Pintura al fresco del ábside
de Santa María de Tahull, Pirineos leridanos. Mediados del siglo XII. En
la actualidad se exponen en el Museo de Arte de Cataluña, Barcelona.
El tema representado es la
Maiestas Mariae, iconografía bizantina derivada de la Virgen Kiriotissa.
En ella, la Madre
sirve como trono del Hijo, rodeados ambos por la mandorla mística. Cristo, con
el pergamino de la Ley
en la izquierda, bendice con la derecha mientras recibe el homenaje de los
Reyes Magos (Epifanía). Estos llevan las ofrendas con las manos veladas
en señal de respeto, iniciando Melchor una genuflexión o proskinesis ante la
divinidad. Sobre sus cabezas aparecen las estrellas del relato evangélico.
En la zona inferior aparece,
bajo una galería de arcos, el Colegio Apostólico compuesto, de
izquierda a derecha, por: San Andrés (¿?), San Pedro con su pelo blanco, San
Pablo, representado (como es habitual) calvo, y San Juan Evangelista que
sostiene su libro con la mano velada, señalándolo con el dedo.
La división entre ambas
zonas se realiza a través de una cinta continua representada de forma
zigzagueante en perspectiva.
Por dejado de estos dos, aún existe un tercer registro ocupado por clípeos con un bestiario fantástico y, bajo ellos, unos cortinajes figurados
La técnica empleada es el fresco sobre revoco de yeso y con retoques
al temple.
La composición es simétrica y adaptada al marco. El eje, tanto visual como
temático, es la Virgen
con el Niño en la parte superior, utilizando la ventana real del ábside (aunque
integrada en la composición general) en la zona inferior. A ambos lados se desarrollan
figuras en paralelo que en el Colegio Apostólico son organizadas por medio de
recursos arquitectónicos (arquería simulada). Junto a la Virgen, y debido al número
impar de los personajes, el autor recurre a una serie de recursos para
equilibrar la imagen. Entre ellos se destaca la postura de piernas abiertas
de Melchor que, en espacio, ocupa la misma zona triangular de Gaspar y
Baltasar. Por otra parte, el leve giro de Cristo, bendiciendo hacia nuestra
izquierda, refuerza visualmente esta zona, dejando ambas partes equilibradas.
El dibujo, como es habitual en la época, resulta fundamental en la creación de
la imagen. Para los perfiles se utilizan líneas gruesas que separan las
figuras y delimitan los distintos campos cromáticos. También son empleadas con
cierta frecuencia las líneas paralelas muy juntas en los pliegues que intentan
generar, aunque sea de una forma bastante más mental que visual, claroscuros en
los paños. En bordados y arquitecturas fingidas aparece un mayor detallismo a
la hora de representar pedrerías y adornos fuertemente influidos por la
estética bizantina y las obras contemporáneas de orfebrería.
Por lo general, se busca un fuerte
rigor geométrico en todo el dibujo, prescindiendo del detalle en favor de
trazos simples y amplios.
El color es plano y sin tonalidades que sólo se consiguen a través de las líneas
paralelas ya citadas. Suelen aparecer muy saturados, entre otras causas
debido a la escasa iluminación que tendrían estas iglesias en el momento en el
que se decoran.
Alguno de estos colores
responden a un objetivo simbólico (el rojo y el azul del manto mariano que
representan la pasión y la soledad, respectivamente), apreciándose también una
intención estética a la hora de combinarlos, como se puede ver en la
alternancia de los nimbos del Colegio Apostólico o los colores cruzados que se
usan en el grupo central en el que la túnica del Hijo repite, sobre un fondo
azul, el manto inferior de la
Virgen. De esta manera, y sin romper el bloque único que
componen Madre e Hijo conseguido por el bloque cerrado y el ritmo cromático,
existe una diferenciación de ambos personajes.
La luz,
como también es norma en la época, es casi inexistente. En el románico no se
utilizan los conceptos de la luz ambiente o foco lumínico, pues los
personajes se sitúan en el espacio atemporal de lo divino, fuera de las
experiencias ópticas. Sólo en los ya citados plegados o en ciertas zonas de
manos y caras existe un tímida intención de crear claroscuros, de nuevo más
mentales que visuales.
En lo referente a la perspectiva, no existe interés por
representar el espacio de una forma real. Los fondos son planos,
utilizándose el recurso de bandas de colores que ya se empleaba en los beatos
mozárabes. En la zona inferior, la arquitectura pintada también resulta plana e
ilógica en lo constructivo, con capiteles florales sobrepuestos al arranque de
los arcos. Sólo en la greca que separa ambos ambientes nos encontramos con un
intento de representación tridimensional, aunque con ciertos errores.
Frente a lo dicho (anulación
del espacio y sus relaciones), resultan evidentes las convenciones
jerárquicas en cuanto a los tamaños, apareciendo la Virgen mucho mayor, aunque
se encuentre sentada, que los Reyes Magos. Su función es mostrar la importancia
de los distintos personajes de una forma evidente, sin necesidad de otro tipo
de análisis.
En cuanto a las figuras, son las suyas figuras
frontales e hieráticas, sin intención de expresión ni volumetría. Se
trata de una herencia bizantina en donde el autor, más que representar personas
reales, trabaja con arquetipos, con ideas visuales fuera de lo temporal y
cotidiano. Sus convencionalismos proceden de su ámbito divino, expresamente
lejano del mundo real en donde vive el fiel.
COMENTARIO.
