Quién se acerque a este rincón cercano a Salamanca, muy probablemente lo haga buscando el rastro de Santa Teresa de Jesús y sus reliquias.
Sin embargo, hará bien el viajero en entrar en la iglesia de San Juan porque encontrará numerosas sorpresas.
La primera de ella serán sus ábsides, mutilados pero sumamente bellos en su forma románico-mudéjar.
Sin embargo en este post me quiero centrar en un magnífico apostolado y una virgen, románicos finales (en torno a 1200). La visión es realmente maravillosa.
Ahora se encuentra en el altar pero (presumiblemente) formaría parte de una gran portada perdida, pues su talla trasera no se realizó, pudiendo ser así adosados al muro.
Realizados en piedra arenisca, muchas de las figuras mantienen raros restos de policromía (aunque posiblemente posteriores)
Su estilo es difícilmente clasificable.
Evidentemente se trata de románico pero con algunos signos de final de etapa (alargamiento desmesurado de las figuras, una cierta humanidad en los rostros que aparecen ya poco idealizados, leves rasgos de sentimientos, plegados más movidos, pies bien posados en el suelo, trabajo de los cabellos y barbas…)
A uno le entrarían ganas de relacionarlos con el círculo de Mateo, pero sería excesivo, pues también son muy presentes los rasgos más arcaicos (escasas proporciones, hieratismo, cierta tendencia a la geometría…), y tal vez sólo podría afirmarse de unas relaciones muy remotas, casi más derivadas del tiempo en que se realizaron que de una relación directa. (Aunque no olvidemos esa flor de lis en el Cristo, verdaderamente significativa de estos momentos tardorrománicos)
Algo similar ocurre con la Virgen en majestad, aún kiriotissa pero a la vez coronada al modo francés (o catalán), de proporciones alargadas y una suave sonrisa que nos pueden sugerir modelos protogóticos franceses (Pórtico Real de Chartres)
Junto a ellos hay dos Cristos góticos verdaderamente notables que analizamos en Palios
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Para saber más
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