Mucho antes de matar a Chanquete en Verano azul, Antonio Mercero exploró nuestros pÁnicos más particulares encerrando a López Vázquez en una cabina de la que jamás saldría.
(Y este es el momento en donde nos abandonan millennials y centennials pues hay demasiadas cosas raras: un Verano Azul que tuvo otros colores no tan brillantes, un Chanquete que no era un pez sino el abuelo que siempre nos gustaría haber tenido, una cabina que era un móvil quieto, en medio de la calle, José Luís López Vázquez, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo)
Para los que aún continúen, si no la han visto pueden hacerlo aquí, y así evitar cualquier spoillers.
Verla para sentir qué poco le hace falta a un genio para contarnos lo frágiles que somos frente los dinosaurios propios, qué cerca está el infierno de las cosas más cotidianas.
La película (mediometraje puesto en la televisión) tuvo tal éxito que el propio mercero tuvo que hacer unos anuncios pagados por telefónica en donde nunca se quedaba nadie encerrado.
Y aún así (seguro que muchos lo recordáis) la mayoría de nosotros ponía un pie en la puerta para que no se cerrará, no fuera a ser... No fuera a ser que la realidad no fuera tan previsible como pretendíamos pensar y tuviera grietas ocultas que podían abrirse con un solo despiste.
¿O acaso era otra cosa?
Pues su terror provenía de varios lugares.
Primero de su propia cotidianidad. No me hacían falta ni monstruos para lanzarnos a los infiernos. Al revés. Tanta normalidad lo hacía todo mucho más pavoroso.
Había también otro lugar de angustia. Las preguntas sin respuesta. No había contestaciones en la película. ¿Por qué no funciona el teléfono ni se abre la maldita puerta? ¿Por qué nadie podía forzarla? ¿A dónde se lo llevan?, ¿por qué vuelven a ponerla?
A mi particularmente la pregunta que más terror producía era: ¿Por qué ocurría todo esto? ¿Era un simple fallo de la compañía que se llevaba a los encerrados a aquel terrible cementerio en donde terminarían por morir para que nadie se enterase o era una estrategia?
Y realmente aquí pasamos al terreno de las puras elucubraciones, pero lo cierto que esas cabinas tenían mucho de las vergoñas medievales, una jaulas en donde morían los ajusticiados.
Pues si todo era una pura estrategia de eliminación, ¿por qué había de matarlos de aquella manera tan horrible? Y, ¿a quién y con qué motivos se elegía como sus víctimas? (Si no lo hacían y sólo jugaba el azar todavía era más terrible)
A lo largo de los años he escuchado múltiples interpretaciones. Desde una asombrosa sobre la divinidad con el helicóptero como Espíritu Santo a la más habitual: una especie de fábula política de nuestra primera transición, llena de múltiples peligros que acechaban en los lugares menos pensados.
Tal vez pudo haber habido algo de eso, pero a mi me sigue pareciendo que Mercero (y Garci, que intervino en el rodaje) solo quisieron establecer un catálogo de nuestros pánicos más profundos (el miedo al ridículo público, la angustia al porvenir, la incapacidad de poder luchar contra el destino, la inseguridad absoluta sobre lo que puede pasar un minuto después,... y en último término la soledad que siempre nos acompaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar en este blog. Tus sugerencias serán siempre bienvenidas.
No olvides que si publicas un comentario estás aceptando algunas normas.
Por favor, sé respetuoso en tus palabras. Por supuesto puedes estar en desacuerdo con lo dicho en este blog, y también criticarlo, pero guardando las normas básicas de educación.
No se admite spam y contenidos publicitarios (serán eliminados)
Por el hecho de comentar aceptas nuestra política de privacidad (ver en apartado política de privacidad y aviso legal) y dando consentimiento explícito a que figuren aquí los datos con los que firmes o te registres (recuerda que puedes hacerlo con tu perfil blogger, nombre y URL o en modo anónimo; no es necesario email)
Si no quieres dar consentimiento, no comentes. Si tienes dudas, visita la política de privacidad.
Responsable de los datos: Vicente Camarasa (contacto correo en la parte superior derecha del blog)
Finalidad: moderar los comentarios.
Legitimación: consentimiento del usuario
Destinatarios: el sistema de comentarios de Blogger.
Derechos del usuario: acceder, rectificar, limitar y suprimir datos (si los hubiera)