Para quien no conozca Roma y vea esto el mapa de google maps que hemos preparado (RUTA AZUL), le parecerá un recorrido minúsculo, apenas cinco minutos andando a buen paso. Pero la ciudad más bella del mundo necesita mucha calma. Es tal la cantidad y calidad de sus obras de arte que hay que ir degustándola a pequeños sorbos, deteniéndose en sus maravillas.
Esta primera ruta que planteamos nos conducirá del Imperio Romano al gran Barroco sin olvidar una pieza clave del Renacimiento (no esta mal para cinco minutos, ¿verdad?
El Panteón, un lugar siempre frecuentado por cientos de turistas es bello en cualquier momento. Muy temprano, con poca gente y el rayo de sol que entra por su óculo sumamente inclinado; bello a medio día, con la luz entrando a raudales en su centro, por la tarde, por la noche iluminado, cuando lluve y vemos funcionar su alcantarilla central... Incluso nevando, como podéis ver aquí
Justo enfrente, en su plaza, tenéis una concurrida fuente de Giacomo della Porta (y decenas de ristorantes y otros lugares donde comer), pero nuestra ruta se desarrollo en sentido contrario.
Busquemos así la espalda del Panteón para encontrarnos con el famoso Pulcino de Bernini, un curioso elefantito que sostiene uno de tantos obeliscos egipcios. Se debe al gran Bernini y es lugar de curiosas fotografías.
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Detrás suyo se encuentra la oscura Santa María sopra Minerva, un antiguo templo romano, reconstruída en la edad Media (por los dominicos), siendo uno de los escasísimos ejemplos góticos de la ciudad.
La arquitectura no es demasiado interesante pero sí la cantidad de obras de arte que contiene. Del Quattrocento tenemos una capilla decorada por Lippi (Capilla Carafa), del Cinquecento el poderoso Cristo resucitado de Miguel Ángel, pudorosamente tapado tras Trento.
En una de sus naves laterales os encontraréis un memorial (cenotafio) de Bernini (María Raggi). Una escultura en la que el escultor convierte el mármol en una verdadera sábana movida por un viento sobrenatural.
Podemos salir de la iglesia por un pasillo cerca de la sacristía (en donde está sepultado Fra Angélico) para casi encontrarnos de bruces (al salir a la derecha) con una teatral plaza, la de San Ignacio. Un prodigio escenográfico de paredes ondulantes creado por Raguzzini en el XVIII que conduce nuestra mirada hacia la iglesia del mismo nombre (por cierto, en verano, suelen realizar en esta plaza conciertos de música clásica y de cine)
La fachada (acaso de Algarde) es una más del gran barroco romano, directamente inspirada en el Gesú. Pero por favor, entrad.
Propaganda barroca al completo, con incluso una cúpula que sólo es pintura.
Estaros atentos a las marcas del pavimentos que os mostrarán los lugares idóneos de este espectacular trampantojo (y también los que muestran toda la mentira barroca
El Panteón, San Ignacio y toda la zona que los rodea son de mis lugares favoritos de Roma, no me canso de pasear por allí :)
ResponderEliminarY sí, la entrada al Panteón sigue siendo gratuita, espero que siga así y no les dé por empezar a cobrarla...