La obra que analizamos
responde a la perfección a los modos e
ideología de la época románica. Estos, como es sabido, no pretenden la
representación naturalista del mundo, sino al contrario, buscan una función didáctica para el pueblo analfabeto. De resultas de ello, existe una renuncia
tanto a la belleza como a la representación realista, eliminando claroscuros,
uso de la perspectiva, cánones correctos e, incluso, expresiones. Se busca una
imagen pedagógica de lo divino, utilizándose formas y maneras que logren
transmitir su inmutabilidad (hieratismo) e importancia (convenciones
jerárquicas).
Como origen de esta estética
de lo trascendente, estos artistas románicos vuelven sus ojos al mundo
bizantino y al prerrománico (y en general, en las artes arcaicas) ,
recogiendo, tanto sus iconografías como su estilística. De ellos también
extraen la idea del arte como imagen de lo teológico que no se complace
en las apariencias visuales sino que las considera como un simple medio para
transmitir ideas religiosas y morales (Argullol lo pone en contacto con la adopción del modelo neoplatónico por parte de San Agustín, con el desprestigio de la realidad frente a la idea, en este caso religiosa)
Es un arte al servicio del mensaje,
condicionado a él de tal manera que llega a prescindir de técnicas y
conocimientos por el propio hecho de no desviar la mirada a aspectos puramente
técnicos. (Esta será la herencia que, sin ningún elemento religioso, se
volverá a recoger en el arte contemporáneo, como Picasso en las Señoritas
de Avignon, renunciando al realismo)
De esta preeminencia de lo
significativo frente a lo formal, surge su fuerte carga simbólica en
donde cada cosa se convierte en un símbolo de lectura teológica que luego los sermones, al igual que ocurría en la escultura, terminaba por especificar. De
esta manera el nimbo significaría el carácter divino del que lo lleva,
reservándose el crucífero a Cristo o las manos veladas la importancia religiosa
del objeto (Evangelio en la figura de San Juan, en el Colegio Apostólico).
Incluso las propias arquitecturas, según algunos autores, podrían ser
interpretadas como una referencia a la Jerusalén Celeste
presente en el Apocalipsis.
Para el hombre románico,
fuertemente influido por el mensaje eclesiástico, el mundo es una conjunción de
símbolos de lo divino que es necesario descodificar. Este papel le corresponde
a la Iglesia
que, además de transmitir contenidos religiosos, los entremezcla con otros
morales que reafirman la situación dominante basada en lo estamental.
Los sermones e imágenes abundan constantemente en una imagen de la sociedad
basada en categorías cerradas (estamentos) con funciones precisas (nobleza, la
defensa; clero, el rezo; no privilegiados el trabajo) que ha de respetarse por
su origen divino. Se pretende así una obediencia a las jerarquías que se
trasladaría de lo divino (véase la genuflexión de Melchor ante Cristo) a lo
cotidiano (del siervo ante su señor eclesiástico o laico) como algo propio del
plan divino que Dios ha establecido sobre el mundo
Para todo este control ideológico del pueblo se
suele recurrir habitualmente al miedo generado por el castigo. En este sentido
es habitual las referencias al fin del mundo (Apocalipsis representado
en la imagen por el Cristo como Juez o Pantocrator) o al infierno.
Ambas lecturas aparecen en
las pinturas de una iglesia casi contigua a la que analizamos. Nos referimos a San Clemente de Tahull en donde aparece representado la visión
apocalíptica de Cristo rodeado por el Tetramorfos, obra de un artista cercano
al de Santa María, acaso de su mismo taller que procedería de las zonas del
norte de Italia en donde se estaba gestando, bajo modelos bizantinos, esta
estética románica.
.
De la misma manera se
encuentra emparentado con las pinturas murales de Maderuelo o San Miguel de Gormaz, de lectura
iconográfica más compleja pero estilo relacionado, lo cual ha hecho pensar a
algunos especialistas la misma mano en ambos conjuntos o, al menos, el mismo
taller, uno de los más importantes de influencia italiana en la Península.
Muy buena su interpretación. La mejor que he encontrado en la internet. Soy portuguesa y quasi no hay informaciones de esta pintura en paginas web portuguesas.
ResponderEliminarYA VES ES TODO UN ATISTA
EliminarMuchas gracias
ResponderEliminarmuy buena esta todo muy detallado. Gracias a ti me han puesto un 10 en Sociales!!!! SIGUE ASÍ, ALGUN DIA TRIUNFARAS!!!!
ResponderEliminarEnhorabuena por el comentario, muy didáctico y completo. Soy profesor de Arte y también tengo mi propio Blog. Me ha sido bastante útil tu análisis y he recomendado tu Blog. Muchas Gracias.
ResponderEliminarJavier
gracias
ResponderEliminarFaltaria que pusieras los colores que se utilizan
ResponderEliminarLos tienes en el comentario, al fresco
ResponderEliminarHola Vicente. Enhorabuena, haces un trabajo formidable en este blog y lo actualizas diariamente ¡me encanta! Mi duda sobre esta obra es que sobre que soportes está hecho ? Lienzo, tabla, papel... Gracias!!!
ResponderEliminarGracias por tus palabras. La obra es fresco sobre la propia pared, previamente preparada con yeso
EliminarMuy buen comentario, Muchas gracias!!
ResponderEliminarMuchas gracias, estamos pasando un mal rato con historia del arte y tu entrada nos ha servido de mucha ayuda, dios te salve tio
ResponderEliminarWaooo me has salvado de un examen con tu blog muchas gracias muy bien detallado , bendiciones mil
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