!)