DALE AL PLAY E IMAGINA
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El 8 de diciembre mataron a Lennon frente a su casa del edificio Dakota, tres semanas de haber sacado su último disco, Double fantasy, que había coincidido con la inauguración del Penta.
Muchos años después, Manuel me contaría que aquellas navidades viajó a Londres y compró toda la discografía de Lennon, luchando a brazo partido con las decenas de fans que se la llevaban como si fuera algo tan imprescindible como cierto.
Desde entonces, siempre hubo cada noche un rincón en el pub para que sonarán dos o tres canciones suyas, e Imagine fue la elegida por la propia Sabrina para aquella cinta que me regaló la primera vez que salimos, antes incluso de besarnos.
Ese fue mi primer momento Lennon, pese a todas las críticas de Ciprian.
-Para cuándo te darás cuenta de que es una canción sobrevalorada.
Pues entonces todo lo que tuviera una relación con Sabrina se convertía en puro objeto de veneración, incluso una utopía tan blanda e inconsistente como esta, como me decía muchas veces Antonio, el Chanquete de nuestro Verano Azul.
-La lucha hay que realizarla por realidades, no por imaginaciones.
¡Como si yo tuviera el cuerpo para entender todo el conflicto del mundo obrero, explotadores y explotados!
Mi vida entonces se reducía a los misterios de sus ojos verdes y, un par de semanas después, al abismo total de su ausencia que duraría hasta diciembre.
Nuestra segunda vez.
Fue entonces cuando empecé a frecuentar el Penta, conociendo a Manuel a través de Sabrina, y tuve a mi disposición todos los temas de Lennon que primero escuché, luego pinché y más tarde grabé en multitud de cintas que conservé conmigo hasta tener el dinero necesario para comprarme los originales, primero en disco, luego en CD.
De aquellos tiempos remonta la persistente sinestesia que aún me provocan, incapaz de escucharlos sin que me sepan a los caramelos de limón y menta a los que entonces eras adicta y con los cuales a veces jugábamos al un pin pon secreto, mientras nos besábamos.
A caramelos y a un frío con color de chimenea que congelaba los charcos al caer la noche tras días de primavera en pleno diciembre y tú me traías el Caribe en pleba Siberia
Eran hojas caídas de un cielo reventado de estrellas, cuando pensaba que lo nuestro podía ser eterno y tú un ángel imposible con el que mantenía eternas conversaciones sobre el mundo y sus sabores en las que siempre olvidé los infiernos que nos acechaban.
Ese era el sabor entero de muchas de las canciones de Lennon que duraron en mi memoria hasta que la vida las pusiera otra vez en funcionamiento, como si el mundo fuera (lo es) una gigantesca y perversa noria.
Y otra vez
Y una vez más, todavía, cuando todo parecía imposible
Y otra vez
Y una vez más, todavía, cuando todo parecía imposible
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